
Cómo afecta el estrés a tu belleza
Al estrés se le adjudica desde manchas en el rostro hasta arrugas, pérdida de cabello y cambios en la figura.

El estrés afecta a nuestra apariencia y relaciones sociales. La doctora en psicología positiva, Maytte Sepúlveda, afirma que nuestro cuerpo nos brinda señales de alarma y muchas veces las ignoramos por el estrés y la ansiedad.
El acné es un efecto secundario de la producción de la hormona cortisol, que se libera cuando aparece el estrés. Los granitos en el rostro o en la causa son las principales consecuencias. Además el estrés también puede alterar el equilibrio de las bacterias en tu intestino, que luego se convierten en acné.

Cuando te estresas respiras en forma entrecortada e incluso puedes retener el aliento por las periodos de tiempo. Si te falta el aire, ¡relájate! Esto puede dar lugar a un enrojecimiento de la piel, a la producción de rosácea, que después hay que tratara dermatológicamente.

Normalmente se genera una piel seca y escamosa como consecuencia de la ingesta de bebidas como el café o la soda que deterioran la salud del cutis. Además, al estar más vulnerables al medio ambiente, nuestra piel esta mucho más sensible y es probable que salgan manchas. La piel se apaga, por la falta de circulación y el cortisol, que ayuda a la degradación del colágeno, provocará la aparición de arrugas y flacidez sobre todo en el rostro.

El estrés nos mantiene despiertos, o con el sueño ligero, debido a las preocupaciones. El descanso es fundamental para que la piel y los tejidos se regeneren. Un mal descanso se notará al día siguiente en forma de ojeras y ojos inflamados.

La hormona del cortisol provoca la aparición de grasa y caspa en el cabello. Además, el estrés contribuye a la pérdida del pelo y se cree que a la aparición temprana de canas.

Si tienes el mal hábito de comerte las uñas, en este periodo tus manos estarán aún más vulnerables y tu manicura se podrá ver afectada. Las líneas verticales son muy comunes en las uñas y están vinculadas con el envejecimiento pero también como una señal del estrés.

- Realiza ejercicios de respiración, contemplación o meditación.
- Regresa al presente, observa tu alrededor.
- Acepta tu situación. Todo pasa.
- Detente y escribe todo lo que te preocupa.
- Respeta los horarios de trabajo, descanso y fiestas.