Las frutas y verduras son imprescindibles en una dieta equilibrada. Según la Organización Mundial de la Salud, debemos consumir al menos dos raciones de fruta y tres de verdura al día. Entre sus beneficios se encuentra su elevado aporte de vitaminas, su riqueza en fibra, antioxidantes y minerales. Son, por tanto, esenciales para el correcto funcionamiento del organismo.
Se ha demostrado que tanto frutas como verduras, ambas pilares de la dieta mediterránea (una de las más saludables del mundo) son estupendos alimentos para prevenir enfermedades cardiovasculares, trastornos digestivos, algunos tipos de cáncer y enfermedades neurodegenerativas, además de ayudarnos contra el sobrepeso y la obesidad, pues su aporte calórico suele ser muy bajo.
Aunque todos somos conocedores de sus múltiples bondades para la salud, a menudo descuidamos su consumo. Normalmente acordándonos de ellas cuando nos ponemos a dieta, pero siempre deberían estar en nuestros menús diarios. A veces sucede que nos da pereza consumir fruta y verdura porque no sabemos cómo cocinarlas y acabamos recurriendo a platos sosos que nos hacen pensar que este tipo de alimentos son aburridos, pero lo cierto es que no tienen por qué serlo si sabemos cómo sacarles partido. Otras ocasiones, el ritmo de vida que llevamos hace que acabemos recurriendo a otras opciones más rápidas para no tener que perder tiempo cocinando. Alternativas que, por lo general, suelen ser mucho más calóricas y menos saludables.
Aportar a la dieta esas cinco raciones de fruta y verdura necesarias no es tan complicado. Si eres de esas a las que comer fruta y verdura les da mucha pereza, aquí encontrarás algunas ideas que te facilitarán un poco esta tarea. Sustituir las patatas fritas por una guarnición con ensalada, llevar siempre fruta a mano para matar el gusanillo o sustituir los platos de pasta por su versión verde son buenas ideas para introducir estos alimentos saludables en nuestra dieta. Y no, bebernos un zumo de naranja no es lo mismo que comernos la fruta entera, aunque en muchas ocasiones pensemos que sí.
Te proponemos ocho ideas apetecibles para empezar a introducir más fruta y verdura en tu dieta, y mejorar tu alimentación. ¡Ya no hay excusas!
Ten siempre fruta a mano
Fresas, cerezas o plátanos son, además de deliciosas, frutas fáciles de comer que te servirán para matar el gusanillo a media mañana. Llévalas siempre contigo y de esta manera no recurrirás a opciones menos saludables de la máquina de la oficina. Si lo que te apetece es algo salado, siempre puedes hacerte con una de esas tarteras con compartimento para salsas y llevar palitos de calabacín y zanahoria para mojar en hummus.
Sustituye pasta por verdura
Una buena idea para introducir más verdura en tu alimentación es sustituyendo algunas comidas que sueles comer por su versión verde. Por ejemplo, en lugar de los típicos espaguetis, puedes optar por espaguetis de calabaza o calabacín. Si no te acaban de convencer y no quieres renunciar a tu plato de pasta, también puedes optar por rebajar un poco la cantidad añadiendo más verduras en su lugar.
Pon más verde a tus bocadillos
Los bocadillos no tienen por qué ser una comida poco saludable. Rodajas de tomate, pimientos del piquillo o asados, un poquito de espinacas o lechuga son algunos de los ingredientes que puedes añadir con los que mejorarás tus bocatas no solo a nivel nutricional, sino también en lo referido a su sabor.
Sustituye las patatas fritas por verde
Hay vida más allá de las patatas fritas de acompañamiento que solemos comer con la carne o el pescado. Si quieres comer más verdura, una buena manera de acostumbrarte es sustituir estas patatas por alternativas verdes visualmente apetecibles y no simplemente hervidas, porque te costará mucho más comértelas. Por ejemplo, unos espárragos trigueros al horno con limón y sal pueden ser una excelente guarnición.
Da vidilla a tus ensaladas
Uno de los motivos por los que nos cuesta comer ensalada (y verduras en general) es porque tenemos la idea de que son aburridas. Si siempre nos hacemos la típica ensalada con lechuga y tomate es normal que pensemos así, pero lo cierto es que no tienen por qué serlo si cambiamos la manera de prepararlas. Una ensalada variada bien hecha puede ser un plato único perfecto si añadimos semillas, frutos secos y elementos de carne como pollo, carne asada o incluso pescados como salmón. Cambia el típico aliño de aceite y vinagre por un poco de hummus, guacamole o una vinagreta y notarás la diferencia.
Ten botes de verduras en conserva siempre en la despensa
Pimientos, guisantes, alcachofas, espárragos, alcachofas o menestras enteras son algunos de los botes de verdura que convendría tener siempre a mano en la despensa, pues te salvarán de más de un apuro. En muchos casos, al estar ya cocinados, son una estupenda opción para comer saludable si no tenemos mucho tiempo o simplemente nos da pereza ponernos a cocinar.
Aprovecha los restos de fruta para otras recetas
Ese plátano negro que ya no se come nadie o la típica manzana con la que no sabemos qué hacer muchas veces acaban desperdiciándose. Los chutneys son una buena opción para esa fruta que corre el riesgo de quedarse mustia en la nevera, pero también lo son mermeladas o compotas que pueden servirte para acompañar tus platos. Además, hay recetas dulces con las que puedes darle salida a la fruta a punto de estropearse, como un bizcocho de plátano o zanahoria.
Ten a mano fruta congelada
Si eso de estar pelando y cortando fruta todos los días te da pereza, un buen truco para no dejar de comerla es congelarla para tenerla siempre a mano. Los frutos rojos, las uvas o los plátanos están realmente deliciosos congelados y batidos con un poquito de cacao en polvo o canela.