¿Cuál es el pescado azul de temporada que recomienda la OCU? Te lo descubrimos
Ricos en grasas saludables, principalmente en ácidos grasos omega-3, los pescados azules son tremendamente valorados tanto en la alimentación como en la cocina, por su sabor suave y textura. Te descubrimos cuáles son las principales recomendaciones de la OCU en este sentido.
Consiste en una grasa poliinsaturada, y se compone, a su vez, de dos ácidos grasos principales: EPA (ácido eicosapentaenoico) y DHA (ácido docosahexaenoico). Pero, ¿cuáles son los pescados más conocidos habitualmente por ser pescados azules? Son el salmón, la caballa, las anchoas, las sardinas y el arenque.
En lo que a los diferentes beneficios se refiere, se ha encontrado que el pescado azul, por su contenido en grasas saludables, puede ser particularmente interesante a la hora de proteger y cuidar la salud cardiovascular.
Por ejemplo, se ha demostrado en numerosos estudios que el ácido graso omega-3 ayuda a reducir el colesterol elevado y la presión arterial alta, disminuyendo con ello el riesgo de enfermedad cardíaca. También proporciona propiedades neuroprotectoras, especialmente en el caso de DHA, necesario para el correcto desarrollo y funcionamiento del cerebro.
Puede proteger las articulaciones ya que, naturalmente, es un buen antiinflamatorio, y se ha demostrado en varios estudios que ofrece cierta protección a las articulaciones, e incluso podría ser de mucha utilidad en la prevención de la artritis reumatoide.
Si deseamos seguir una alimentación lo más variada posible, no hay duda que el pescado azul se puede convertir en una opción nutritiva excelente, gracias precisamente a su aporte en grasas saludables. Pero la mejor forma de multiplicar sus beneficios saludables es diversificar los pescados que forman parte de nuestra dieta.
Hace algunas semanas, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) reivindicó una especie que forma parte de los conocidos como “pescados azules”, o “grasos”, y que en la mayoría de las ocasiones no tiende a aparecer como plato principal en la mesa de muchos españoles. Se trata de la caballa.
Lo más habitual es consumirla enlatada, y sus usos en la cocina casi son prácticamente los mismos que los del atún en lata. Sin embargo, este pescado puede ser un aliado perfecto para conseguir una ingesta de ácidos grasos omega-3 suficiente. Y, además, tiene muchos más usos de los que podríamos pensar en un primer momento.

Beneficios de la caballa
La caballa, por ejemplo, destaca por su alto contenido en omega 3, después de la palometa. Además, podemos encontrarlo en la pescadería con otros nombres, como verdet, verdel, estornino (aunque se trata de otra especie semejante), xarda o albacora.
Posee una piel lisa y brillante, de llamativo color azul verdoso. Y aunque se puede comprar y consumir todo el año, lo cierto es que su temporada más óptima la encontramos sobre todo entre los meses de marzo y mayo. Y su precio es verdaderamente económico, ya que suele tener un precio, fresco, de entre 4 a 8 euros, aproximadamente.
La frescura es fundamental
Independientemente de que compremos caballa o cualquier otro tipo de pescado, se consumen mejor frescos. Así, el primer paso es comprar la caballa en un lugar confiable, preferiblemente en nuestra pescadería de confianza.
A la hora de elegirla, es conveniente buscar caballa con los ojos claros (no vidriosos y de color blanco lechoso), y branquias de color púrpura brillante. Si es posible, también es recomendable oler el pescado. La caballa fresca tiende a oler ligeramente a mar salado, especialmente cuando ha sido recientemente capturada.
Cómo limpiar y destripar una caballa
Si has preferido comprar caballa fresca, en lugar de consumirla enlatada, el primer paso antes de cocinarla entera por cualquier método es limpiarla y destriparla. Lo cierto es que la caballa se caracteriza por ser un pescado muy fácil de limpiar.
Probablemente te resulte más sencillo hacerlo en el fregadero, dado que es aconsejable tener un poco de agua fría corriente a mano. Y, luego, el desorden y la suciedad será mucho más fácil de limpiar.
Solo debemos sostener la caballa con la mano, con el vientre hacia arriba y la cabeza más alejada de nosotros. Insertamos con cuidado la punta de un cuchillo muy afilado en la pequeña abertura que encontramos detrás del centro, y cortamos todo el camino hasta llegar a la cabeza. Colocamos el cuchillo y, con la ayuda de los dedos, retiramos el contenido que encontraremos en la cavidad abdominal, desechándolo. Seguidamente, lavamos la caballa bajo un suaVe chorro de agua fría. ¡Listo! Ya estará lista para cocinar.