¿Por qué sentimos rencor?
El psicólogo Bernardo Stamateas nos cuenta cómo se produce el rencor y también cómo liberarnos de él.
El psicólogo Bernardo Stamateas nos cuenta cómo se produce el rencor y también cómo liberarnos de él.
Dolor escondido
Hay una emoción que se llama resentimiento, que quiere decir resentir; es decir, sentir otra vez dos emociones congeladas: dolor y rencor. Y es que cuando estas dos sensaciones se congelan entran, como digo yo, en el freezer del alma. Y desde allí segregan adrenalina, que va directa a nuestro cuerpo y produce estrés, la plataforma de todas las enfermedades.
¿Qué pasa con las personas que se tragan constantemente las cosas? Esas que, por ejemplo, si las echan del trabajo dicen cuando les preguntan cómo están: "No pasa nada; seguro que me espera algo mejor...". Pues que la procesión va por dentro y van guardando y guardando rencor hasta que explotan. Por eso, en casos así tenemos que permitirnos enojarnos, sacar a la luz nuestra ira. Y, ojo, no hay que confundir esto con la violencia. La agresión y la violencia no sirven para nada; la ira sí, ya que es una emoción de fuerza interna que nos permite seguir adelante.
Perdonar una infidelidad, por ejemplo, es un acto que uno hace por uno mismo y que hace sentir bien. Y, más allá de si la pareja vuelve o se reconcilia –eso es otra cosa–, no significa debilidad, sino pasar página y no permitir que un dolor vuelva y nos haga sufrir eternamente. En este sentido, es un acto que denota una gran madurez emocional.
El perdón lo hacemos por nosotros mismos y es independiente de si quien nos ha causado mal se arrepiente o no; de si el otro reconoce el daño que nos ha hecho. Esa es la única manera de no seguir atado a la actitud del otro y de poder continuar con nuestra vida. Pero si nos negamos a nosotros mismos que algo pasa y que estamos enfadados, la bronca, el rencor, irán por dentro y se transformarán en un peso que nos hará enfermar. Por eso es importante no guardarnos nada, poner en palabras lo que nos pasa. Como no me canso de decir a mis pacientes, el primer paso hacia la curación pasa por animarnos a hablar, por compartir con los demás lo que nos pasa. El resultado es una gran liberación.