Consejos para que los niños aprendan valores

Es el principio de respeto hacia los demás. Un hábito sencillo y básico “que no siempre se valora lo suficiente”, afirma la pedagoga y psicóloga infantil Montse Domènech, quien considera que los niños deben ser “agradecidos de palabra y obra desde pequeños” siguiendo el modelo de sus padres.

Al hablar de generosidad, Domènech se refiere a “tener en cuenta a los demás y hacer algo por ellos. Este modelo educativo se puede encontrar en nuestro entorno más cercano, en casa, en el colegio, pero también a través de cuentos, historias..."

Desde muy pequeños, los niños quieren conseguirlo todo y salirse con la suya. Esta es la razón por la que tienen dificultades para aceptar un ‘no’. “Los padres deben tener claro que en muchas ocasiones deberán ser contundentes con el ‘no’ y no ceder a sus súplicas", explica Montse.

"El ser consumista o no depende del modelo familiar que el niño haya visto”, asegura la psicóloga. No vale llenar a los niños de regalos. Por eso es importante educarles en el esfuerzo y en los valores materiales, “no solo en los emocionales”.

Montse Domènech explica que “la puntualidad es signo de respeto hacia los que esperan. Denota control del tiempo como base para crear buenos hábitos. Es una disciplina que ayuda a organizar correctamente todas las actividades del día. Sin puntualidad, hay caos y descontrol”.

Cuando no están ocupados con los deberes o jugando, los niños dicen que se aburren. Da la impresión de que no saben disfrutar con las cosas. Para la psicóloga, es importante no preocuparse por su aburrimiento y “sí ocuparse de transmitir buen clima, haciendo cosas sencillas pero con emoción”.

Desde la primera infancia hay que enseñar a los niños a compartir sus cosas y su espacio con los demás, en el patio, en clase, en el comedor. Con ello se potencia “el valor de la generosidad y la comunicación”, dice Domènech. “El compartir desarrolla las relaciones personales y emocionales”.

“El consumismo hace que este valor se menosprecie”, opina la psicóloga. “Solo hace falta hacer conscientes a los niños de lo que ocurre en otras familias, otros barrios, otras ciudades, para sensibilizarlos con la situación de hambre en el mundo. Los niños lo deben saber, porque viven en el mismo mundo”.

Hay que enseñarles a respetar que hay niños diferentes en cuanto a las capacidades físicas, sensoriales o de aprendizaje. “Es responsabilidad de los padres y de la escuela acercar al niño a estas situaciones, pues a mayor conocimiento, más tolerancia”. Domènech propone que el niño comparta actividades con otros niños con capacidades diferentes.

Conseguir que los niños hagan sus tareas bien desde el principio sin abandonar a la primera de cambio porque no les sale como quisieran es todo un reto. Para Montse Domènech, esto se consigue con el refuerzo positivo. “Es la vía idónea para motivar a nuestro hijo. Si valoramos lo que hace bien, será él mismo el que quiera mejorar porque se sienta orgulloso de lo que ha conseguido”.