La autora de Jane Eyre se negó a dejar de escribir solo por el hecho de ser mujer. Dos siglos después, es una de las escritoras universales de la literatura.
Charlotte Brontë (1816-1855) nació en Thornton, Inglaterra, hija de un clérigo. Fue la mayor de tres hermanos: Branwell, Emily y Anne; tuvo otras dos hermanas que murieron de tuberculosis en el internado al que fueron todas (e inspiró el de Jane Eyre).
Su otra pasión
Lo que quería era ser pintora, antes de convertirse en escritora. Hasta expuso algunos de sus cuadros.
Un mundo imaginario
Su padre le regaló a su hijo Branwell unos soldaditos de madera que usaban los cuatro niños para crear los reinos imaginarios de Angria y Gondal. Jugaban a escribir poemas y cuentos sobre estos mundos. Aún se conservan los mapas y, de Charlotte uno de estos cuentos con más de 60.000 palabras (en la imagen, uno de estos cuentos, de la Biblioteca Británica).
Institutriz
Tras acabar sus estudios, fue institutriz dos años (de los pocos trabajos permitidos y reservados para una mujer), pero eso la deprimía. “Me tengo que hacer cargo de un grupo de niños turbulentos y mimados a quienes se espera que divierta e instruya”, escribió a una amiga.
Enamorada
En 1842, fue con su hermana Emily a Bruselas, para completar su educación y mejorar su francés (su sueño era abrir una escuela cuando regresaran, pero nunca llegaron a hacerlo). Allí, Charlotte se enamoró perdidamente de su profesor, Constantin Héger. Él nunca contestó a sus cartas de amor, pero su esposa recuperó las de Charlotte cuando empezó a ser famosa, y gracias a ellas conocemos su enamoramiento. Héger inspiró El profesor y Villette, su obra más personal.
Pseudónimos masculinos
Las hermanas Brontë tenían que llevar dinero a casa (su hermano era adicto al alcohol y al opio). Pero como una mujer no podía entonces ser una intelectual, las tres publicaron sus primeros poemas con pseudónimos: Currer, Ellis y Acton Bell (coincidiendo con las iniciales de cada una).
Con complejos
Se dice que a Charlotte le gustaba su editor, George Smith, y aunque éste la admiraba, no sentía lo mismo por ella: “Parece mentira que su genialidad no la aparte de la debilidad y la ansiedad por su apariencia. Creo que daría toda su fama e intelecto por ser guapa”, escribió sobre ella. Además, dijo que las tres tenían una curiosa manera de vestir, bastante pasado de moda (no venían de una familia que pudiera permitirse mucho más). A Charlotte le acomplejaba, por ejemplo, su sonrisa: le faltaban varios dientes, y estaba decidida a gastar el dinero de sus publicaciones en el dentista.
Rompecorazones
A pesar de sus complejos, no estuvo falta de amores: le pidieron matrimonio tres hombres. Rechazó a los dos primeros porque una romántica como ella no podía casarse sin amor. Al tercero, Arthur Bell Nicholls (ayudante de su padre y enamorado de ella desde hacía años) lo aceptó al segundo intento (porque su padre se había opuesto al primero). Se casaron en 1854, y vivieron muy felices durante un año, hasta que ella falleció.
Jane vs. Jane
La autora de Jane Eyre no entendía el éxito de la escritora Jane Austen. “No tiene sentimiento, ni elocuencia, nada del entusiasmo arrebatador de la poesía. Es una mujer absolutamente sensata, pero incompleta e insensible. Las pasiones son unas perfectas desconocidas para ella”, escribiría en varias cartas.
En el espacio
Los astronautas Eugene Cernan and Harrison Schmitt le pusieron en 1972 el nombre Brontë a un cráter de la luna en su honor. Más tarde, en 1976, la Unión Astronómica Internacional nombró también así a un cráter de Mercurio, pero esta vez en honor a los cuatro hermanos.
Para la posteridad
Charlotte murió embarazada, considerada ya un genio de su época. No se sabe si por tuberculosis (como sus otras cuatro hermanas) o por hiperémesis gravídica (deshidratación por los vómitos del embarazo).