Qué es realmente la sal ligera que se ha puesto de moda y qué opinan los expertos sobre su consumo
En los comercios podemos encontrar algunos tipos de sal que se venden como “sal ligera” y se promocionan con un menor contenido de sal. ¿Qué significa eso? ¿De qué están hechas para lograr tener un menor contenido de sal? Lo contamos a continuación.

La sal es, sin lugar a dudas, el condimento que más utilizamos en la cocina y que más se emplea también en los alimentos que compramos. Esto se explica sobre todo porque una de sus funciones es la de potenciar los sabores, es decir, realza el sabor de los alimentos.
Sin embargo, su consumo plantea también algunos inconvenientes. El más conocido es el que se relaciona con las enfermedades cardiovasculares. Un consumo excesivo de este condimento, aumenta la hipertensión y el riesgo de sufrir ese tipo de enfermedades. Por eso, muchas personas deben seguir una dieta baja en sal. Es aquí donde entra en juego el producto que protagoniza este artículo, la “sal ligera”.

¿Qué significa que la sal es “ligera”?
A la hora de comercializar y promocionar alimentos, no todo vale. Por ejemplo, existe una legislación que regula el uso de determinados mensajes. Entre ellos se encuentran los que se conocen como “declaraciones nutricionales” que, como su nombre indica, hacen referencia a la composición nutricional del alimento. Aquí se incluyen precisamente declaraciones como “ligero”, “light” o “reducido en”, que son equivalentes y que no siempre se refieren a lo que creemos.
Por ejemplo, cuando vemos en una mayonesa o en unas patatas fritas la palabra “light”, pensamos que significa que tienen menos grasa. Pero no tiene por qué ser así necesariamente. Esa palabra puede referirse a cualquier nutriente, como la grasa, el azúcar o la sal, por poner algunos ejemplos. Por eso debe especificarse a qué elemento se refiere ese mensaje.
Además, las palabras “light” o “ligero” no significan que el alimento tenga un bajo contenido de esos elementos (sal, azúcar, etc.). Lo que quiere decir realmente es que el producto contiene, como mínimo, un 30% menos que la versión convencional. Es decir, si unas patatas fritas normales contienen un 30% de grasa, su versión “ligera” o “light” en la que estos mensajes se refieran a la reducción de grasa, debe contener, como mucho, un 21% de grasa. Con la sal ocurre lo mismo, aunque en este caso se concreto se permite que la reducción sea de un 25%. Es decir, si unas patatas convencionales contienen un 1% de sal, su versión “ligera” o “light” en la que estos mensajes se refieran a este elemento, deben contener, como mucho, un 0,75% de sal.
Con la sal “ligera” ocurre esto precisamente. Como sabemos, la sal es cloruro sódico, así que la “sal ligera” debe contener, como mucho, un 75% de sal. ¿Se cumple este requisito? Parece que sí, porque las marcas que venden estos productos destacan un mensaje en el que se indica “un 60% menos de sal”. Pero esto nos deja algunas dudas. Por ejemplo, ¿qué composición tienen estos productos?
Composición de la “sal ligera”
Si nos fijamos en una de las marcas de “sal ligera” que más se venden, y más concretamente en su etiqueta, veremos que, según la información nutricional, contiene un 40% de sal. Pero así sigue sin quedar claro cuál es la composición del producto. Para saberlo debemos consultar la lista de ingredientes. De este modo podremos ver que el producto contiene un 40% de cloruro sódico, es decir, de sal convencional, y un 55% de cloruro potásico.
Contiene un 40% de cloruro sódico, es decir, de sal convencional, y un 55% de cloruro potásico.
Este es precisamente el “secreto” de este tipo de sales, que en realidad no deberían venderse como “sal ligera”, sino como “cloruro potásico con sal”.
El cloruro potásico también tiene la capacidad de potenciar los sabores, aunque en menor medida que el cloruro sódico. Pero se utiliza a veces como sustituto de este último como una forma de reducir el consumo de sal en la dieta.

¿Es recomendable sustituir la sal (cloruro sódico) por cloruro potásico?
El problema de la sal radica en su contenido en sodio. Este es el que se relaciona con problemas de salud, concretamente con enfermedades cardiovasculares, cuando se consume en gran cantidad. Por eso, a veces se plantea el cloruro potásico como sustituto de la sal, dado que no contiene sodio. Sin embargo, esto no siempre es una buena alternativa, sobre todo porque el potasio puede afectar negativamente a ciertas personas, especialmente a las que tienen problemas renales. ¿Cuál es la solución entonces?
La mejor solución pasa por reducir el consumo de sal. Para ello es necesario habituar a nuestro paladar y centrar la atención en los productos que más sal contienen, que son, sobre todo, alimentos procesados, como embutidos, quesos, conservas de pescado, salsas y platos preparados. Esto no solo es recomendable para las personas que ya sufren problemas cardiovasculares, sino también para el resto de la población. Para hacernos una idea, se recomienda no consumir más de 5 gramos diarios de sal, pero en España consumimos 10 g.