La felicidad viene del norte
Noruega es el país más feliz del mundo, un puesto que antes ocupaba Dinamarca. Ambos escandinavos.

Escadinavia de moda
Los países escandinavos están de moda. Más que ellos en sí mismos, su envidiable felicidad, basada en el saber disfrutar de las cosas sencillas. Términos como hygge o sisu nos abofetean desde las revistas y las redes sociales a nosotros, los españoles, que tanto presumimos de calidad de vida con nuestro sol perpetuo, buen humor y vida en la calle. ¿Cómo es posible que ellos sean más felices, cuando anochece a las tres de la tarde, hace frío durante 9 meses al año y pagan un IVA de casi el 60 %? Parece que la fórmula se basa en una combinación de confianza plena en el prójimo, ganas de contribuir al bien común, un sistema educativo que potencia la individualidad de cada alumno y la prioridad de ser feliz antes que rico o de pertenecer a una élite, según explica Malene Rydhal, coach y autora del manual Feliz como un danés.

Imagen: Ikea
Lo dice la ONU
El Informe Mundial de la Felicidad de la ONU 2017 concluye que este año el país más feliz del mundo es Noruega. Y para ello valora parámetros como el PIB per cápita, la esperanza de vida, el apoyo social, la ausencia de corrupción, la libertad para tomar decisiones y la generosidad.¿Hasta qué punto la felicidad está entonces relacionada con el Estado del bienestar? ¿Un país con una comunidad feliz es sinónimo de personas (individuos) felices? La respuesta es difícil. Lecina Fernández, psicóloga clínica que pronto publicará el manual Ilusión positiva, visita Dinamarca con frecuencia por motivos personales y tiene su propia teoría: los españoles nos conformamos con lo que nos toca y ellos no. “Nosotros estamos ocupados esperando a que la felicidad venga a nosotros. Los daneses van a buscarla”. Eso sí, todavía está por explicar cómo estos países registran tan altas tasas de suicidio, violencia de género y abuso de alcohol.

Modo de vida
Para hacernos una idea de la distancia que nos separa, en Dinamarca los puestos de verduras y frutas no están atendidos por nadie. El consumidor escoge lo que necesita y deja el dinero en una cajita. Y los bebés se quedan en sus carritos en la puerta del bar mientras sus padres toman café. No es que nadie les vigile. Es que les vigilan todos. Y es cierto que pagan unos impuestos brutales, pero siete de cada diez daneses están satisfechos con sus tipos impositivos por lo que reciben a cambio del Estado.

Pequeñas cosas
Ir a buscar la felicidad no supone limitarse a echar la lotería semanal. Los daneses explotan el hygge (pronunciado “ juga”), lo que podríamos entender por una sensación de bienestar que se obtiene de disfrutar de la calma y la calidez de lo hogareño, según detalla el investigador Meik Wiking en su libro Hygge. La felicidad de las pequeñas cosas: encontrar el placer una tarde lluviosa en casa, a la luz de las velas, con la chimenea encendida, mientras tomamos una taza de chocolate caliente con amigos y ropa muy cómoda (de diseño sostenible y minimalista, a ser posible).

Otras felicidades escandinavas
Junto al hygge, hay otros modos de ser feliz que se adaptan a la idiosincrasia de los países escandinavos y su estilo de vida. Estos son algunos de ellos.
- Kalsarikannit. Casi impronunciable en castellano, dícese del placer finlandés de beber solo en casa hasta emborracharse y en ropa interior. Para un español es poco comprensible.
- Sisu. También término finlandés, se refiere a la capacidad personal de superar las adversidades. Lo que viene a ser una resiliencia, pero al noreste de Europa.
- Lagom. Más metafísico que el hygge, es el término sueco para aludir a la perfección del equilibrio en la vida, a no tener ni mucho ni poco y a disfrutar de ello.
- Gluggaveaur. Sitúate en Islandia, una tarde de mal tiempo, con una taza de café, un salón minimalista y disfrutando de mirar por la ventana desde el sofá.

Foto: Ikea
Así se vive a lo hygge (1)
- Tener un ‘hyggerkrog’. El típico rincón de casa para hacer el vaguete, pero con un buen libro, una manta y una taza de café.
- Una chimenea. Lo siento, para ser hygge la necesitas, aunque vivas en Écija. Quien algo quiere...
- Velas. Pueden ser del chino, un buen danés no va a leer la etiqueta.
- Cosas de madera. Si puede ser un taburete de tres patas en el que colocar estratégicamente la mantita del sofá, mejor que mejor.
- Naturaleza. Bájate a las zonas comunes de la urbanización y recolecta hojas, ramitas, briznas y todo lo que suene a campo y luego puedes colocarlas en casa decorativamente.

Así se vive a lo hygge (y 2)
- Libros. Pueden ser en castellano, no hace falta que los cojas de las estanterías de Ikea.
- Porcelana. Pero que sea mona, no una taza de las que regalaban con los 7 kilos de cacao ni esa fuente de los yogures Yoplait que ha sobrevivido 40 años.
- Algo ‘vintage’. En Dinamarca, los objetos tienen un valor sentimental. ¿No tienes algo de la tía del pueblo? Eso vale.
- Mantas y cojines. Para abrigarte junto a la chimenea.