¿Cómo asimilar los nuevos hábitos sin que generen ansiedad?
Este es el mes de cambiar de hábitos. Patry Jordán y su equipo nos ayudan a conseguirlo con calma, ¡evitando la ansiedad!
Los hábitos de vida saludable, como una dieta equilibrada, el ejercicio físico, evitar el estrés, cuidar tu salud mental… son acciones difíciles de instaurar en nuestro día a día y, más aún, considerando el entorno que nos rodea: una cultura de “lo quiero todo, lo quiero ya y sin esfuerzo”.
En esta sociedad impaciente se hace cuesta arriba adquirir o cambiar nuevos hábitos, no por su dificultad intrínseca, sino porque no les
damos el espacio suficiente para convertirlos en una costumbre’.
Así que, como cualquier proceso de aprendizaje, desde memorizar las tablas de multiplicar hasta hacer la declaración de la Renta, o en el
caso que nos concierne, aprender a comer bien y hacer deporte, todo ello requiere de tiempo y, con él, de mucha paciencia.
Por este motivo, vamos a ver los tres pilares fundamentales para asimilar los nuevos hábitos sin que generen ansiedad: velocidad, comparación y respeto.
Tendrás que echar el freno, o por lo menos, bajar tu ritmo. Uno de los grandes males de nuestra época es la obsesión por la velocidad. Nos hemos vuelto enemigos y enemigas de la lentitud y, desgraciadamente, perdemos de vista que lo más valioso de la vida siempre requiere tiempo.
Piensa en cada una de las metas que has logrado en tu vida. Seguramente, te habrás encontrado con muchos obstáculos y habrás necesitado mucho tiempo para conseguirlas. Lo mismo sucede cuando hablamos de hábitos de vida saludables: son objetivos que no se consiguen de la noche a la mañana. Baja tu ritmo y date este tiempo.
No te compares con otras personas. A veces, le dedicamos demasiado tiempo a otra gente, pensando en lo que están consiguiendo y comparándonos con ellos. Deja de hacerlo. Esto es contraproducente: solo compárate contigo mismo o contigo misma para seguir superándote.
De las demás personas solo vemos la punta del iceberg; no sabemos cuánto han sufrido para conseguir su meta, las inseguridades por las que han pasado o están pasando, cuáles han sido sus miedos…
Y, por último, y no menos importante, respétate. Permítete no estar siempre al 100 %, permítete no alcanzar la perfección -que, por otro lado, no existe-, permítete equivocarte… Lo mismo que le permites a los de tu alrededor, permítetelo a ti mismo o a ti misma.
En resumen, piensa que vivimos las consecuencias físicas y mentales de no saber esperar, de ahí que aparezcan conflictos personales e interpersonales, incluso enfermedades físicas asociadas a ese estrés. No todo es como queremos. Por ello es necesario encontrar alternativas, y sobre todo, tomarte tu tiempo, compararte contigo.