
Dulces regionales que bien merecen una vuelta a España
Prepárate para que la boca se te haga agua con esta selección de diez elaboraciones dulces que puedes probar en tus escapadas nacionales.
En España todo lo celebramos con comida. Va en nuestro ADN, y menos mal que es así porque entender la gastronomía como un motivo festivo es uno de los grandes valores de nuestra cultura culinaria, rica como pocas. Prueba de ello es la interminable colección de dulces regionales que tenemos.
A modo de homenaje, para mostrar esta riqueza, nos hemos propuesto compartir una lista con los diez dulces que bien merecen una vuelta a España. Lo de siempre: no son los únicos que lo merecen, pero en algún punto hay que parar, y diez parece razonable. Ahora bien, nadie quita para que en ese viaje en busca de los mejores dulces pruebes 100 y no 10 si quieres. A un dulce regional nunca se le puede decir que no.
Lo bueno de este tipo de listas subjetivas es que siempre encuentras algo nuevo que no conocías hasta la fecha. A riesgo de que se convierta en tu próxima obsesión y no puedas parar hasta probarla, merece la pena seguir ampliando la cultura gastronómica, ¿verdad? Viajar con la comida como una de las prioridades es algo que cuando se descubre ya no se puede obviar. Da igual el lugar. El otro día, sin ir más lejos, aproveché una escapada a Cuenca para probar esa maravilla llamada alajú, un dulce con forma de torta hecho a base de almendras, pan rallado y tostado, especias y miel que se cubre por dos obleas, como un sandwich. ¡Qué espectáculo!
Lo que vas a encontrar en esta lista son dulces típicos para la hora del café, el desayuno o la merienda, dependiendo cuáles y, sobre todo, dependiendo de quién se los coma. No hay postres, aunque más de uno tampoco te importaría tomártelo así. Ni a nosotros. La idea es dejar los postres regionales para otro día porque también hay mucha tela que cortar, y porque ya te hablamos de algunos de los más míticos en su día.
Por ello nos hemos centrado en el concepto dulce, pero en un sentido amplio: desde pastas a bollos pasando por hojaldres. Hay de todo. Y todo de matrícula de honor. ¡Allá vamos!

Nos gusta tanto este bollito con sabor a mantequilla originario de los valles pasiegos de Cantabria que hace poco le dedicamos una pieza en exclusiva donde puedes conocer la historia del sobao, cómo se elabora y por qué está tan bueno, sobre todo si los compras recién hechos en alguno de los muchos despachos que encontrarás en esta zona del interior de Cantabria. Merece la pena y veréis el olor perfumado a mantequilla que os dejan en el coche.
Son uno de los dulces regionales más emblemáticos y conocidos de nuestra geografía. Tanto que hay gente que planifica su ruta al Levante con parada en La Roda obligatoria. Hojaldres crujientes de forma cuadrada, tamaño individual, los clásicos están rellenos de crema, pero cualquiera le dice que no a uno de chocolate. Un consejo: entrad en el centro de La Roda y pedid uno recién hecho en la confitería La Moderna. ¡Nada de cajas frías de gasolinera!

En Valencia tienen un dulce que es la coca de llanda de calabaza que es otro manjar, pero no podemos evitar caer en el mainstream esta vez: los fartons, bien hechos, están buenísimos. Y con una horchata la combinación es insuperable. Podéis probarlos en casi cualquier punto de la región, aunque estos bastones dulces y absorbentes son originarios de Alboraya. La horchatería Santa Catalina de Valencia es mítica, pero seguro que los veteranos del lugar tienen un ranking muy estudiado.
Nacieron en Rialto, una confitería situada en el centro de Oviedo, pero ahora son un dulce patrimonio de Oviedo, donde muchas otras confiterías las imitan. De lo que servidor ha probado hasta la fecha diría que es el dulce tipo pasta más rico que ha probado hecho en España: las moscovitas de Rialto. Una capa finísima a base de almendra de categoría y chocolate que son un bocado de otra galaxia.

Para un madrileño de pro, San Isidro sigue teniendo un encanto especial por mucho que la tradición ya no sea la de antaño. Y en San Isidro, en Madrid, tierra de churros, se comen rosquillas del santo. Las hay listas, de Santa Clara y tontas. De todas ellas te hablamos largo y tendido aquí.
Similares a los polvorones de Navidad, típicos de Estepa y de la zona de Antequera también, son los mantecados que puedes degustar todo el año. Lo bueno del mantecado, una especie de pastelito elaborado con manteca de cerdo -de ahí su nombre-, harina de trigo, harina de almendra marcona y azúcar, es que lo puedes encontrar de gran calidad en muchos puntos de nuestro país. En Toledo, por ejemplo, y hasta en el norte. No en vano, uno de los mejores mantecados del mundo se hace en Vitoria, los de Felipe II, elaborados a mano. Una joya.
Este es el pastelito perfecto y se hace en España. Concretamente en Granada, en el pueblo de Santa Fe. Su nombre viene del Papa Pío IX, a quien quiso homenajear en el 50 aniversario de su muerte el maestro confitero Ceferino Isla González. El resultado le salió (muy) bien porque su pastel elaborado con una plancha de bizcocho en almíbar con relleno de yema pastelera y canela que se presenta enrollado sobre sí mismo y con una corona de yema tostada es un símbolo de la repostería española en general y de la provincia de Granada.

Esta especie de bizcocho o torta pequeña hecha con manteca, harina y azúcar como ingredientes principales es típica de parte de Andalucía, Extremadura y Salamanca. En cada tierra tiene sus variantes la receta, pero no suele faltar, además de lo mencionado, el anís dulce. Algunas llevan canela, otras almendra, y también se hacen con aceite o con aguardientes como el brandy. ¿Solución? ¡Probarlas todas!
Un clasicazo que está exquisito. Se crearon como postre para el Asador Julián de Tolosa por el Luis María Eceiza en la pastelería del mismo nombre situada en esta localidad guipuzcoana. Cuenta el equipo de la pastelería que primero creó las tejas, “una pasta seca con almendras, bañadas en yema de huevo y un suave toque cítrico”. Después llegaron los cigarrillos, similares en cuanto al estilo pero de distinto sabor porque están elaborados con mantequilla. Con el café, pocas opciones mejores.
En catalán, catànies, son un dulce adictivo que creó hace un siglo y medio Joan Treus i Ribas en Vilafranca del Penedés. El concepto es el siguiente: almendra marcona tostada y caramelizada dentro de una bolita hecha a base de pasta de almendra, avellana, leche, cacao y azúcar. La bola se cubre por cacao en polvo, como si fuera una trufa, por ejemplo. El resultado te lo puedes imaginar solo con leer en qué consiste este dulce catalán.