Revista Mía

Enfermedades Comunes. ¿Qué le Funciona a los Médicos?

Los profesionales de la medicina no son inmunes a las molestias y las enfermedades, pero tienen trucos para cuidarse. Conoce cómo se tratan a sí mismos cuando se sienten mal. La mayoría de los médicos...

Los profesionales de la medicina no son inmunes a las molestias y las enfermedades, pero tienen trucos para cuidarse. Conoce cómo se tratan a sí mismos cuando se sienten mal. La mayoría de los médicos pecan de estoicismo a la hora de cuidarse, minimizando los problemas. Tú no los agrandes, pero observa qué te dice tu cuerpo.

Los médicos tienen fama de malos enfermos, sobre todo cuando hablamos de enfermedades graves, porque suelen banalizar sus síntomas y pedir ayuda tarde”, señala Salvador Tranche, vicepresidente de semFYC (Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria; semfyc.es). “Sin embargo, algo que hacen muy bien y que podría copiar cualquier persona sin problemas de salud es autotratarse ante síntomas de problemas menores”. ¿Podemos aprender de los remedios que usan consigo mismos? Claro que sí. Esto es lo que hacen:

¿Frenar un dolor de cabeza? Paracetamol.

“Yo tomaría paracetamol, porque se tolera bien y tiene menos efectos secundarios”, explica el doctor Moisés Robledo, de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). “A la hora de tratar una cefalea, lo mejor es abordarla de una forma global. Además de medicamentos, necesitamos que nuestro médico nos explique por qué nos duele la cabeza y descubra las circunstancias –los hábitos de vida y otras patologías que puedan incidir–”, añade el neurólogo David Ezpeleta, del Hospital Universitario Quirón Madrid.

Ante un catarro: antitusivos y analgésicos.

El 20 % de los resfriados comunes ocurre en verano, según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). Llevar una vida activa que fortalezca el sistema inmunológico es lo que aconsejan los expertos de SEPAR, además de evitar los cambios bruscos de temperatura, que predisponen. ¿Para mantenerlos a raya? Paracetamol y antitusivos. “Sólo habría que consultar con un médico si tenemos dolor en el pecho, dificultad para respirar o fiebre alta”, dice el doctor Tranche.

Para un ataque de ciática: paciencia y dieta sana.

“Dejo de cenar fruta para que no fermente en el intestino y no produzca una dilatación que presione el nervio ciático”, explica la naturópata Ana Moreno. Por lo demás, aplicar calor y moverse lo menos posible durante la crisis. “Sólo hay que consultarnos si no puedes moverte o tienes hormigueo en una extremidad”, dice Tranche.

¿Colesterol alto? Nada de precocinados ni dulces.

“La hipercolesterolemia es uno de los factores de riesgo de las enfermedades cardiacas que mejor puede prevenirse con una buena alimentación”, explica el cardiólogo Leandro Plaza, presidente de la Federación Española del Corazón. Sólo hay que pensar que durante las Navidades o las vacaciones de verano nuestros niveles suelen subir, fácilmente, un 10 %. Por eso, agrega: “Evitar los excesos es fundamental”. Si sabes que tienes los niveles disparados, cambia tu dieta y tus hábitos y repite la analítica a los tres meses. “Entonces, el médico valorará el tratamiento a seguir”, dice el doctor Robledo.

Hipertensión: menos sal.

“Lo arreglo eliminando la sal; así baja de forma rápida y, si me sobra algún kilo, intento adelgazar y hacer más ejercicio”, explica Salvador Tranche, que recomienda volver a medirla a los dos meses, para ver si se ha moderado. “La ingesta excesiva de sal (y en España tomamos el doble de lo que recomienda la OMS: 1,5 gramos al día) y el reducido aporte de potasio condicionan, con la obesidad y el sedentarismo, que la hipertensión sea un problema en nuestro país”, dice la doctora internista Nieves Martell, presidenta de la Sociedad Española contra la Hipertensión. ¿Su remedio? También reducir el consumo de sal (el 80 % de la que tomamos proviene de las conservas y precocinados). La doctora Martell recomienda: “Si eres hipertensa, aprende a medirte la tensión en casa; te familiarizarás con tu problema y serás más consciente de él”. Y ojo si tomas fármacos: los antiinflamatorios y los corticoides pueden subir la tensión arterial. Tenlo en cuenta antes de alarmarte.

Cuando les duelen los huesos: más sol y ejercicio.

“Funciona muy bien aumentar la actividad física pero, claro, yo no tengo artitritis ni artrosis (en las que sí deben intervenir los expertos); también, tomar lácteos y el sol de forma moderada y aparcar el tabaco y el alcohol. Analgésicos como el paracetamol pueden aliviar”, explica el doctor Robledo. Y advierte que hay que evitar los antiinflamatorios de forma continuada por sus riesgos, sobre todo a nivel digestivo y renal.

Molestias estomacales: probióticos y omeprazol.

“Los medicamentos como el omeprazol son hoy un pilar fundamental para el tratamiento de problemas digestivos relevantes, como las úlceras gastroduodenales, la dispepsia o la esofagitis”, señala el doctor José María Pallarés, de la Fundación Española del Aparato Digestivo, “pero siempre deben ser tomados con prescripción médica, pues son peligrosos para aquellos pacientes con problemas renales”. Hay que distinguir entre un dolor de estómago ocasional, por algo que nos ha sentado mal y que normalmente viene acompañado de diarrea, “en el que hay que hidratarse mucho y seguir una dieta blanda durante algunos días, incluso tomar sólo líquidos las primeras 48 horas”, como señala el doctor Tranche, de las molestias estomacales reiteradas, que responden bien a los antiácidos o al omeprazol.

Para estos últimos problemas, la naturópata propone una reeducación de hábitos: comer despacio, tomar alimentos sanos y ligeros... “Yo, ante cualquier molestia estomacal, tomo probióticos y zumo de aloe vera”, señala.

Si están estresados: moverse más y desconectar.

“Personalmente, lo que más y mejor me funciona es hacer ejercicio al aire libre”, dice la naturópata. “El tratamiento del estrés y la ansiedad nunca puede basarse sólo en fármacos, pues su origen no es sólo físico”, señala el doctor Antonio Cano Vindel, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés. Y agrega: “Ante los primeros síntomas, yo recomiendo una intervención psicológica de baja intensidad, en la que la clave sea la reeducación”. Para el doctor Robledo, “algunas infusiones, como valeriana, tila, pasiflora..., pueden ser útiles”. Respecto a los tratamientos farmacológicos contra la ansiedad, todos los expertos coinciden: siempre hay que seguirlos bajo prescripción médica o psiquiátrica y mantenerlos el mínimo tiempo posible.

Dolor de espalda: descansar.

“Yo intento hacer todo el descanso posible (aunque sea algo relativo), evito coger peso y me tomo un analgésico o un antiinflamatorio”, cuenta Salvador Tranche, que no recuerda haber consultado con ningún compañero por este problema. “A no ser que lleve varios días tomando medicación y no se pase”.

LOS ERRORES que solemos cometer los ‘profanos’.

Para los médicos, estas son nuestras meteduras de pata más comunes: acudir demasiado pronto a la consulta (muchas veces, si no saben cómo ha evolucionado la molestia en 48 horas, no saben cómo tratarla); tomar antibióticos no prescritos; dejar de tomar la medicación porque nos sentimos mejor; no preguntar si se dan interacciones entre la medicación y la alimentación; no ajustar bien las dosis (a veces, al cambiar de marca de fármaco, hay que corregirlas).

OJO CON LOS SÍNTOMAS. No siempre son lo que parecen.

“La principal estrategia es prevenir, actuar ante los primeros signos de alerta. Los valores alterados de las analíticas, el dolor, una diarrea o una tos persistentes son una señal de que algo en nuestro cuerpo no va bien. Una sed inusual o un hambre extrema pueden hacernos sospechar de una elevación del azúcar en  sangre, o un dolor de cabeza, deberse a una subida de la presión. Sin embargo,  la diabetes, el colesterol o la hipertensión no suelen avisar. Un problema puede tener diferentes orígenes y es básico conocerlos para tratarlo correctamente; por ejemplo, un colesterol alto puede deberse a malos hábitos alimentarios, pero también al hipertiroidismo, problemas biliares o a una predisposición genética. La hipertensión, a su vez, puede ser una señal de mal funcionamiento renal o de una anomalía en las arterias. Consulta con tu médico”.

Mercè Barau, responsable del grupo de Atención Farmacéutica del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona.

Por: Toni A. Neila.

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