Revista Mía

Cuidado con los Créditos Exprés

Son muy tentadores, sobre todo si pasas por un apuro económico (según el INE, el 41% de las familias no puede afrontar gastos imprevistos). Pero ojo, aunque consideres que es una solución mágica,...

Son muy tentadores, sobre todo si pasas por un apuro económico (según el INE, el 41% de las familias no puede afrontar gastos imprevistos). Pero ojo, aunque consideres que es una solución mágica, puede tener más inconvenientes que ventajas.
Necesitas dinero y lo necesitas ya. No hay tiempo para ir al banco y solicitar un préstamo personal, así que recurres a uno de esos créditos rápidos que se anuncian constantemente en la televisión. Crees que es una buena idea y, casi sin pensarlo, te ves firmando un documento en el que te comprometes a unas condiciones leoninas. Pero ¿realmente ese crédito es para ti? “Estos préstamos son una solución extrema para aquellas personas con dificultades para acceder a financiación personal, por no poder acreditar que cuentan con ingresos habituales o con la suficiente solvencia financiera: personas en paro, sin ingresos fijos o muy bajos. Es decir, consumidores especialmente vulnerables y con poca opción de negociar o evaluar la idoneidad de estos productos y que recurren a ellos por necesidad”, explica Fernando López Romano, responsable de asuntos económicos de la organización de consumidores CEACCU. De hecho, la crisis económica ha incrementado la concesión de este tipo de producto financiero hasta el punto de que en 2012 se duplicó respecto al año anterior.
CALCULA EL COSTE REAL
Si de todas formas la valoras como tu única opción, debes fijarte muy bien en lo que firmas, ya que las condiciones reales de estos préstamos no siempre están visibles. Mientras que en la publicidad se destacan las “cómodas cuotas” a pagar, el coste total del préstamo no se indica con claridad. Por eso es importante que conozcas el coste expresado en la TAE (Tasa Anual Equivalente, que se compone de los intereses más la comisión de apertura y los seguros de protección de pagos que generalmente obligan a suscribir). “Si sólo nos fijamos en la cuota a abonar, estaremos pasando por alto el dato principal, el que nos permitirá saber qué cantidad total terminaremos pagando a la entidad crediticia, es decir, lo que nos va a costar el crédito, y comparar entre distintas entidades”, comenta el experto. Por eso, conviene calcular esa cantidad y compararla con la que hemos solicitado: “Nos sorprenderá saber cuánto de- volvemos de más. Por ejemplo, por un préstamo de 3.000 euros terminaremos pagando de media 5.000”, detalla. Hay que observar si los intereses que nos cobran por el crédito se pueden considerar usureros: en ese caso, serían ilegales.
CUIDADO CON LOS AVALES
Conviene prestar atención también a los intereses de demora, los que se aplican si no pagamos una cuota. La Ley de Crédito al Consumo impide que estos puedan ser superiores a 2,5 veces el interés legal del dinero (en la actualidad, el 4%). Asimismo, hay que conocer las cláusulas de vencimiento anticipado: son las que estipulan que si dejamos de pagar alguna cuota se nos puede exigir el total que queda por abonar. “En el caso probable de no poder pagarlo, perderemos el bien que hayamos aportado como fianza (vivienda, vehículo, joyas...)”, dice Fernando López Romano.
PRODUCTO DE RIESGO
Así lo califican los analistas financieros por su elevado coste y por la información poco transparente que ofrecen las entidades que lo comercializan. Estos son sus datos: Se conceden en apenas 48 horas. Se pueden tramitar por Internet e incluso por teléfono. En la mayoría de los casos, el interés nominal es superior al 16 %. Las cantidades prestadas están entre los 6.000 y los 10.000 euros. El plazo de amortización habitual está entre 4 y 6 años
LA MEJOR ALTERNATIVA
Según el responsable de asuntos económicos de CEACCU, no es buena idea utilizar los créditos rápidos para extras como gastos de vacaciones, celebraciones familiares (bodas, comuniones...) o compras no necesarias. Teniendo en cuenta sus costes y riesgos, cualquier otra opción es más conveniente. “Un préstamo de un familiar o un amigo, o un anticipo en el trabajo, pueden ser alternativas menos costosas ante estos casos de emergencia”, argumenta.
Por: Raquel Mulas.
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