Revista Mía

Llevo un mes sin hacerlo, ¿es normal?

Podemos permitirnos la frecuencia que nos venga en gana, pero si nos pasamos un mes "sin hacerlo", inevitablemente nos preocupamos.

Eso es lo que nos preguntaba Marga en una carta en la que se mostraba claramente angustiada. Y es que, aunque podemos permitirnos la frecuencia que nos venga en gana, a veces la ausencia de sexo revela un problema profundo de pareja.

Adiós, deseo, adiós

Marga y su pareja están preocupados: rondan los cuarenta, llevan años juntos y conectan muy bien en todos los sentidos. Menos en uno. De repente, han descubierto con horror que en su pareja el sexo ha pasado a un ultimísimo plano. Primero fue ella la que no sentía mucho deseo y le dijo a su chico que no varias veces. Luego, cuando ella quiso, se encontró con varias negativas de él: ‘Estoy muy cansado’, era su respuesta más frecuente. Y las razones, por supuesto, de lo más variadas: sobrecarga de trabajo, cuidado de los niños o de los padres ancianos, estrés...

“Lo primero que tiene que pensar cualquiera que se vea en esta situación es que en esta vida la palabra ‘normal’ solo sirve para condicionarnos”, dice la psicóloga y sexóloga Marián Ponte. “Normal, en cuanto a la frecuencia de relaciones sexuales, no es lo que le gusta o hace la mayoría, normal es lo que deseamos y nos produce bienestar”.

Si por lo que sea solo nos apetece hacerlo una vez al mes, pero esa vez la disfrutamos y, sobre todo, si el resto del tiempo nos mostramos satisfechos con nuestra vida sexual y con nuestra vida no pasa nada, todo está bien. Pero si eso nos hace sufrir, si algo en nuestro interior falla, entonces sí estamos ante un problema.

Aquí ya es cuando las soluciones varían. Si la pareja tiene una relación sólida que quiere preservar; si la falta de relaciones obedece más a desgana, a un dejarse llevar por las obligaciones del día a día, pero no hay reproches entre sus miembros ni dolor en alguna de las partes, se trata de “currárselo”. El sexo, como tantas cosas, es un músculo que se puede trabajar pero al que hay que dedicar tiempo (igual que a ‘escuchar’ nuestro cuerpo). Y, por supuesto, no hay motivos para preocuparse: a todo el mundo le pasa en alguna ocasión.

Otra cosa es si la falta de sexo se prolonga en el tiempo. “Hasta seis meses, podemos hablar de un problema sexual; si pasa de los seis, estamos ante una disfunción”, continúa Ponte. Angustia, depresión, sensación de desgana o de rechazo son algunas de las señales que nos indican que necesitamos ayuda profesional, porque muchas veces esos síntomas estarán reflejando problemas de pareja más profundos.

Si los obviamos, corremos el riesgo de entrar en una espiral peligrosa de reproches, inseguridades y rencores de la que cada vez nos costará más salir. En uno y otro caso, flaco favor nos haremos si nos comparamos con otros: será el camino más fácil para sobredimensionar.

tracking