Revista Mía

¿Por qué la dieta mediterránea es más sana?

Nuestra dieta es la mejor y más sana de Europa. El bajo índice de enfermedades cardiovasculares confirma que comemos productos beneficiosos para la salud.

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El hecho es que la población europea come bien, pero sufre un déficit de hierro, yodo y vitaminas B2, B6 y D. Estos componentes son fundamentales para la prevención de enfermedades cardiovasculares, alteraciones congénitas, cáncer y problemas cognitivos, como el Alzheimer.

Cereales, ricos en vitaminas y minerales

En España, los grupos de riesgo, desde el punto de vista nutricional, son los niños y los adolescentes, además de los ancianos y personas con patologías determinadas, porque tienen una dieta pobre en frutas y hortalizas y rica en grasas saturadas. Las estadísticas indican que en nuestro país hay alto porcentaje de niños en edad escolar con anemia. Los alimentos enriquecidos, sobre todo los cereales, son una buena vía para que esa población infantil ingiera las vitaminas y minerales necesarios.

En España se come mejor alrededor de las grandes ciudades, como Barcelona o Madrid. Los motivos son claros: hay una gran variedad de alimentos, un nivel de renta elevado y se tiende a preocuparse por una alimentación sana y equilibrada.

En las zonas rurales se come bien, siempre y cuando haya buena disponibilidad alimentaria. Por el contrario, Canarias es la comunidad autónoma que tiene el consumo más bajo de vegetales y hortalizas. La consecuencia es que, por ejemplo, la ingesta de ácido fólico en los canarios es muy baja. El resultado se puede apreciar en las estadísticas: es la primera comunidad en mortalidad por problemas cardiovasculares, cáncer de mama y diabetes.

Andalucía también tiene unos niveles altos de enfermedades cardiovasculares, y Castilla-La Mancha y Extremadura se aproximan al nivel de alimentación de Andalucía. Las comunidades situadas en el norte de España presentan una alimentación más variada y rica.

Los españoles nunca le han dado la suficiente importancia a la primera comida del día. Los expertos aseguran que debe aportar de un 25 a un 35 % de la energía que se consume en el día. El problema es que todavía hay niños que salen de casa sin desayunar. La consecuencia es que a lo largo de la mañana acaban comiendo cualquier pieza de bollería industrial.

En los últimos años se ha mejorado la calidad del desayuno, incluyendo alimentos saludables de todos los grupos de alimentos (hidratos de carbono de lenta absorción, proteínas y grasas saludables).

El gran fallo se comete a la hora de la cena: cenar a las diez o a las once de la noche, e incluso más tarde, e irse a la cama al poco tiempo es una costumbre bastante perjudicial. Hay que cenar más temprano y ligero para dejar tiempo para hacer la digestión. Está demostrada la relación que existe entre las dietas y costumbres alimentarias de cada país y el riesgo de aparición de enfermedades. En España, donde la esperanza de vida está en los 75 años, preservar la dieta mediterránea, mejorar el aporte calórico en el desayuno y variar el horario de la cena es el mejor camino para la lograr unos hábitos de vida más saludables.

La dieta mediterránea nace de las aportaciones de griegos, romanos y árabes. Es baja en ácidos grasos saturados, rica en carbohidratos y fibra y con un alto contenido en ácidos grasos monoinsaturados, que se derivan principalmente del aceite de oliva. Sus características son:

-La abundancia de vegetales, legumbres, frutas y aceite de oliva.

-Un moderado consumo de pescado, aves de corral y productos lácteos y huevos.

-Pequeñas cantidades de carnes rojas y de bajas a moderadas cantidades de vino, consumidas principalmente durante la comida.

Seguir una dieta equilibrada, aprovechando los productos propios de la región mediterránea, es un privilegio que tenemos en nuestra mano.

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