¡Ay, qué calambre!
Molestan, duelen y producen hormigueos pero, ¿sabes a qué se deben? Te lo contamos
¿Quién no lo ha gritado alguna vez?, ¿sabes a qué se deben y en qué se diferencian de los hormigueos? Te contamos cómo evitar los calambres musculares.
¿Qué es un calambre?
“Se trata de contracciones musculares dolorosas e involuntarias [no se pueden controlar] que se producen durante el reposo”, explica el doctor Fernando Ávila España, miembro de TopDoctor.es. No solemos prestarles mucha atención, pero “pueden llegar a ser incapacitantes”, como explican en la Clínica Mayo de Estados Unidos.
Cualquiera de los músculos que están bajo nuestro control voluntario puede sufrirlos, pero lo más habitual es que aparezcan en las piernas (concretamente, en el gemelo) y en los pies (en la planta).
El mismo experto responde: “se producen por causas muy variadas. Desde enfermedades congénitas hasta alteraciones de los líquidos y los electrolitos en el organismo, abuso del alcohol, pasando por etapas vitales como el embarazo, enfermedades del sistema endocrino como la diabetes, como parte de los efectos secundarios de los fármacos antagonistas del calcio [es decir, que lo bloquean], de los diuréticos, de medicamentos para combatir el colesterol, por un riego sanguíneo inadecuado, tener la menstruación, compresiones de los nervios, como la que produce la ciática, y también por deficiencia de ciertas vitaminas y ciertos minerales en la dieta, como en los casos de anemia...”.
Los calambres también son uno de los síntomas de la hipoglucemia (cuando el azúcar en sangre baja), “e incluso también puede ocurrir que no llegue a establecerse qué los provoca y, entonces, se los denomina idiopáticos”.
La respuesta es sí y hay que matizar varias causas. Una de ellas es la deshidratación y los desequilibrios electrolíticos que se producen al perderse agua y sales minerales (sobre todo, sodio) durante el esfuerzo y por la sudoración. También pueden producirse por no haber preparado los músculos previamente (siempre hay que hacer calentamientos y estiramientos antes y después, al menos 5 minutos). Otra causa habitual es no tener reservas de energía (no haber tomado durante el día suficientes hidratos).
Además de calentar y estirar antes y después del entrenamiento, hay que llevar una dieta variada y rica en nutrientes (verdura, fruta, pescado, frutos secos, legumbres, cereales integrales..) y beber suficiente agua antes y durante el ejercicio (las bebidas isotónicas facilitan la recuperación de las sales minerales).
“Médicamente se conocen como parestesias, y se deben a la comprensión de las raíces sensitivas de los nervios cuando pasan por las ‘correderas anatómicas’ [túnel metacarpiano, por ejemplo]. Así, si el calambre es una contractura muscular espontánea y dolorosa, las parestesias son sensaciones desagradables, como si nos estuvieran clavando alfileres”, explica el doctor Ávila.
Además, pueden deberse al entumecimiento, cuando, por ejemplo, mantenemos durante mucho tiempo la misma postura, ya que acusamos la falta de riego sanguíneo. Esto sucede en enfermedades como la arterosclerosis, cuando se tienden a acumular placas que impiden un buen riego sanguíneo, o en las hernias discales, ya que la presión que se ejerce sobre los nervios de la espina dorsal es alta.
En primer lugar, acudir al médico para que realice un diagnóstico y poder tratar la causa concreta. Cuidar la alimentación (para prevenir el colesterol, por ejemplo: tomar Omega 3, 6 y 9, no abusar de las grasas saturadas presentes en la carne y sus derivados, etc.).
¿Lo mejor?, ¡tomar magnesio!
Es uno de los minerales más importantes para el organismo (afecta a cerebro, corazón, músculos...) y previene los calambres. Búscalo en plátanos, nueces, soja, castañas...¡Que no te falten 320 mg. al día!
Por Carmen Sabalete