Aprende a desengancharte de las pantallas
Tres pantallas (la del televisor, el móvil y el ordenador) enmarcan la vida diaria de mucha gente. El problema llega cuando se convierte en una adicción.
Tres pantallas (la del televisor, el móvil y el ordenador) enmarcan la vida diaria de mucha gente. El problema llega cuando la hiperconectividad a la que la sociedad y los trabajadores se encuentran sometidos se convierte en una adicción.
176 millones de adictos a las pantallas
Se calcula que hay unos 176 millones de usuarios en todo el mundo, adictos a las 3 pantallas. En España son 3 de cada 5. Las usan preferentemente por la noche, en casa: mientras se ve la televisión, se habla por el móvil o se escucha música por el ordenador, la ‘inter-dependencia’ es total.
Según Verónica Rodríguez Orellana, terapeuta y directora de Coaching Club, “Esta subordinación al mundo provoca desazón en los padres, ya que consideran que tanta fragmentación de la actividad, de la dedicación y de la atención incidirá negativamente en el rendimiento escolar de los hijos”. Sin embargo, no existen estudios que ratifiquen esta negativa repercusión.
“Debemos admitir y asumir que los procedimientos han cambiado y los jóvenes de ahora tienen un modo distinto de aprender y de relacionarse con el entorno; en suma, de concebir el mundo. Que el atractivo de la lectura ya no sólo depende de la calidad literaria o de contenidos del autor, sino que enlaza directamente con el soporte utilizado para disfrutarla”, explica.
“En los adultos se da una paradoja con el uso de las 3 pantallas –dice Verónica Rodríguez Orellana–. Nos hemos pasado media vida fantaseando con la posibilidad de suprimir las ataduras que implicaba el trabajo, soñando con la conciliación familiar, con el teletrabajo y, sin embargo, la mayor movilidad de la que ahora se disfruta esconde y encubre una nueva forma de dependencia y de subordinación, ya que por medio de las 3 pantallas, cualquier lugar puede transformarse en un puesto de trabajo y cualquier instante puede devenir en horario laboral con motivo de la aparición y desarrollo de la tecnología”.
Según Rodríguez Orellana, esto genera un incremento de la tasa de estrés, presión y angustia en los trabajadores que se ven vinculados al teléfono móvil, al ordenador portátil y a la hiperconectividad casi las 24 horas del día, incluido en vacaciones o fines de semana.
No todas las personas son susceptibles de desarrollar una adicción a las pantallas, ya que para ello se requiere la presencia de una serie de factores, entre los cuales destaca la propia vulnerabilidad y predisposición particular del individuo. Sin embargo hay que tener en cuenta estas situaciones:
• Cuando la ansiedad comienza a ser evidente, acusada y persistente, generando una necesidad imperiosa de tener que revisar una y otra vez el móvil o la tableta, utilizar una determinada app o un absorbente juego.
• Cuando sentimos que la utilización del móvil o la tableta regula y condiciona de tal modo el funcionamiento de nuestra vida que comenzamos a tener problemas de tipo laboral, socio-afectivos e incluso de salud, motivados -por ejemplo- por restar horas al descanso, principalmente en la noche, al prolongar la conexión hasta altas horas de la madrugada, al no realizar ninguna actividad física debido a que cada vez nos queda menos tiempo libre, etc.
• Cuando nos encontramos enojados, exasperados y angustiados si no logramos conectar, falla el wifi, no funciona la app requerida o se corta la conexión.
• Cuando empezamos a sentir problemas de salud tales como irritabilidad en los ojos, molestias y contracturas en la espalda asociados a una mala postura o a un exceso de horas en idéntica posición, dolores de cabeza, etc.
1. Vivir y disfrutar intensamente el presente sin estar nunca más pendientes de inmortalizar un momento en un post o una imagen para compartirla inmediatamente con el círculo virtual de las redes sociales.
2. Estar abiertos al mundo y a lo que pasa alrededor de nosotros sin aislarnos con cascos para escuchar música cuando estamos en el metro o mirar fijamente una pantalla cuando paseamos por la calle.
3. Gozar de los placeres de una película o de un concierto sin estar pendientes de lo que está ocurriendo en Facebook o Twitter.
4. Saber escuchar a los demás sin interrumpir nuestra capacidad de concentración y distraernos mirando, sin necesidad, el teléfono.
5. Comprender que estar desconectado de vez en cuando significa estar conectado a lo que está ocurriendo ahora mismo en un presente que en muchas ocasiones nos olvidamos de vivir.