¿A que no sabías que ordenar tu entorno puede cambiarte la vida para siempre? Pues, sí. La japonesa Marie Kondo ha revolucionado el mundo literario vendiendo 3 millones de su libro La magia del orden . Descubre todos sus trucos.
Heredera de una cultura que, desde la Antigüedad, ha aplicado el Feng shui y los principios de la organización a su vida diaria, Marie Kondo sostiene que limpiar la habitación y mantener el baño reluciente puede atraer la buena suerte, pero que si tu casa está desordenada esa limpieza tendrá un efecto limitado. El Feng shui, que es un método para incrementar la buena fortuna mediante la organización del entorno vital de acuerdo con las reglas de la naturaleza (solo cuando ponemos la casa en orden es cuando la decoración y los muebles adquieren vida y energía positiva).
'La magia del orden'
El verdadero propósito de la organización de la que Marie Kondo habla en su libro La magia del orden (Aguilar. 14,90 €), es vivir en el estado más natural posible, es decir, poseer solo lo que amamos y necesitamos.
Cada cosa en su sitio
Poner nuestro espacio en orden de una manera que cambiará nuestra vida drásticamente para siempre es posible. Al menos así lo defiende el método KonMari de organización efectiva. La organización transforma nuestra vida porque cambia nuestra manera de pensar y de enfocar la vida. Dicen que una habitación caótica es reflejo de una mente caótica. Básicamente, cuando ponemos nuestra casa en orden, también ponemos en orden nuestros asuntos y nuestro pasado y podemos ver con claridad lo que necesitamos en la vida y lo que no, lo que debemos hacer y lo que no. Tan pronto como empecemos a organizar, nos sentiremos obligados a reajustar nuestra vida.
La organización efectiva
La organización efectiva implica solo dos acciones esenciales: eliminar cosas y decidir dónde guardar las que nos quedamos. Pero para que esto sea más efectivo debemos organizar una sola vez y de un tirón (si organizamos solo un poco cada día, nunca acabaremos), hacerlo bien y sin excusas (busca la perfección), ordenar por categorías (ropa, libros…), no por ubicaciones (es un error guardar el mismo tipo de objetos en más de un lugar).
Desechar
Primer paso: desechar. La organización debe empezar siempre con la eliminación de cosas. No empezaremos a ordenar hasta no habernos desecho, de una vez y para siempre, de todo lo que no necesitamos. La mejor manera de descubrir lo que realmente necesitamos es deshacernos de lo que no necesitamos. Los sentimientos son el criterio para la toma de decisiones. Quédate solo con las cosas que te despiertan alegría o placer cuando las tocas.
¿Cuánto tiro?
No te preocupes por tirar demasiado, tu mente sabrá cuándo parar. Deshacerte de cosas implica tener un criterio claro para juzgarlas y esa actitud nos lleva a ganar confianza en nosotros mismos. Uno de los efectos mágicos de la organización es la confianza en nuestra capacidad para tomar decisiones. Recuerda que el verdadero problema es que tenemos mucho más de lo que necesitamos o queremos.
¿Cómo elijo?
¿Qué criterio usamos para decidir qué desechar? Hay varios patrones. Uno es eliminar las cosas cuando dejan de ser funcionales o útiles y, otro, cuando se han pasado de moda. En este caso tirar es fácil porque tenemos razones obvias para ello, el problema surge cuando son cosas que creemos necesitar. En este caso tirarlas solo puede traernos infelicidad. Para evitarlo, la clave está en que deberíamos escoger lo que queremos guardar, no lo que queremos tirar.
¿Esto me hace feliz?
Según Marie Kondo, la mejor manera de elegir qué guardar y qué desechar es sostener cada objeto en la mano y preguntarnos: “¿Esto me hace feliz?”. Si es así, lo conservamos; si no, lo desechamos. Es el criterio más sencillo y el más preciso para juzgar. Si conservarlo nos hará feliz y nos va a provocar alegría, no lo tiramos. Porque vivir en un espacio que solo contiene cosas que nos provocan felicidad, será maravilloso. El siguiente paso será desechar todo lo demás.
Tirar cosas requiere un método
A la hora de tirar debemos escoger una categoría (ropa, cocina, zapatos, productos de belleza…) y centrarnos solo en ella antes de pasar a otra, aunque las cosas estén ubicadas en distintos sitios. Debemos sacar de cómodas, cajones y armarios todos los objetos del mismo tipo y extenderlos en el suelo juntos y en un solo lugar. El mejor orden para desechar por categorías sería: ropa, zapatos, productos de belleza, libros, papeles, objetos varios y, por último, los objetos sentimentales. Nunca debemos empezar a tirar por cosas que traen recuerdos (fotos, cartas…). Deben dejarse para lo último porque el apego emocional da mucho valor a nuestras pertenencias. Es mejor empezar por objetos sobre los que es menos difícil decidir.
Organizar
Segundo paso: organizar. Hay que juntar toda la ropa en un solo sitio. Tirar lo que no vale y quedarnos con lo que aún nos hace felices o tiene una función. Después guardamos la ropa, colgándola en perchas o doblándola para meterla en los cajones. Debemos colgar junta la ropa de la misma categoría (chaquetas, trajes…); las prendas pesadas, largas y de color oscuro en el lado izquierdo y las ligeras, cortas y claras en el derecho. Este equilibrio dará energía a nuestro armario.
Doblar la ropa
Cuesta menos trabajo colgar la ropa, pero lo mejor para evitar problemas de espacio es doblarla siempre que sea posible y de manera vertical, no horizontal. Esto nos exige doblarla haciéndole más pliegues pero, tranquilos, eso no la va a arrugar más, ya que al guardarla en vertical evitamos la presión. El objetivo es doblar cada prenda en un rectángulo simple y regular y hacerlo con cuidado. Para Marie Kondo, cuando cogemos la ropa con nuestras manos le transmitimos energía, lo cual tiene un efecto positivo en ella.
Siempre en vertical
Nunca apiles las cosas, ni las amontones. Almacenar en vertical es mejor. Medias, jerseys, frascos, libros, papeles... Todo apoyado en uno de sus bordes.
¿Armario de invierno y de verano? ¡No!
Otra regla básica a la hora de ordenar es no guardar la ropa de temporada en una zona inaccesible, en un armario que no usamos o en un trastero. Es una costumbre obsoleta. Hoy en día se usa casi todo todo el año. No hay necesidad de desempaquetar dos veces al año.
¿Que hacemos con los libros?
Con los libros seguimos la misma dinámica que con la ropa. Los sacamos de las estanterías todos y los colocamos junto en el suelo, en el centro de una habitación. Los vamos cogiendo con la mano y decidiendo los que queremos conservar y los que no. Seguimos el criterio de cuáles nos hacen felices y cuáles no. Los libros no leídos se tiran. Eso de “algún día lo leeré”, no es real. El objetivo será quedarse con unos 30 libros especiales, lo que Kondo llama el ‘Salón de la fama’.
¡Fuera papeles!
La regla de oro de Marie Kondo cuando se trata de papeles es: tirarlos todos. Después de todo, no inspiran alegría. Solo debemos conservar los que estén en uso actualmente, los que necesitaremos durante un tiempo y los que tenemos que conservar indefinidamente.
Las cosas pequeñas
¿Qué hacemos con esas cosas que no tienen una categoría clara? En toda casa hay lo que llamamos 'artículos varios' y que son esas cosas que acumulamos o guardamos porque sí: artículos pequeños, objetos varios, accesorios, herramientas pequeñas... Es difícil saber qué hacer con ellas y cómo organizarlas, pero según Marie al ordenarlas debemos seguir las siguiente categorías: CD y DVD; productos belleza; accesorios; objetos de valor (pasaportes, tarjetas…); aparatos electrónicos (cámaras, claves…); artículos para el hogar (papelería, costura…), artículos perecederos (medicamentos, detergentes…); artículos de cocina o alimentos, y otros.
Objetos sentimentales
Los objetos sentimentales son la última categoría y la más difícil. La mayoría de ellos representan un pasado que nos retiene y nos impide avanzar. Guardarlos en cajas los convertirá en un peso que nos impide vivir el aquí y el ahora, mientras que tirarlos supone enfrentarnos a nuestro pasado y no avanzar. Debemos quedarnos con simples recuerdos a los que accedamos fácilmente; por ejemplo, las fotos. Recopilamos solo las básicas en un único álbum, así nos será más fácil verlas de vez en cuando. Su valor radica en la emoción y la alegría que sentimos cuando las miramos, y si están en cajas no las vemos nunca.