Revista Mía

Qué son las isoflavonas y cuáles son sus beneficios

Aunque la industria alimentaria ha señalado a estos compuestos naturales de las plantas como un remedio natural, no existe consenso científico al respecto.

Hay palabras que uno lee y escucha ante que las reacciona de dos maneras: pasa sobre ellas saltando, como si fuera un charco a evitar, o se detiene, en la charla o en la lectura, y no para hasta saber su significado. Nosotros somos de estas últimas y las isoflavonas son nuestra próxima parada.

¿Algún lector sabe lo que son? Forman parte de etiquetados de alimentos, de anuncios y hasta de textos y charlas de divulgación, pero cuesta ubicarlas un mundo porque nadie nunca nos habló de ellas. Afortunadamente, con encajar un par de piezas se acaba el misterio, y eso es lo que vamos a hacer en las siguientes líneas.

Las isoflavonas son compuestos naturales específicos de las plantas que influyen de forma decisiva en su crecimiento pero según muchos estudios científicos también aportan valores terapéuticos al organismo de los seres humanos, de ahí que estén presenten en muchos productos y que se destaque su presencia en su composición para que los clientes lo sepan. Es un valor añadido para los alimentos que pueden presumir de tenerla, como es el caso de la naranja, la cereza, la uva y, sobre todo, la soja y sus derivados. Al estar presente en estas frutas, bebidas como el vino tinto también cuentan con isoflavonas en su composición.

Qué beneficios aportan a nuestro organismo

Según estos estudios, utilizados en su favor por la industria farmacéutica, se recomienda el consumo de isoflavonas especialmente a las mujeres en edad menopáusica porque realizan una función similar a la de los estrógenos en el organismo femenino, de ahí que sean una alternativa para reducir los síntomas de este período, entre ellos los sofocos.

Por otro lado, reducen el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares porque previenen la aparición de ateromas, lesiones que afectan a la capa interna de las arterias, y también ayudan a regular el colesterol. Del mismo modo, colaboran en la salud de la estructura ósea porque previenen la aparición de osteoporosis y reducen el riesgo de fracturas, y su fuerte capacidad de acción antioxidante es un aporte muy interesante para neutralizar los radicales libres causados por la contaminación y el estrés.

La cara B

Pero como ocurre siempre con los ingredientes milagro, los famosos remedios naturales, hay que prestar atención también a su cara B y comprobar si son veraces los estudios que el marketing ha argumentado para construir esta imagen de las isoflavonas entre la población. Y todo lo que podemos hacer al respecto para mantenernos neutrales es mencionar que también existen estudios publicados en revistas científicas muy prestigiosas como Archives of Internal Medicine e informes firmados por organismos especializados como los informes de la EFSA -Panel de Expertos en Nutrición, Alergias y Dietéticos de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA)- que desmontan todos estos supuestos poderes naturales de las isoflavonas, desde el primero hasta el último de los mencionados. En dichos informes se ponen en duda los estudios que apuntan a las isoflavonas como remedios naturales por tener graves defectos de carácter analítico y estadístico, de manera que conviene, cuanto menos, poner en duda aquellos productos que vendan sus bondades porque tienen isoflavonas.

Las uvas, las cerezas o la soja no necesitan recurrir a las isoflavonas para ser alimentos saludables, así que ahí tienes la pista que te indica el camino correcto para ayudar a la salud mediante la alimentación: una dieta rica en frutas y verduras en la que los ultraprocesados no formen parte de ella.

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