Niños, ¡Eso no se Toca!
Las figuras de cristal del salón, las cremas del baño, el cable del teléfono... Cientos de objetos de una casa están al alcance de la mano de un niño con ansias de explorar el mundo que le rodea. ¿Y qué...
Las figuras de cristal del salón, las cremas del baño, el cable del teléfono... Cientos de objetos de una casa están al alcance de la mano de un niño con ansias de explorar el mundo que le rodea. ¿Y qué pueden hacer los padres? Enseñarle que hay límites como nos dice Rocío Ramos-Paúl -super nanny- psicóloga y experta en Educación Infantil (www.rocioramos-paul.com).
La típica frase “eso no se toca” es, quizá, el primer límite que ponen los padres a sus hijos. Alrededor del año, y coincidiendo con el gateo o los primeros pasos, el niño descubre que es autónomo en sus movimientos y comienza a desarrollar unas incansables ganas de explorar su entorno. Esto incluye la cristalería de la vitrina del salón, los marcos de fotos del mueble de la entrada, el timbre del vecino, los CD del despacho o las cremas del baño. Para un niño es realmente atractivo tocarlo todo, es como si la casa se convirtiera en una gran juguetería. Si, además, la reacción de sus padres es exagerada (mucho enfado), entonces tantear pasa a ser su juego favorito, para desesperación de sus progenitores. Explorar ayuda a un menor a desarrollar muchas capacidades; sin embargo, los padres son los encargados de enseñarle, a través de “eso no se toca”, que en casa hay límites.
Paciencia, por favor.
Los procesos de aprendizaje son más lentos de lo que a los mayores les gustaría, y muchos se desesperan porque el niño parece no entender lo que le dicen y tienen la sensación de haberse transformado en sargentos que, encima, no obtienen ningún resultado. No hay que impacientarse, porque el pequeño todavía no es capaz de asociar la orden que escucha con la respuesta que se espera de él. Eso no significa que no se pueda conseguir que lo entienda.
Una pista: en torno a los 18 meses, ya son capaces de atender órdenes concretas como “recoge”, “dame”, “abre”, “ponte de pie” o “no se toca”. Por eso, hay que evitar las grandes disertaciones acerca de lo conveniente o no de tocar esto o aquello. Ese discurso hay que dejarlo para más adelante, para cuando el pequeño tenga la capacidad de atender más allá de un par de minutos. Es mejor limitarse a ser firme con las normas, sabiendo que a esta edad las instrucciones deben darse de una en una; por lo tanto, hay que esperar un tiempo para que las cumpla. Y no hay que olvidar que, cuando lo haga, siempre hay que premiarle con una alabanza, un beso o un tiempo de atención.
Dar normas firmes.
Veamos cómo puedes actuar. En torno al año aún no entienden el contenido de la frase que escuchan, pero comprenden perfectamente cómo se lo cuentas. Si utilizas un tono firme para decir “no” y lo acompañas de un gesto serio, sabrá que hay algo de su comportamiento que tiene que dejar de hacer. Lo que no evita que se dé la vuelta, te mire e intente volver a lo que estaba haciendo. Por tanto, tendrás que repetírselo de nuevo con la misma actitud. Lo más probable es que entonces abandone su exploración para centrarse en otra cosa. Claro que, sobre todo al principio, puede que, tras mirarte y sonreír, intente de nuevo volver a la carga. Entonces acércate más a él, ponte a su altura y haz que te mire (si es necesario gírale la cabeza) y dile: “Eso no se toca”, firmemente, para que entienda tu enfado. Si vuelve a intentarlo, sepáralo del objeto que le atrae, con decisión pero con tranquilidad. Si abandona su actitud puedes premiarle con un “muy bien, vente conmigo y jugamos durante un rato”.
Cuando hay peligro.
A veces no es posible llevar a cabo este protocolo con los peques porque lo que andan tanteando es peligroso para ellos: objetos que ven por primera vez, como por ejemplo un enchufe, pueden ser muy atractivos (hay utensilios que cautivan al niño como si tuvieran un imán). Por supuesto, no es lo mismo explorar las fotos de la entrada que el enchufe del salón; se nos ponen los pelos de punta sólo de pensarlo. En este caso, además de utilizar el tapa-enchufes de rigor, lo que se debe hacer es coger al niño y apartarlo de la situación de riesgo. En circunstancias así, y sobre todo si el crío tiene menos de tres años, lo prioritario es evitar el conflicto antes de que se produzca. Una vez fuera de peligro, podremos llevar a cabo los pasos descritos anteriormente. Al principio habrá que repetir el protocolo muchas veces. Observa si cuando le dices “eso no se toca” se vuelve y te mira para que se lo repitas. Cuando eso ocurre, significa que te busca para que le señales lo que no se puede hacer y, por tanto, empieza a entender lo que le pides.