¿Para qué sirve cada queso?
A cada queso, su receta. Cada tipo de queso encaja mejor con un tipo de preparación culinaria, enalteciendo su sabor y confiriéndole diferentes matices.
El queso es uno de los alimentos más adictivos que existen. Aunque popularmente se le han atribuido numerosas contraindicaciones por su elevado contenido de grasa, lo cierto es que consumido con moderación puede ser un alimento muy saludable. Si ya has aprendido cuáles son los errores que no debes cometer con este derivado lácteo y cómo maridarlo con el vino, es momento de descubrir con qué alimentos combina mejor.
El consumo moderado de queso tiene muchos beneficios, entre los que destaca su aporte de aminoácidos, de calcio beneficioso para la salud de los huesos, proteínas y ácido fólico. Además, este alimento es rico en ácido linoleico y en vitamina B, esenciales para cuidar la memoria y para prevenir las enfermedades coronarias, sin olvidarnos de que es un excelente probiótico. Como mencionamos antes, la clave está en consumirlo con moderación y dentro de una dieta equilibrada, pues aporta bastantes grasas. Por eso, te vendrá bien conocer cuáles son los quesos que más engordan.
Aunque en España se consume mucho queso, generalmente siempre se suele recurrir a los mismos. ¿Sabías que existen más de 2.000 tipos de quesos diferentes? Emmental, gorgonzola, parmesano, brie, roquefort... hay quesos para todos los gustos, desde los que prefieren los más suaves hasta los amantes de los sabores potentes. Ahora bien, no siempre sabemos sacarle todo el partido a este derivado lácteo.
Del mismo modo que existen quesos que van mejor con un aceite u otro, cada queso tiene su receta. Existen ciertos tipos de queso que maridan mejor con un tipo de preparación culinaria, enalteciendo su sabor y confiriéndole diferentes matices. Por ejemplo, los quesos secos como el parmesano o el gouda combinan a la perfección con pastas, vegetales o ensaladas, debido a su retrogusto salado. También pueden formar parte de un postre si se combinan con miel, mermelada o frutos secos. Por otro lado, los quesos jóvenes y frescos como la mozzarella o el requesón son ideales para untar en tostadas, bocadillos o para degustar como tentempié.
A continuación, te contamos cómo usar cada tipo de queso para sacarle el máximo partido. ¡Toma nota!

Quesos azules
Queso cabrales, roquefort, gorgonzola... Este tipo de quesos se caracterizan por un sabor y aroma bastante fuertes. Maridan muy bien con las preparaciones cárnicas y también son perfectos para añadir a las salsas y pizzas. Además, son una buena opción para tomar como postre si se acompañan de mermelada, frutos secos o miel.

Quesos de pasta blanda o corteza enmohecida
En este grupo encontramos el queso Brie o Camembert que, aunque son quesos jóvenes, presentan cierto grado de maduración. Lo mejor de estos quesos es su textura untuosa. Esta textura los convierte en los quesos ideales para fundir, gratinar al horno y elaborar rellenos como el de las croquetas, por ejemplo.

Quesos de corteza lavada
Los quesos de corteza lavada se caracterizan por una textura semitierna y untuosa con un sabor potente. Algunos de estos quesos son el reblochon, el langres, el munster o el chimay francés, que son perfectos para usar en una fondue o raclette.

Quesos jóvenes
Dentro de esta categoría encontramos la mozzarella, el requesón, el queso feta o el queso de Burgos, quesos muy blandos y cremosos. Son perfectos para untar sobre una tostada, para incluir en las ensaladas o en los bocadillos. Además, este tipo de quesos van muy bien para preparar postres tipo mousse, tartas o pasteles.

Quesos secos
Queso manchego, parmesano, gruyère, mahón son algunos de los quesos que pertenecen a este grupo. Son estupendos para acompañar a pastas y verduras, y también van muy bien como ingrediente de ensaladas. ¿Y por qué no tomarlos de postre? Si los acompañamos con miel, mermelada o frutos secos forman la combinación perfecta.