Revista Mía

Yogures con bífidus, ¿son tan buenos como parecen?

Los anuncios los venden como un producto maravilloso para la salud pero está por ver que realmente lo sean.

Los yogures con bífidus activo irrumpieron en el mercado de la alimentación, y en consecuencia en nuestras vidas, a bombo y platillo pero, ¿son tan buenos como dicen los anuncios?

La respuesta más próxima a ser acertada a esta pregunta sería algo así como que “está por ver”. Esto se debe a que no hay suficiente información científica que permita alcanzar un consenso al respecto entre los expertos.

El bífidus activo, o bífidus a secas, es la forma común en la que se llama a las bifidobacterias, un género de estos seres vivos que viven sin oxígeno, sin moverse y con tendencia a ramificarse. La energía que necesitan la obtienen a partir de materia orgánica muerta, y aunque no solo se ubican en el colon, son las localizadas en esta parte del cuerpo, las pertenecientes a la microbiota intestinal, a las que se refieren los yogures con bífidus, de ahí que se vendan como un alimento que ayuda a hacer la digestión, entre otras supuestas virtudes.

Dudas de su eficacia

Curiosamente, a nivel comercial el concepto de bífidus se relaciona rápidamente con el género de las bacterias que acabamos de describir, pero no así el de activo, un término que no queda claro por qué se utiliza por la industria alimentaria, aunque una teoría más o menos aceptada es que se refiere a la capacidad probiótica del yogur con bífidus porque se dice que sí sobreviven en lácteos como este. También los hay que contradicen esta afirmación, y este es uno de los motivos que explican por qué las dudas sobre la eficacia y el impacto de este producto no se hayan disipado hasta la fecha por más que los anuncios de televisión quieran convencernos de lo contrario.

Pero la duda no reside en las funciones positivas del organismo de las bacterias del género bifidobacterium, que se sabe que tienen una incidencia tal que se las considera necesarias para poder tener un buen estado de salud. Lo que se pone en duda, o sobre lo que no hay consenso, por verlo desde un lado más amable, es sobre su efecto a la hora de ingerirlas a través de un yogur.

Y es que, además de la razón recién citada para ello, hay algunos argumentos más para poner en cuarentena los supuestos beneficios de este alimento: por ejemplo, que no existen suficientes evidencias de que los probióticos resistan la acción del ácido estomacal y que tampoco las hay de que las bacterias ingeridas a través del yogur se implanten en el sistema digestivo.

Además, en los yogures, como en todos los productos fermentados de la leche, ya están presentes este tipo de microorganismos vivos sin necesidad de que se le añadan a su fórmula, que es a grandes rasgos lo que se hace al producir uno de los denominados yogures con bífidus.

En definitiva, no se trata de un producto alimentario que vaya a resultar negativo para la salud, pero queda camino por recorrer para despejar la incógnita de si tienen influencia positiva sobre ella.

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