La endibia, la lechuga, el cardo y la alcachofa forman parte de la misma familia, son las asteráceas, que se caracterizan porque sus flores están formadas por cientos y miles de flores diminutas. De hecho, las alcachofas son la cabeza floral de una variedad de cardo muy apreciada porque tienen un sabor intenso y a la vez muy delicado.
Aunque es una hortaliza muy presente en nuestra gastronomía, la alcachofa es originaria del norte de África, aunque España e Italia son los principales productores mundiales.
Aunque estén en conserva, se pueden preparar con ellas todo tipo de platos sin perder sabor ni nutrientes. Las alcachofas son ricas en fibra, vitamina C, ácido fólico, potasio, calcio, magnesio, manganeso y fósforo y destacan por ser una buena fuente de vitaminas B1, B3 y E esenciales para buen funcionamiento del sistema nervioso.
Quizá sus propiedades medicinales sean las más conocidas, en especial las relacionadas con su efecto diurético ya que combate la retención de líquidos. También su alto contenido en fibra favorece la digestión y ayuda al tránsito intestinal. Seguro que más de una vez has leído aquello de la “dieta de la alcachofa”, ¿verdad?
Pero, volviendo a sus propiedades ¿has notado alguna vez que después de comer alcachofas todo te sabe dulce? Sucede a causa de su contenido en cinarina, un compuesto que inhibe temporalmente nuestra percepción de los sabores dulces, así que cuando comemos algo distinto o bebemos agua retiramos la cinarina de nuestras papilas gustativas y todo nos parece mucho más dulce de lo que es en realidad.
Si prefieres comprarlas en el mercado antes que consumirlas en lata, un buen truco para no equivocarte eligiendo, es comprobar que tengan las hojas prietas y de color verde claro. Otro truco para ver si son o no frescas es apretar la alcachofa cerca del oído, si escuchas que cruje es perfecta. Una vez compradas, lo ideal para conservarlas es ponerlas en lugar fresco, por ejemplo, dentro de una bolsa de plástico en el frigorífico.
Si quieres saber más trucos y cómo cocinarlas de forma fácil y original, te damos muchas ideas en la siguiente galería.
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Una verdura que es una flor
¿Sabías que la alcachofa era una preciosa flor? En efecto, las alcachofas son la cabeza floral de una variedad de cardo muy apreciada porque tienen un sabor intenso y delicado.
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Cómo preparar las alcachofas
Ya en casa tenemos que prepararlas para saborearlas mucho mejor. Primero se quitan las hojas exteriores más duras y secas y las puntas si son muy duras. Con una cucharita se puede quitar la pelusilla del interior de la alcachofa.
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Evitar la oxidación
Podemos ir dejando cada alcachofa ya preparada en un bol con abundante agua fría y zumo de limón o vinagre para retrasar la oxidación.
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Alcachofas de lata
Si no tienes tiempo para comprarlas y prepararlas, puedes usar las de lata. Conservan todas sus propiedades y pueden sacarte de más de un apuro para una receta de última hora.
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¿Cómo cocinarlas?
Ahora que las tenemos listas, ¿cómo las cocinamos? Si queremos un efecto más crujiente, lo mejor será elegir el horno o la sartén. O podemos elegir hacerlas al vapor o hervidas, que quedan mucho más tiernas.
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Incluye las alcachofas en la pizza
Una buena base, un buen queso, tal vez un poquito de albahaca y aceite de oliva. El parmesano le va muy bien a nuestra verdura de temporada, no dudes en ponerle en cualquier momento.
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Alcachofas al horno salteadas con jamón
Puedes ponerles una pizca de aceite y añadir las hierbas que prefieras, junto con una pizca de sal. Hazlas a 200ºC y sácalas cuando estén tiernas y doradas (algo más de media hora).
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Alcachofas fritas
Las alcachofas pueden absorber mucho aceite si las hacemos fritas, así que es mejor hacerlas con poco aceite, en una sartén antiadherente, a fuego medio-bajo y tapadas. Es una preparación muy sencilla, solo hay que darles la vuelta cada 5-6 minutos.
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Alcachofas rellenas
Rellénalas de lo que quieras. Cuece las alcachofas y luego fríelas si quieres. Incluso podrías utilizar algo de tempura. Después rellénalas con la salsa que más quieras. Desde una bechamel a un sofrito con carne. Da igual, son la base perfecta.
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Puré de alcachofas
¿Y un sencillo puré de alcachofas? Solo tienes que sofreír cebolla, luego sofreirlas troceadas con la cebolla. A continuación cubrirlas con agua o caldo (a ras) y cocinarlas hasta que estén tiernas (10 -15 minutos). En otra olla puedes cocer unas patatas peladas y troceadas y luego solo tienes que triturar las alcachofas con el agua de la cocción -si es mucho, retira una parte- y con las patatas. Para darle textura al puré puedes añadir un poco de mantequilla o de aceite de oliva y seguir triturando y ajustar la consistencia con nata o leche. Ya si quieres triunfar, fríe unas hojas tiernas de alcachofa y colócalas como toppings en la superficie. ¡Esta crema te va a encantar!
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Alcachofas con gambas
Puedes preparar unas alcachofas deliciosas con gambas salteadas y cebolla caramelizada, que le aportará dulzor a esta receta. Riega el guiso con un poco de vino para cocinar y después, añade limón si quieres.
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En licuados
La alcachofa se usa mucho como ingrediente de licuados diuréticos. Te pasamos una receta que te encantara si eres fan del coco. Coloca en la licuadora agua de coco, junto con ramas de apio picada, fresas y alcachofa partida en varios pedazos. Licua por unos instantes y listo.
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Tortilla de alcachofas
Con espárragos, calabacín, jamón... la alcachofa puede ser el ingrediente estrella (junto a otros o en solitario) de una tortilla. En esta receta puedes usar las de lata, tendrás una receta sencilla y muy saludable en muy pocos minutos.
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Quiché de alcachofas
Esta quiche casera con alcachofa es un auténtico manjar. También puedes incluir otros ingredientes como champiñones, jamón o queso de cabra.
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Ensaladilla con alcachofas
Esta deliciosa ensaladilla cuenta con los ingredientes tradicionales (patata, mayonesa, huevo cocido, atún, zanahoria...) aunque el toque especial lo aportan los corazones de alcachofas cocidos, de lo más sabrosos.