A quien se le pregunte por sus comidas favoritas, citará sin duda una de las que le hacían en casa de pequeño. Toma nota de estas claves para cocinar como lo hacía tu madre.
La cocina casera tradicional siempre triunfa. “Como las lentejas de mi madre, ningunas”. “Me gustaba el olor a cocido con el que me despertaba los domingos”. “No he comido unas croquetas tan ricas como las que hacíamos en mi casa”. ¿Qué tenía la cocina de nuestras madres o nuestras abuelas, que siempre quedaba tan rica? ¿Sabían hacer magia entre fogones? Hoy los tiempos han cambiado mucho, las mujeres están totalmente integradas en la vida laboral y la organización en casa ya no es como la de hace cuatro o cinco décadas. Por ejemplo, España es uno de los países donde más se come fuera (6 de cada 10 personas lo hacen actualmente). Ya no hay tiempo de hacerlo en familia o de tomar un menú casero, porque tiramos de cualquier cosa rápida.
Sin embargo, tomar ejemplo de muchas costumbres que se han visto (y comido) en el hogar cuando éramos pequeñas resulta el pilar perfecto para mantener una alimentación equilibrada y, sobre todo, disfrutar de la cocina.
No es excusa que no se te dé bien la cocina y pienses que tu madre simplemente “tenía mano” y tú careces de ella. Pese a lo que pueda parecer, y sin querer desmerecer complicadas recetas que se hicieran puntualmente para algún evento familiar, la mayoría de los platos que se cocinaban entonces eran sencillos y a veces no necesitaban tanto tiempo de preparación como de programación y de previsión.
Por ir más allá, la cocina de entonces también se caracterizaba por ser barata (de hecho, el poder adquisitivo era menor y muchas más familias que pasaban dificultades para llegar a fin de mes). Está claro que comer fuera a diario y tirar de alimentos preparados porque no hay tiempo para hacer la cena, sale bastante más caro.
Podemos emular a nuestras madres en muchos detalles (por ejemplo controlar los gastos a través de un presupuesto mensual, ceder poco a los caprichos a la hora de hacer la compra o aprovecharnos de las ventajas de internet para ahorrar unos eurillos) para recuperar costumbres, gustos y guisos de aquella cocina que nos trae tan buenos recuerdos. Aquí te traemos 12 claves para conseguirlo.
Controla las ofertas
Nuestras madres eran las reinas de las ofertas... ¿por qué no vas a serlo tú? En muchos supermercados te dan cupones descuento con el ticket de compra, normalmente para productos concretos en días limitados. También es muy común que tengan una app, un club de socios, tarjeta de amigo etc, con el que ahorrar un poquito en la factura final.
Remedios clásicos
Hay algunos que llevan con nosotros toda la vida. Remedios a los que nuestras madres les tenían mucha fe y que se relacionaban con algún alimento común en casa: cebolla para la tos, ajo para la circulación... Mantén estas tradiciones como el vaso de leche antes de irte a dormir o la miel cuando comienza un resfriado, según sugieren desde Kaiku Sin Lactosa. El primero es efectivo porque la leche contiene un aminoácido (triptófano) que ayuda al cuerpo a producir melatonina, que es la hormona del sueño. Por su lado, la miel funciona como antiinflamatorio y suaviza la garganta.
Inventa con lo que tienes
Incluso a nuestras madres les "pillaba el toro" en la cocina y una noche cualquier tenían que improvisar la cena en el último momento. Echa un vistazo a la nevera... y deja volar la imaginación. Un par de huevos, una patata, una lata de atún en conserva, unos guisantes... En el concepto "ensalada" cabe todo y si quieres algo caliente, una crema de verduras se prepara en un momento o incluso un wok, simplemente cortando en tiras esa pechuga de pollo solitaria y las verduras que quedan en el cajón. ¡Las sobras de otros días son un tesoro para ahorrar!
Aprovecha el tiempo en la cocina
Quizá estés pensando que tu madre tenía mucho más tiempo que tú para invertirlo en la cocina. Y puede que sea cierto. Pero también lo es que ellas eran las maestras en aprovechar el rato que empleaban. La regla de oro es ser eficiente preparando los menús semanales. Un buen truco de madre es preparar grandes cantidades de comida que se pueden congelar e ir consumiendo en las semanas siguientes. Instrumentos como la olla express te permiten grandes capacidades y hasta cocinar varias cosas a la vez, ahorrando tiempo y dinero. Luego solo tienes que redistribuir en tarteras.
Planifica el menú
Tómate un momento (por ejemplo el fin de semana) para sentarte y hacer una planificación de lo que tomaréis durante la semana. De este modo conseguirás que tu menú sea mucho más equilibrado e incluya carne, verdura, pescado, huevos, legumbres... ¡Y no pasa nada por repetir! Si preparas mucho arroz para el lunes, podrás tomarlo de otro modo el miércoles y no desperdiciar.
Practica el camuflaje
Una de las tareas más desagradecidas de cocinar para toda la familia y pretender que coman sano es intentar convencerles (sobre todo a los más pequeños) de que tomen alimentos que no les apetecen, pero son necesarios. Una de las mejores formas de preparar comidas saludables y que además contengan verduras o pescado (alimentos que suelen gustarles menos) es "encubrirlos" con varias técnicas, según sugieren en Kaiku: una bechamel ligera con leche, convirtiendo las verduras en cremas suaves o hacer hamburguesas de pescado. Al disfrazar los alimentos, les será más fácil de aceptar.X
Siempre productos frescos
Si echas la vista atrás, es raro que en tu casa hubiera espinacas de tarro o latas de menestra. Las verduras siempre eran frescas y se compraban en el mercado o el mercadillo semana. Una materia prima de calidad le dará un valor añadido a tus platos y eso se notará en el paladar y en la salud.
Platos de cuchara
Judías pintas, alubias, lentejas con chorizo (¿has probado a hacerlas en el microondas?), un buen cocido, potaje de garbanzos... Los platos de cuchara siguen teniendo muchos adeptos, pese a que cada vez los cocinemos menos en casa. Sin embargo, es un problema de planteamiento. Exceptuando quizá el sofrito inicial, son algunos de los platos más fáciles de preparar: todo a la olla, vigilar la cocción y sazonar cuando proceda...
Recupera la sobremesa
El acto de comer acompañado tiene beneficios: es una buena herramienta comunicativa y positiva, ya que asociamos el hecho de pasar tiempo con la familia o amigos, con una comida sana y satisfactoria, según sostiene Juan Cruz, de la Academia Navarra de Gastronomía y autor del libro "Teoría elemental de la gastronomía". Las comidas en familia no son siempre posibles, pero ¿qué tal si intentas reproducirlas a pequeña escala en el trabajo, con el tupper y tus compañeros?
Reutiliza lo que sobre
No hablamos solo de hacer ropa vieja con las sobras del cocido (que también, porque es un plato riquísimo). Seguro que tu madre hacía puré con las lentejas que sobraron, las consabidas croquetas o unas sopas de ajo para aprovechar el pan, ensalada con el pollo asado del domingo... Hasta el agua de cocer las verduras se puede reutilizar.
El sofrito, la base de todo
La base de la cocina de nuestras madres era un buen sofrito casero. Nada más fácil y más rico que un tomate, una cebolla y un humilde pimiento como base para tus guisos, salsas y guarniciones.
Haz la lista de la compra
Haz la lista de la compra... pero no en el último momento. Ve apuntando lo que vas agotando de la despensa y la nevera. Te sorprenderá comprobar que la compra así es mucho más efectiva, no gastas en caprichos y no olvidas nada. Por no hablar que es una de las bases para ahorrar.