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Niños. ¡Sin Miedo al Agua!

Si tu hijo no se baña, ni disfruta de los juegos veraniegos por miedo al agua, es la hora de actuar. La consigna es la misma de todos los veranos: “¡Al agua, patos!”. Pero ¿qué hacer...

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Si tu hijo no se baña, ni disfruta de los juegos veraniegos por miedo al agua, es la hora de actuar. La consigna es la misma de todos los veranos: “¡Al agua, patos!”. Pero ¿qué hacer cuando alguno de los ‘patos’ se niega porque tiene miedo? Un experto nos da las claves para ayudarle a superarlo. Explícale que debe tomar ciertas precauciones, pero nunca lo hagas contándole tus fobias o malas experiencias acuáticas.

Tal vez tú aprendiste a nadar a la fuerza cuando algún bromista de tu familia decidió tirarte a la piscina en el momento que menos lo esperabas. La técnica de ‘resiste y nada’ estaba muy extendida hace unas décadas, pero ahora se desaconseja completamente. Hoy por hoy, muchos padres enseñan a sus hijos a relacionarse con el agua desde que son bebés. Y eso ofrece muchas ventajas a la hora de aprender, puesto que los bebés tienen un reflejo involuntario por el cual son capaces de bloquear la glotis y no respirar cuando están sumergidos. “Cuanto antes establezca contacto con el agua, mejor, pero nunca es tarde para empezar a nadar”, dice Alberto García Sanz, director de la Escuela Española de Salvamento y Socorrismo. Pero hay que enseñarles poco a poco, como si fuera un juego.

De esta forma, el agua será su aliada y no una fuente de disgustos. «Los padres pueden llevar a sus hijos a una escuela de natación a partir de los seis meses, una edad muy recomendable para empezar», dice Javier Díez Encinas, monitor del Colegio de Natación Delfín, en Madrid (www.nataciondelfin.com). De hecho, cuanto más tarde empiece un niño a aprender a nadar más temor tendrá al líquido elemento. «Que los pequeños desde pocos meses hagan ejercicios de flotación es bueno para su seguridad, pero también para que los padres pierdan el miedo a que sus hijos caigan a una piscina», comenta.

Los objetivos que debes fijarte para que a tu hijo se le quite el miedo son dos:

-Evitar que se hunda.

-Lograr que dé unas brazadas para salir por sí mismo de la piscina.

En el mar o en la piscina.

Aunque un profesor de natación es la persona más indicada para iniciar a los pequeños en este deporte, porque está preparado para resolver cualquier percance, los padres también pueden intentarlo aprovechando los días de vacaciones. El mar o cualquier piscina son lugares perfectos para dar los primeros chapoteos, siempre bajo la vigilancia atenta de los progenitores. «A los bebés se les puede meter en el agua salada del mar sin problemas. Sus propios reflejos harán que cierren los ojos y la glotis cuando deban», explica Díez Encinas. Lo importante es saber cómo sujetarlos. «Hay que cogerlos de las axilas y hacer un barrido hacia nosotros, con cuidado para que no traguen agua», detalla. Un truco para quitarles el miedo es «soplarles en la cara; se pegarán un pequeño susto pero perderán la primera impresión que causa el agua al mojarles el rostro», comenta. Cuando los niños que quieren aprender a nadar ya tienen unos años, lo primero es «enseñarles a mantenerse en vertical. Después hay que intentar la flotación horizontal. Al principio es suficiente con que prueben la braza o el estilo libre. A partir de los siete años ya pueden practicar el crol, la espalda o la mariposa», añade el monitor.

Enséñale jugando, aprenderá mejor.

Cuanto más se divierta, antes aprenderá. Esa máxima, común a toda enseñanza infantil, también se cumple en este caso. Si el pequeño disfruta, poco a poco logrará flotar por sí mismo, respirar debajo del agua y realizar sus primeros giros, hasta acostumbrarse totalmente a este medio. Algunas ideas para divertirse en la piscina o en el agua: prueba la versión acuática del clásico juego del pañuelo, cualquier actividad con balones o, si ya es capaz de aguantar la respiración, la apasionante búsqueda de un tesoro submarino.

Y, sobre todo, persiste

Ten en cuenta que no va a servir de nada ir con él a la playa o a la piscina un día y no volver en dos meses. “Debe haber una continuidad de práctica en el medio acuático para que el niño aprenda a nadar y sea capaz de desarrollar este tipo de habilidades en el agua”, aconseja Alberto Gª Sanz. A partir de los dos años, lo recomendable es que vaya dos veces a la semana para que se familiarice poco a poco con el medio y lleve a cabo el aprendizaje de forma paralela a su desarrollo.

Los beneficios de la natación.

Siempre se ha dicho que la natación es el deporte más completo. Una afirmación cierta incluso para los menores. Por eso, los padres que aún duden si deben facilitar o no que sus hijos aprendan pronto a nadar tienen que saber que este ejercicio fomenta su autonomía y mejora sus capacidades pulmonares, sensoriales y psicomotrices. Y, además, despierta su inteligencia y contribuye a su socialización.

Consejos básicos:

1. Precaución sí, pánico no. Si sueltas un grito cada vez que tu hijo se acerca al agua, estás contribuyendo a que coja miedo.

2. Mejor donde hace pie. El temor surge de lo desconocido. Es preferible empezar en un sitio donde no cubra y el pequeño pueda sentirse seguro.

3. Dale tiempo. Si el niño tiene pavor al agua, no lo va a perder en dos días.

Por: Vicente Bustillo.

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