El pescado, sea del tipo que sea, es uno de esos alimentos que debería formar parte de una dieta saludable y equilibrada. Sus bondades para la salud son infinitas, y es que nos aporta proteínas de alto valor biológico, vitamina D y del grupo B, yodo, potasio, hierro, calcio, entre otros nutrientes. Es fácil de incluir en cualquier plan de alimentación y se recomienda consumir de dos a tres raciones a la semana.
Según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el consumo de pescado entre los españoles lleva descendiendo desde 2008. El año pasado se consumió un 2,7 % menos respecto al anterior y las previsiones apuntan a que este 2020 seguirá bajando debido a la crisis del coronavirus. ¿Las comunidades que más lo consumen? A la cabeza está Galicia, seguida de Castilla y León, y Asturias.
Sus posibilidades a la hora de cocinarlo son infinitas. Sin embargo, para que nos quede una buena receta es importante tener en cuenta una serie de factores. A la hora de comprarlo, si vamos a elegir un ejemplar fresco, es preferible elegir aquel que esté expuesto sobre una gruesa capa de hielo. Por supuesto, también es fundamental el olor. Si no huele a mar y a limpio, es mejor que no lo compremos. Que esté brillante, jugoso y con la carne lisa y elástica son otras señales que nos indican que está en buen estado, así como los ojos saltones y brillantes.
Si vas a comprar pescado congelado, es fundamental prestar atención a su etiqueta, pues en ella encontrarás información específica como la denominación comercial o la fecha de consumo preferente. También debemos fijarnos en que el envase no esté ni abierto ni rasgado. Evita los que tengan escarcha o hielo y los envases que estén cerca de la escarcha de la cámara de congelación o en la parte superior.
A la hora de cocinarlo, tampoco vale todo. Si bien todos son válidos para hacer a la plancha, al horno, en un guiso o a la parrilla, por lo general, todos tienen un modo de elaboración con el que le sacaremos el máximo partido, y otros con los que no nos va a quedar todo lo bien que debería. ¿Quieres saber cómo exprimir al máximo el sabor de tus piezas de pescado favoritas? Sigue leyendo.
Salmón
Una de las particularidades de los pescados que han de ser troceados para poder entrar bien en el horno es que de este modo pierden mucha agua durante el proceso de horneado, por lo que no se le saca mucho partido a todo su sabor. Es el caso del salmón. Como mejor se aprovecha al máximo este pescado si lo vamos a hacer en porciones individuales es a la plancha. Lo ideal es no quitarle la piel, pues adquiere una textura crujiente de lo mas apetecible. Para darle más sabor, es recomendable marinar los filetes antes de ponerlos en la sartén con sal, eneldo, limón y un poquito de pimienta.
Atún
El atún es uno de los pescados más sabrosos, así que para no perdernos ni un ápice de su sabor lo mejor es hacerlo a la plancha, pues como ocurre con el salmón, en el horno suele resecarse. Lo mejor es cortar los filetes en rodajas finas y cocinarlas a la sartén o a la plancha con un poquito de aceite bien repartido por toda la superficie. El fuego ha de estar alto, aunque procurando que nunca llegue a humear el aceite. Su sabor se verá potenciado si lo marinamos con un poco de ajo y hierbas. También podemos agregarle un poco de salsa teriyaki.
Lenguado
Otro de los pescados que mejor queda a la plancha es el lenguado. Su sabor es bastante suave, por lo que a la hora de cocinarlo hay que buscar fórmulas para potenciarlo un poco. Una buena manera de hacerlo es cocinarlo con aceite de oliva picante. Para ello podemos meter algunos chiles rojos en un poco de aceite de oliva y dejar que macere. Si no, también se puede optar por sazonar el lenguado bien a la hora de prepararlo y añadir un poco de cayena en polvo o pimentón picante. Si queremos hacerlo todavía más picante, agregar pimienta negra es otra alternativa. Otro modo de sacarle partido a este pescado es enharinarlo.
Lubina
La lubina se puede hacer al horno sin más, pero lo cierto es que cómo mejor sale es a la sal. Lo primero será poner una cama de sal (más o menos de 1 cm) en la bandeja de horno, y otra capa sobre el pescado. Hay que ir presionando con las manos hasta que quede totalmente cubierto. Rociando la superficie de la sal con un poco de agua conseguiremos que la costra quede más dura y compacta; nos costará menos trabajo quitarla después. También es habitual añadirle a la sal una clara de huevo bien batida (se utilizan dos claras de huevo por cada kg de sal); así será más fácil manejar mejor la sal, y se quedará pegada al pescado con facilidad.
Merluza
La merluza es uno de los platos más demandados en nuestro país debido a la calidad de su carne y su bajo contenido en calorías y grasas. Elaborada al horno con unas patatas panaderas sale riquísima, especialmente si elegimos la zona del cogote o los lomos. A la plancha, cortada en rodajas, es otra buena manera de cocinar la merluza y que quede jugosa. La merluza a la romana, rebozada y frita también es espectacular.
Dorada
Una dorada de 10 pasa por elaborarla al horno con una cama de patatas fritas en rodajas, ajo y cebolla. Ponemos la dorada encima y hacemos tres cortes transversales en los que introducimos media rodaja de limón. Agregamos una buena cantidad de vino blanco, dejamos que se dore durante al menos media hora... ¡y a disfrutar!