Revista Mía

¿Sabes qué es el síndrome del ojo seco?

Si te escuecen los ojos a menudo, tal vez tengas el llamado síndrome del ojo seco. Es molesto, pero se puede controlar.

Mar Pastor

Si te escuecen los ojos a menudo, tal vez tengas el llamado síndrome del ojo seco. Es molesto, pero se puede controlar.

Dolor o escozor en los ojos, sensación de arenilla o cuerpo extraño, tirantez al pestañear… Son algunos de los síntomas más habituales de un trastorno que popularmente conocemos como ‘ojo seco’, y que según datos de diversos colegios profesionales, representa el 30 % de las consultas de oftalmología en España. Sus causas son muy diversas: poca producción de lágrimas o evaporación rápida de éstas, inflamación del párpado... Incluso, aunque muy raramente, un trastorno autoinmune.

Ojo con los ordenadores

“La más frecuente es la ocupacional: trabajamos con ordenadores y con pantallas de móviles, y vamos retrasando el parpadeo; de alguna manera, nos olvidamos de él”, explica la doctora Laura Palmero, oftalmóloga de la Clínica de La Luz. Este problema se agrava cuando la persona, además de trabajar con ordenadores, es portadora de lentes de contacto, “y, al parpadear menos, no se renueva la película lagrimal”.

Como los síntomas y las causas son diversos, es esencial que el oftalmólogo haga un buen estudio previo antes de decidir el tratamiento. En principio, a las personas cuyo problema se agrava por el uso de ordenadores se les dará una serie de pautas educacionales (trabajar con gafas, acordarse de parpadear...) aunque el tratamiento esencial es el sustitutivo de la lágrima, es decir, la lágrima artificial”.

Ésta debe hidratar la superficie del ojo y adherirse a ella más tiempo, aunque no sea exactamente igual que la lágrima natural. “Hay distintas formulaciones, con mayor o menor viscosidad, y, en función de la patología, se utiliza una u otra. Por ejemplo, las que se presentan en forma de gel son perfectas para las personas que no cierran bien los ojos al dormir y se despiertan por la noche con dolor intenso por el gran resecamiento de su córnea”, continúa Palmero. Asimismo, hay que educar al paciente en una buena higiene de los párpados: “Con la edad, en algunas personas se altera la secreción de unas glándulas que tenemos en el borde del ojo, lo que provoca una irritación muy intensa y más sequedad. Por eso, a veces es conveniente utilizar toallitas o espumas con propiedades antiinflamatorias para que no se altere el borde del párpado”. En casos muy severos, y como último escalón terapéutico, tenemos el suero autólogo o propio.

El tratamiento es crónico y hay que ser constante con él, eso es algo que no se nos puede olvidar, pues en cuanto lo dejamos, el problema vuelve: “No se trata de ponerte las lágrimas cuando te molesta el ojo, sino de forma rutinaria. Por eso pautamos tres veces al día, para que no llegue a causar problemas en la córnea ni en la conjuntiva”, concluye la doctora Palmero.

Texto original: María Corisco.

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