Susan Sarandon, siempre atrevida y polémica

Susan Sarandon, la Louise de la rebelde pareja, hace honor al mito cinéfilo.
Puede que hayas visto su última película (Una madre imperfecta), pero lo que es seguro es que vas a oír su nombre, porque últimamente (o como siempre) no se calla una. Precisamente es eso lo que nos encanta de ella: que cada vez que habla, ‘sube el pan’, porque los temas que la sociedad invisibiliza, ella los lleva por bandera (desde la crisis de los refugiados hasta el de ‘¿por qué no puedo llevar un escotazo por tener 68 años?’). En los Óscar reafirmó su antipatía por Woody Allen porque "abusó sexualmente de una niña" y en The Times dijo que estaba cansada de que el porno fuera "brutal" para las mujeres, así que cuando no quisiera actuar más, se dedicaría a hacer uno mejor.

Susan Abigail Tomalin (léase Susan Sarandon -4 de octubre de 1946-) se crió en Nueva Jersey con sus padres y sus ocho hermanos menores. Con ese tropel de familia, normal que se fuera de casa a los 17 años.
Entró en la Universidad Católica de América y se sacó la carrera de arte dramático, pero en realidad no quería estudiar ni ser actriz: “¡Solo quería irme de Jersey!”, confiesa.

Dejó su casa por su primer amor, Chris Sarandon (el mítico Principe Humperdinck, de La princesa prometida) con quien estuvo casada 12 años. Un día le acompañó al casting de Joe, pero fue ella quien consiguió un papel. “Es la virtud que más me ha servido: ser flexible para decir ‘sí’ cuando algo que parece interesante se me presenta”.

The Rocky Horror Picture Show fue una de sus primeras películas como protagonista (1975) y rápido se convirtió en una película de culto, aunque un año antes ya había actuado en la Primera Plana de Billy Wilder.

No le molesta la fama: “Siento que yo la estoy usando a ella, no ella a mí”. La aprovecha para poner sobre la palestra los asuntos sociales o políticos que lo requieren: Irak, racismo, pena de muerte o, por ejemplo ahora, la crisis de los refugiados (de hecho, estuvo en Lesbos en Navidad).
Tras rodar y ganar un Oscar por Pena de Muerte, la monja a la que ella misma interpretaba la llamó para que hiciera algo por un hombre condenado a muerte y consiguió convertirlo en un caso mediático. Hasta hoy, la pena está pospuesta.

Su activismo empezó de adolescente, cuando fue arrestada varias veces por manifestarse por los derechos civiles o contra la guerra de Vietnam. Y aunque fue educada en el catolicismo, se ha resistido a la religión organizada, dice, “porque es en ese momento cuando empiezan a excluir a otros”.
Está totalmente volcada en apoyar a Bernie Sanders, el aspirante demócrata a la presidencia de EE UU, y sobre todo contra Trump, quien “legitima el racismo y la homofobia”.

Nunca se ha vuelto a casar, ni con Tim Robbins, su compañero durante 21 años. Le conoció con 42 años (rodando Los búfalos de Durham), y acababa de tener hacía 3 a su primera hija. No tenía una relación con el padre, el director Franco Amurri, así que la tuvo sola. Con Robbins tuvo dos más; el último, con 45 años.
Y, ¿sabes que tuvo un affair con David Bowie?

No teme hablar de drogas (fuma marihuana y defiende su legalización, y admite que ha probado otras drogas naturales como las setas o la Ayahuasca) o de sexualidad (afirma que ésta solo mejora con la edad). Esta foto es en el festival Burning Man.

Es dueña de Spin, un club social ¡de ping-pong!, con locales en 5 grandes ciudades que mezclan la comida, la bebida, el arte y este deporte (“el único en el que niñas pequeñas pueden ganar a grandes hombres”), del que es fanática.