Revista Mía

¿Heredamos las arrugas de nuestras madres?

En gran medida sí.

El envejecimiento, suele ser uno de los mayores temores de las mujeres. Piel flácida, rostro hundido, arrugas… Cada vez nos cuidamos más e intentamos hacer frente a nuestro peor enemigo, el paso del tiempo. Sin embargo, y aunque existen numerosos remedios caseros, cremas, ejercicios e incluso cirugía que ayudan a frenarlo, evitarlo es imposible.

¿Alguna vez te has fijado en tu madre o en tu abuela y en cómo han cambiado con los años? Pues vuelve a hacerlo, porque tienes grandes papeletas para hacerlo de la misma forma que ellas.

A través de un estudio, un grupo de científicos y cirujanos plásticos de California, llegaron a la conclusión de que los patrones de envejecimiento entre madres e hijas, tienden a evolucionar de la misma manera. A través de imágenes digitales en 3D, los investigadores observaron que las hijas, suelen presentar los mismos signos de flacidez, arrugas y pérdida de volumen especialmente alrededor de los ojos y los párpados que sus madres.

Este proceso empieza a hacerse notable a partir de los 35 años, edad en la que la elasticidad de la piel empieza a perder firmeza y hace que empiecen a ser notables los signos de envejecimiento.

Sin embargo, no todo es determinante, ya que el estilo de vida que llevemos puede condicionar favorable o negativamente el ritmo al que se estropea nuestra piel. Una excesiva exposición solar, falta de hidratación, una mala alimentación, el tabaquismo o el alcohol, pueden acelerar el proceso de envejecimiento de la piel. Por lo que si quieres evitar sumarte años, deja de lado los malos hábitos.

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