Los errores que cometes cuando preparas alcachofas en casa
Esta hortaliza es una de las más apreciadas debido a sus propiedades diuréticas. Sácale todo el partido evitando estos fallos a la hora de prepararla.
Las alcachofas son un verdadero tesoro gastronómico gracias a sus beneficiosas propiedades (son un estupendo diurético natural) y su delicioso sabor. Esta hortaliza tiene dos temporadas, una en otoño y otra en primavera, hasta el mes de mayo. Lo mejor de ellas es que son tan versátiles que quedan bien en multitud de recetas, ya sean a la brasa, al horno, salteadas con jamón...
Ya te hemos hablado de los mejores locales de Madrid para degustarlas, pero si vas a disfrutarlas en casa, conviene que tomes nota de los errores típicos a la hora de prepararlas. Te contamos lo que no tienes que hacer si quieres sacarle el máximo partido en la cocina a esta rica hortaliza. ¡Apunta!
Fijarse en el color en lugar de en la textura
A la hora de comprar las alcachofas, un error que solemos cometer es guiarnos por el color para elegir los mejores ejemplares. Sin embargo, lo más recomendable es fijarnos en la textura. Muchas veces descartamos aquellas con manchas marrones en las hojas pensando que se han puesto malas, y en realidad este cambio es debido simplemente al frío, sin que esto influya en su calidad. Lo ideal es que su textura sea firme y prieta, las hojas estén cerradas y su tallo, duro.
Los expertos dicen que si la alcachofa es fresca y está recién cortada, no tiene estos filamentos en su interior. Estos filamentos son los futuros pistilos e indican que la alcachofa se está abriendo para dar paso a la flor. Por tanto, cuanto más tiempo pasa cortada, más filamentos tendrá. Un truco para saber cuando no tiene demasiados 'pelillos' en su interior es fijarse en la punta, que ha de tener un pequeño orificio. Si al deshojarla nos encontramos estos hilos, lo ideal es retirarlos con un cuchillo, pues son bastante engorrosos.
Las alcachofas comienzan a oxidarse nada más cortarlas. Si va a pasar algo de tiempo desde que las cortamos hasta que las vamos a cocinar, un buen modo de frenar este proceso es meterlas en un bol con agua fría y unas gotitas de vinagre o limón. También podemos añadir perejil al agua, pues es uno de los mejores antioxidantes naturales.
Según la receta que vayamos a preparar, se cortará de un modo u otro. Algunas veces se usan cortes que no van del todo bien con el plato y de este modo no le sacamos todo el partido que podríamos a la alcachofa. Por ejemplo, si las vamos a hacer a la brasa, lo mejor es hacerlas enteras para que el corazón quede lo más jugoso posible. Para un salteado o un arroz, los expertos recomiendan limpiarlas y cortarlas bien, dejando solo el corazón.
Cocinar con alcachofas congeladas no es un error como tal, pero lo cierto es que de este modo sí perderemos en sabor, pues este proceso rompe las fibras de la hortaliza. Usa alcachofas frescas siempre que puedas.