¡Me pitan los oídos!
Es más normal de lo que creemos (el 20% de la población ha escuchado alguna vez estos ruidos, aunque sólo el 6 % los oye de forma persistente) y más que una enfermedad, es un síntoma de que algo no va...
Es más normal de lo que creemos (el 20% de la población ha escuchado alguna vez estos ruidos, aunque sólo el 6 % los oye de forma persistente) y más que una enfermedad, es un síntoma de que algo no va bien. Los ruidos industriales y escuchar música muy alta también pueden provocar esos molestos pitidos que, si persisten, pueden hacernos entrar en una espiral que nos impida llevar una vida normal (puede provocar estrés, trastornos del sueño y depresión).
A pesar de corregir la causa, en la mayoría de los casos no desaparecen esos ruidos, zumbidos o pitidos que en realidad se llaman acúfenos (tinnitus). Los ansiolíticos, la reeducación sonora y las terapias psicológicas pueden ayudar. “La percepción de sonido en ausencia de un estímulo sonoro externo real”, explica la doctora Isabel Asarta, especialista en Otorrinolaringología del Hospital Quirón Teknon (de Barcelona) y experta en Diagnóstico y Tratamiento de Acúfenos. ¿Sabes a qué se deben? ¿Y cómo solucionarlos? Te lo contamos.
¿Qué es un acúfeno?
No es una enfermedad propiamente dicha, sino más bien un síntoma que puede indicar la presencia de otros problema de salud, ya sea en los oídos (un tapón de cera) o en otra zona. A veces escuchamos pitidos, otras zumbidos, pero ¿es lo mismo? La doctora Asarta explica: “Ambos son maneras de expresar la sensación que se siente. El pitido es un tipo de acúfeno de frecuencia aguda y el zumbido de frecuencia grave”. Este sonido puede ser continuo o intermitente y también escucharse en un solo oído (unilateral), en los dos (bilateral) o incluso en toda la cabeza. “Se debe a la estimulación espontánea de la corteza auditiva por una vía diferente al estímulo sonoro externo”, agrega la doctora.
Pero, ojo, tampoco es que escuchemos sonidos internos: “El cuerpo en funcionamiento genera ruido y a veces podemos percibir los sonidos del propio organismo, como el latido del corazón, los espasmos vasculares, los crujidos articulares... Esto no son acúfenos”, dice la doctora. Entonces ¿qué los provoca? Aunque sus causas pueden ser numerosas (diabetes, depresión, alergia, hipertensión, hipertiroidismo...), las más comunes son tres:
Lesiones auditivas
Muchas veces el ruido aparece antes de la pérdida de audición. Así, suele presentarse ante lesiones auditivas que impiden oír bien. Por ejemplo, infecciones óticas, vértigo de Menière, diversas enfermedades del oído externo, medio o interno...
¿Qué puedes hacer? Acudir al otorrino para que valore tu estado. “Lo primero es averiguar la causa y tratarla”, dice la experta. Porque el problema es que se cronifique el ruido, ya que la alteración termina afectando al sistema nervioso central, el hipocampo y la amígdala, que alteran el sonido y lo aumentan. Y, entonces, es necesario recurrir a tratamientos que actúen sobre el sistema nervioso central, como los fármacos antidepresivos o los ansiolíticos.
Los malos hábitos posturales, sobre todo los que afectan a la musculatura de la mandíbula y las cervicales, como el bruxismo (rechinar los dientes al dormir), una mala colocación de la mandíbula (maloclusión), sufrir artrosis cervical o contracturas... pueden provocar acúfenos.
¿Qué puedes hacer? De nuevo, visitar al otorrino para que realice un diagnóstico y valore qué dolencia puede provocar el ruido. Luego, solucionar el problema base. Acudir al odontólogo, osteópata o fisioterapeuta.
“De todas las causas posibles, el estrés es la más común”, apunta la doctora Asarta. Así, está comprobado que las personas con acúfenos presentan una actividad mayor en la corteza cerebral auditiva y en el área límbica, que es la parte del cerebro encargada de gestionar las respuestas a los estímulos emocionales.
¿Qué puedes hacer? Atenuar tu nivel de estrés o ansiedad, practicando relajación, meditación, yoga o taichí. También puedes probar enmascarando ese ruido interno con música suave a bajo volumen o incluso con un humidificador. Si te resulta especialmente molesto al irte a dormir, procura hacerlo con la cabeza levantada, en una posición algo elevada y evitar el consumo de café, alcohol o tabaco (es decir, de estimulantes). Y, sobre todo, no te pongas tapones intentando acentuar la sensación de silencio (puedes, sin querer, incrementar la sensación del acúfeno).
“Dada la diversidad de causas y tipos de acúfenos, el tratamiento puede ser muy variado, pero siempre personalizado a cada persona”, explica. Cuando el acúfeno no desaparece, a pesar de eliminar la causa principal, se suele proceder con tratamientos ansiolíticos, reentrenamiento sonoro (una especie de audífono que emite sonidos para disimular el que se escucha o que amplía los externos), apoyo psicológico (terapias cognitvo-conductuales para aprender a gestionar un problema que pocas veces tiene solución), acupuntura o relajación para aliviar el estrés.
¿Ayuda algún tipo de fármaco?
La doctora Dra. Isabel Asarta nos dice que: “Es difícil decir si hay un fármaco que ayude en este síntoma cuyo origen puede ser muy diverso. Pero dado que generalmente en su aparición o en su cronificación el estrés es determinante (el factor que aparece asociado con más frecuencia), los tratamientos ansiolíticos son los que mejores resultados obtienen. De todos ellos, podríamos destacar tres: el alprazolam, el clonacepam y la melatonina”.
Por: Carmen Sabalete.