Entrevista al Padre Ángel: "Mi hijo adoptado es un regalo de Dios"
El Padre Ángel (Mieres, 1937) es fundador de la ONG Mensajeros de la Paz. Su labor a favor de los que sufren ha sido merecedora de muchos premios.
El Padre Ángel (Mieres, 1937) es fundador de la ONG Mensajeros de la Paz. Su incansable labor a favor de los que sufren ha sido merecedora de muchos premios, entre otros el Príncipe de Asturias de la Concordia en 1994. Es una de las voces que más claman por dar una solución a los refugiados, víctimas de la guerra de Siria.
El padre Ángel es el párroco de San Antón, una iglesia que abre 24 horas, como las farmacias de guardia
Hay dos cosas que el Padre Ángel siempre lleva consigo: un cargamento de compasión y su inconfundible corbata roja. Con ella nos recibe en la Iglesia de San Antón, la parroquia de la madrileña calle Hortaleza de la que se ha hecho cargo.
Resulta enternecedor que para un sacerdote que ha fundado una de las ONG más queridas por la sociedad (que da asistencia a niños, mujeres, ancianos, inmigrantes y excluidos del sistema, y está presente en más de 47 países), ser párroco fuera el sueño de su vida.
Aunque San Antón no es una parroquia cualquiera: está abierta las 24 horas del día, como las farmacias de guardia, y eso es lo que la hace especial.
¿Cómo ve la comunidad católica la iglesia de San Antón?
Tiene pantallas de plasma, máquinas expendedoras, wifi... Y hay tabletas para confesar, te puedes tomar un café... En honor a la verdad, no he tenido muchas críticas. Me critican a veces porque dicen que soy de izquierdas o de derechas, depende de con quién me vean. Esperaba tener críticas feroces y no las he tenido. Esta iglesia es un lugar de acogida; la gente viene, se sienta, reza, habla con la gente.
¿Eso de tener el cepillo abierto no es una tentación? ¿La gente es honesta?
Si, nadie se lo ha llevado. La gente es tan honesta que pone más de lo que se lleva.
Luego dicen que hay crisis de valores...
Yo estoy en contra de los que han dicho eso. ¿Que hay crisis económica? Pues sí. Luego han querido decir que la familia está en crisis, que los valores están en crisis, y no hay nada más valorado que la familia, que la ética, el no robar, el no matar, el ser honesto, el trabajar, el querer a la gente, el no engañar. Claro que hay gente que engaña, pero ¿cuánta más gente hay que no engañamos, que tenemos valores y no estamos pensando en robarnos la cartera unos a otros?
A la entrada de San Antón hay un cartel que dice: “Bienvenido a la casa de todos”. ¿Había alguna duda?
Pues sí, en las iglesias no dejábamos entrar a los divorciados, a los separados, a la gente que viene con perros o mal vestida, a los pobres, a los que huelen mal, a los borrachos. Aquí pueden venir los gays y las lesbianas. Esto está en el corazón de Madrid, en el barrio de Chueca.
Usted, que está tan lleno de amor y generosidad, ¿de dónde los saca?
Pues lo he dicho muchas veces, de creer en Dios y de creer en los hombres, tienes que creer en los obispos, en los políticos. Yo creo en ellos. Un mundo mejor no es posible si no hubiera políticos porque nosotros, las ONG, no podemos subir las pensiones ni los sueldos, ni hacer carreteras. Eso lo hacen los gobiernos. Ahora que hay elecciones hay que pedir y exigir que se queden los mejores y echar a los que no lo han hecho bien.
A veces se consiguen las cosas a base de protestar y reivindicar. ¿Eso le parece un buen método?
Mucho mejor que protestar es ayudar a la gente a ser buena. Es mejor mirar lo positivo. Hay quien dice que brilla más la solidaridad que la podredumbre y eso es verdad.

Entrevista al Padre Ángel: "Mi hijo adoptado es un regalo de Dios"
Como fundador de Mensajeros de la Paz, lleva la paz a todas partes.
Sí, la paz la llevamos aunque a veces digamos cosas que no le gustan a la gente.
El año pasado estuvo en Nepal tras el terremoto. Este año ha estado varias veces en la isla griega de Lesbos para visitar a los refugiados de allí. ¿Siempre tiene la maleta a punto?
Sí, mi maleta siempre está hecha.
En su despacho tiene una mesa camilla y le gustan tanto que las ha implantado hasta en los pasillos laterales de su parroquia. ¿Es para que la gente se sienta como en casa?
Sí. Aquí en la mesa camilla he tenido más de 3 o 4 sorpresas de gente que se quiere confesar. Cuando me levanto para ir al confesionario hay gente que me dice: “Mire, es que no me puedo arrodillar, es que tengo artrosis”. Es gente mayor de 60 o 70 años. Y les digo: “No se preocupe, siéntese aquí y le confesamos”.
Usted es un hombre sencillo como el Papa Francisco, ¿está de acuerdo con su manera de llevar la Iglesia?
El Papa Francisco ha sido una bendición de Dios, ha traído aire nuevo, aire fresco.
¿Ser un cura mediático le ha sido útil para la causa?
Sí, siempre es útil que te quieran, que te conozcan, que hablen de ti más o menos bien, porque si no te conocen te pueden decir: “¿Qué vienes a pedir aquí?”.
¿Y tener muchos premios sirve para conseguir más fondos?
No, porque los premios a veces no se dan a la persona, se dan a la institución. Cuando tienes la edad que tengo yo los premios son muy relativos. Si eres mas joven ensanchas, presumes y dices: “Soy premio Príncipe de Asturias”.
A menudo se le ve rodeado de gente muy importante. ¿Son todos amigos suyos?
Porque mucha gente presume de ser amiga del Padre Ángel, desde un político a un famoso. Más que amigos son personas que te quieren y te respetan. Los amigos se cuentan con los dedos de una mano. Amigos son los que cuando te vas de viaje llamas para decir: “Ya he llegado”. Y yo no tengo más de dos o tres personas a las que puedo llamar para eso. Esa es la soledad del que manda, la de mucha otra gente. A muchos le sobran los dedos de la mano para contar amigos. Al final no tenemos 17 amigos a los que les interesa saber si has llegado.
¿Le hace especial ilusión haber adoptado un hijo?
Es un regalo, una bendición en la vida que Dios me ha dado. Tiene 11 años. Vino de El Salvador, estaba muy mal de salud, tenía la cabeza muy mal y le operó el doctor Cavadas. El niño me espera para cenar, viene a la cama a darme un beso. Eso me llena mucho.
Podían tomar ejemplo otros curas.
Pues sí.
¿Cual es la mayor injusticia de la que ha sido testigo?
Injusticia es, últimamente, que echen a una familia de su casa por no pagar la luz. Injusticia es que no me hayan dejado dar una misa funeral por alguien que se ha suicidado porque está en pecado. Injusticia es ir a Ceuta o Melilla y seguir aguantando a los ministros y a los jefes de turno decir que las vallas no cortan; yo he estado en las vallas y cortan. Injusticia es, y lo ha dicho el Papa Francisco, que los niños tan pequeños se mueran. El mundo está lleno de injusticias.