Recetas para aprovechar el jamón que te vas a comprar
El otoño es el momento ideal del calendario para montar el jamonero y ponerlo en la encimera de la cocina, dispuesto a darle mucho trabajo.
Los productores de este producto tan nuestro saben que con la Navidad cerca las ganas de jamón ibérico se multiplican. Por eso las ofertas empiezan a poblar los catálogos de las tiendas especializadas en alimentación y en embutidos.
Será difícil resistir la tentación un otoño más. ¿O es que acaso hay motivo para resistirse? Muchos lo vemos como una oportunidad de hecho. Y no solo por el buen precio al que se puede encontrar un jamón de calidad en estas fechas y lo fácil que es darle salida en los meses que tenemos por delante, con más reuniones familiares y con el mayor tiempo que pasamos en casa con respecto a los meses cálidos. También lo es porque al comprar el jamón entero podemos aprovechar casi todo de la pata para completar muchísimas elaboraciones caseras.
Tal y como explican en la tienda online Tierra del Ibérico, del jamón se “desechan” hasta tres partes que se pueden reutilizar con un poquito de conocimiento en la cocina de casa. Es el caso de los recortes, sobrantes y taquitos que van quedando a medida que cortamos, de la grasa que cubre el jamón una vez limpia y retirada la amarilla, que puede amargar o saber a rancio -la de calidad es blanca o rosácea- y del hueso final, que suele tener adherido a él carne también.
Con todo esto alimento se pueden hacer, como decíamos, diferentes recetas y elaboraciones. Algunas son clásicas, conocidas por todos, como los guisos a los que el hueso de jamón enriquece como ningún otro ingrediente, y otras mucho menos habituales.
Lo importante es conservar bien el jamón que se “desecha”, especialmente si no se va a consumir a corto plazo y se va a guardar en el congelador. En este caso, si metéis un hueso por ejemplo, hacedlo siempre bien aislado en bolsas zip o un recipiente hermético tipo tupper. No lo dejéis envuelto en film solamente ni mucho menos suelto o su sabor corre serio riesgo de estropearse.
Dicho esto, a continuación te vamos a dar algunas ideas de cómo aprovechar al máximo ese jamón que, si no te lo has comprado ya, estás a punto de hacerlo.

Los taquitos de jamón de las partes más duras que no se pueden comer en lonchas cobran todo el sentido del mundo en elaboraciones como las deseadas croquetas, los buñuelos o las empanadillas. Un clásico que, bien hecho, nunca defrauda.

Poco que añadir al respecto porque esta es seguramente la manera en la que más se utiliza el hueso del jamón. Los cocidos de todo tipo y las lentejas son seguramente las dos elaboraciones a las que más enriquece el hueso. No se pueden entender estos platos sin este ingrediente.

Con la grasa del jamón se pueden hacer unos chicharrones espectaculares. Bien en dados o en lonchas, en la sartén los primeros y en el horno las segundas, tendrás unos crujientes de jamón ibérico riquísimos para aperitivos, ensaladas, cremas o sopas. Aquí tienes un pista de cómo hacerlos en el horno según los hermanos Torres.

El salmorejo sin taquitos de jamón ibérico no es lo mismo, pero no es la única crema o sopa a la que le va fenomenal. Dos ejemplos, uno frío y otro caliente, de ello: la crema de calabaza y la sopa de melón.

Con pimientos asados, con base de hoja verde como la rúcula y los canónigos, junto a quesos suaves como la mozzarella de búfala, con pasas o frutos secos crujientes como el pistacho o el anacardo. ¡Incluso con frutas como el melón! El jamón ibérico en ensalada es un recurso muy a tener en cuenta.

Puedes preparar, por ejemplo, una versión de la carbonara con parte de la grasa sobrante del jamón y también puedes utilizar unos taquitos para aprovechar la temporada de setas y hacer un arroz espectacular. No te olvides los trigueros en este último caso.

Pica y sofríe tus verduras favoritas -cebolla, pimientos, calabacín, berenjena, etc.- y una vez pochadas incorpora un ración del jamón ibérico “deshechado” en taquitos. Rehógalo un par de minutos junto a la verdura y después añade la mezcla a la nata y el huevo batidos en cantidades que varían en función de los comensales. En un molde para tartas, bien horneada la mezcla, tendrás una quiche de rechupete.

Alcachofas, guisantes, judías verdes, cardo, trigueros… la lista de verduras que mejoran su sabor si se saltean con un poquito de jamón ibérico es enorme. Guarda unos taquitos para ello o bien para combinarlos con habitas baby y setas como el champiñón. Un huevo pondrá la guinda a un plato de diez.

Desde Tierra del Ibérico proponen preparar un aceite de jamón fundiendo parte de la grasa de ese con un poco de agua y un chorrito de aceite de girasol. Si eres capaz de conseguir el equilibrio adecuado tendrás, por ejemplo, unas tostadas “con jamón” cuando ya no te quede jamón en casa.

Hay platos humildes como la pizza que se pueden convertir en un lujazo si guardas unas lonchas recién cortadas de tu jamón ibérico y las utilizas para combinar con tomatitos, rúcula y parmesano, por ejemplo. Añade al final la hoja verde y el jamón para que no resequen. Esta es solo una de las versiones que puedes hacer de pizza con jamón.

Esta es una elaboración que puedes aprovechar en platos guisados, ya sean de legumbres o de carne, por ejemplo. Cuece muy despacio el caldo de los huesos del jamón y deja que reduzca hasta quedar con textura gelatinosa. En la nevera o en el congelador se conservará bien esta gelatina que puedes trocear en pequeñas porciones con cuidado. Cada una de ellas guarda todo el sabor del hueso.

Esta elaboración reconocemos que no nos hemos atrevido a prepararla todavía pero sabemos que hay valientes que se atreven a hacer un helado dulce con la grasa del jamón. Solo tienes que googlear y animarte con ello si eres un amante del jamón. Aquí tienes un ejemplo para prepararlo.