Ejemplos de cómo el colorante cambia la imagen de una comida
La industria recurre a menudo a estos potenciadores del color, que pueden ser de origen sintético o natural, cuyo uso no se limita a la repostería.
El colorante alimentario es un producto muy utilizado en gastronomía que tiene dos orígenes distintos: artificial, que en las cantidades autorizadas por las autoridades sanitarias de la Unión Europea es seguro si bien la ciencia continúa investigando sobre sus posibles efectos en la salud, y natural, extraído de alimentos vegetales como la clorofila, por ejemplo.
Con un colorante se pueden hacer auténticas transformaciones en la cocina. Este recurso muy habitual en las recetas dulces -por ejemplo, en la tarta red velvet- puede cambiar completamente el aspecto exterior de un ingrediente.
De hecho ocurre con algunos ejemplos concretos que te van a sorprender porque al tener en tu cabeza su imagen de toda la vida con un determinado color no has caído en que en realidad son así por un colorante alimentario concreto.
Estos son algunos de los ejemplos más curiosos, que además reconocerás inmediatamente porque son productos que se consumen muy a menudo:
Helado de menta
El helado de menta no es en realidad verde intenso como se puede ver en la mayoría de las heladerías del país sino que tira a tonos blancos, su verdadero color natural. Ocurre parecido con el helado de plátano, que no es amarillo si es natural porque esta fruta tiende a oxidarse, de ahí que tire a color marrón. Que sean verde y amarillo intenso ambos helados tiene que ver con el colorante en un porcentaje muy alto de casos.
El cheddar ni es amarillo intenso ni tampoco naranja, los dos tonos en los que más se ve en el supermercado este queso que conocemos de sobra porque se utiliza en las hamburguesas. El cheddar inglés es mucho menos intenso de color, amarillo tenue, y la diferencia de unos a otros en lo que al color se refiere tiene que ver con el uso del colorante. En este caso, de origen natural en la mayoría de los casos porque se obtiene del achiote, hecho a partir de las semillas del árbol de achiote y el pimentón.
Thunnus Thynnus es el nombre científico del verdadero atún rojo, un pescado muy valorado en el universo gastronómico. Tal es la demanda que en el mercado prolifera el falso atún rojo, pescado al que se le añade extracto vegetal de remolacha para teñirlo y darle un color más uniforme y vistoso. Es importante tenerlo en cuenta y saber cómo diferenciar el atún rojo del falso.
Los amantes de los snacks tienen en mente los famosos gusanitos en todas sus versiones, sobre todo si tienen niños en casa. Este producto malsano por la enorme cantidad de sal que contiene está elabora a base de sémola de maíz y es de color amarillo de forma natural; es decir, no tiene colorante en su composición. Sin embargo, hay versiones anaranjadas cuyo color cambia radicalmente gracias al colorante. Puede ser por el colorante E-110, de origen sintético, o bien por colorantes naturales extraídos del pimentón generalmente. Fíjate en el etiquetado y podrás comprobarlo.
En general, el colorante alimentario no afecta casi nada al sabor y a la textura de los productos a los que tiñe, y de hecho puedes comprobarlo en las recetas dulces, en las que tampoco aporta matiz alguno de otro tipo en lo que al gusto se refiere. Su impacto se limita a la vista, si bien hay casos en los que se usa colorante artificial, que no natural, en los que puede ser una pista para sospechar de la calidad final del producto.