Revista Mía

¡Recupera el Deseo de Vivir!

Nuestro colaborador Bernabé Tierno, psicólogo experto en pensamiento positivo, nos da las claves para salir adelante y recuperar las ganas de vivir tras una perdida importante. Cuando...

Nuestro colaborador Bernabé Tierno, psicólogo experto en pensamiento positivo, nos da las claves para salir adelante y recuperar las ganas de vivir tras una perdida importante.

Cuando fallece alguien cercano, la mayoría de la gente vuelve a la rutina cotidiana tras un periodo razonable de duelo pero hay personas para que las que esa incorporación a la vida de antes resulta imposible. Apenas salen de casa, toman antidepresivos y ansiolíticos y son incapaces de comprender que la vida sigue y que no sirve de nada instalarse en el sufrimiento para siempre. Es más, montan en cólera cuando les invitan a reconsiderar su actitud autodestructiva y a que piensen en ellos y en sus seres queridos, que todavía están vivos y a los que tiene abandonados.

Pesimismo, autodestrucción, enfermedad...

La persona que se ha instalado en el sufrimiento, activa permanentemente los pensamientos, sentimientos y actitudes pesimistas, paralizantes y de dolor crónico. Desarrolla la necesidad de ir contando sus penas a todo el mundo en busca de compasión. El pesimismo crónico que la domina la ha llevado a dejar de relacionarse con los demás, de salir y de hacer ejercicio, por lo que sus defensas físicas y psicológicas cada vez bajan más y van apareciendo síntomas de enfermedades que antes no padecía (taquicardias, ansiedad, estrés anticipatorio).

Las circunstancias, el dramatismo y los pensamientos irracionales son los que rigen su existencia, y esa actitud negativa acaba contagiando al resto de la familia. La pérdida de un ser querido se acaba convirtiendo en una tragedia porque no se es capaz de asumir que la muerte puede llegar en cualquier momento y que, ante esa realidad, no cabe otra actitud que la aceptación y la serena resignación.

Cualquier especialista sanitario sabe que quienes permiten que un hecho triste y doloroso se cronifique acaban por enfermar gravemente. Aunque no sean conscientes, ellas son su peor enemigo, pues se niegan a admitir que su actitud autodestructiva les está perjudicando seriamente.

Es evidente que estas personas se niegan a aceptar dos realidades: la muerte de su ser querido y la actitud autodestructiva que ha tomado ante la vida. Esta falta de aceptación es la causa de su preocupante estado físico, psíquico y emocional, y debe ser un psicólogo clínico bien experimentado quien le haga ver la realidad y la empuje a salir de su estado.

La solución: mirar el futuro con esperanza.

Bernabé Tierno afirma que "cuando me encuentro con personas pesimistas que, al proponerles soluciones esperanzadoras, responden con un: “Sí, pero...”, intento convencerles de que cambien de actitud con el siguiente argumento: “Si te buscas la vida, la vida te buscará a ti y será tu gran amiga y compañera. Pero si la abandonas, si no la celebras con esperanza e ilusión, se cansará de ti y te abandonará”. A veces, un accidente, una grave enfermedad o cualquier desgracia nos arrancan de los brazos vigorosos de la vida y ocurre lo inevitable, pero es un hecho que hay que admitir, centrándonos únicamente en disfrutar y vivir plenamente cada minuto de nuestra existencia, porque es el bien más extraordinario que podemos tener.

5 sencillos pasos para encontrar la solución:

1.Tomar conciencia de la situación. La pérdida de una persona querida es un terrible drama, pero también un hecho al que, tarde o temprano, debemos enfrentarnos y superar para seguir viviendo con ilusión.

2. Aceptar los hechos como son. Hay que evitar recrearse en una actitud autodestructiva que puede bloquear toda posibilidad de recuperación y llegar a enfermarnos.

3. Hacer ejercicio físico y salir de casa. Es necesario huir de la tentación de encerrarse; al contrario, conviene dar largos paseos al aire libre y frecuentar a personas positivas que nos estimulen a avanzar.

4. Buscar una nueva razón para vivir. Aprender alguna habilidad nueva, estudiar, dedicarse a alguna labor social, sentirse útil...

5. Reprogramar el pensamiento. Practicando relajación se puede focalizar la mente en todo lo bueno que nos queda por vivir.

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