¿Estamos rodeados de psicópatas?
Los psicópatas están en cualquier parte, sí, pero eso no quiere decir nada, porque no son necesariamente peligrosos. Aprende a relacionarte con ellos.
Tantas veces hemos visto en el cine a psicópatas peligrosos y asesinos, que solemos pensar que ambas cosas van juntas. Pero no es así en absoluto. De hecho, la psicopatía afecta a entre el 1 y 3 % de la población, mientras que el porcentaje de criminales es muy inferior (y muchas veces se da en personas normales). Claro que, según un estudio de la Universidad de Bond (Australia), la cosa cambia un poco cuando de jefes se trata (sube a 1 de cada 5). ¿Pero cómo es exactamente un psicópata?
Lo que lo define por antonomasia es la falta de empatía. Es incapaz de ponerse en la piel del otro, de sentir como él, aunque eso no quiera decir que no entienda lo que los sentimientos significan para los demás.
Al contrario, lo sabe tan bien que finge con maestría y nos hace creer que es de otra manera con el único fin de manipularnos. Y es que estas personas ven a los demás como meros objetos, como una cosa que primero se usa y luego se descarta.
Otro de sus rasgos más comunes es que básicamente no sienten culpa ni angustia; carecen de conciencia moral, al menos de la que nos es común a la mayoría.
Si algo nos debe poner sobre aviso en ellos es la mezcla de manipulación emocional con la falta de control de los impulsos (dicho de otro modo, cuando primero te hacen sentir culpable y luego te sueltan un exabrupto totalmente desmesurado).
Otra característica habitual es el narcisismo y la sensación de que todo les está permitido, que ellos no tienen por qué pararse ante nada ni ante nadie.
¿Debo tener cuidado con estas personas?
¿Y por qué debes protegerte de personas así, si no tienen por qué ser necesariamente violentas ni peligrosas? Más allá de tus circunstancias personales (puedes tener a uno en casa, o haberte enamorado perdidamente de otro. No sería raro, saben bien cómo engatusar a los demás), no está mal que sepas que con ellos es muy difícil construir vínculos afectivos profundos, sanos y, sobre todo, simétricos.
Piénsatelo bien antes de confiar en ellos para cosas verdaderamente importantes (tenerlos como socios o confiarles un secreto, por ejemplo). Lo creas o no, ellos te utilizarán siempre.