Revista Mía

¿Qué hacer si las plantas enferman?

Es fácil darse cuenta de que algo les pasa: hojas que se caen, con manchas, que amarillean... Como ir a urgencias no es una opción, lee y toma nota.

Es fácil darse cuenta de que algo les pasa: hojas que se caen, con manchas, que amarillean... Como ir a urgencias no es una opción, lee y toma nota.

Una vez que descubrimos los ‘síntomas’, el problema es que no sabemos interpretarlos y, por tanto, tampoco sabemos qué hacer. Por lo general, si una planta se deteriora suele ser por una de estas tres causas: problemas fisiológicos (frío, sequedad...), de nutrición (pocos nutrientes o demasiados) o por una plaga producida por hongos o bacterias.

De un día para otro

Los problemas fisiológicos surgen de pronto, al contrario que las enfermedades, que estropean la planta poco a poco. Por ejemplo, cuando se vuelve amarilla de golpe, es por un exceso de agua, y no siempre debido a un exceso de riego. Asegúrate de que la maceta drena bien y no acumula agua. Cuando las hojas aparecen tumbadas hacia abajo, suele ser por falta de agua, y si no se riega pronto tal vez no pueda recuperarse. Si una mañana de invierno descubres que las hojas están como blandas y ennegrecidas, es por exceso de frío. En este caso, corta las hojas afectadas y protege la planta de las bajas temperaturas en una zona resguardada y cubriéndola con un plástico agujereado. Si el tallo está afectado, será difícil recuperarla.

Además de agua, necesitan nutrientes. Si tienen carencia de nitrógeno, notarás que dejan de crecer, que las nuevas hojas son más pequeñas y que las más viejas se vuelven claras y luego amarillean, para terminar cayendo. Solución: un abono adecuado. Cuando son las hojas más jóvenes las que se vuelven amarillas enseguida, sobre todo entre sus nervios, es por falta de hierro: habrá que aportarle un abono que lo contenga y regar unos días con agua destilada o de botella. Es importante no excederse con la dosis de abono, o la planta se quemará de manera fulminante.

Casi todos los ‘achaques’ que sufren están producidos por hongos de muy distintas clases, aunque algunos son más frecuentes tanto en las plantas de interior como las de exterior. El Oídio, por ejemplo, cubre las hojas con una capa blanquecina, como ceniza. Para prevenirlo, evita mojar las hojas de la planta en época de calor. Cuando se riega en exceso o la planta está ubicada en una zona demasiado húmeda y a la sombra, aparece un hongo llamado Botrytis, que pudre las hojas. En estos casos, hay que cortar las partes afectadas y aplicar un fungicida específico.¡ Bichos! Pulgón, cochinilla, araña roja, mosca blanca... son algunos de los insectos más frecuentes que atacan a las plantas y se aprecian a simple vista. Estas plagas se combaten con productos insecticidas y hay que actuar rápidamente: en cuanto se detecten, lo primero que hay que hacer es evitar que se extiendan cortando las ramas infestadas y dañadas.

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