Revista Mía

Empieza el cole. ¡Vuelta a la rutina!

Con el nuevo curso escolar llega el momento de retomar la vida diaria pero los más pequeños no están dispuestos a aceptar tan fácilmente el retorno a los hábitos cotidianos después del periodo estival....

Con el nuevo curso escolar llega el momento de retomar la vida diaria pero los más pequeños no están dispuestos a aceptar tan fácilmente el retorno a los hábitos cotidianos después del periodo estival. Cómo meterlos en vereda resultará un poco más sencillo siguiendo las pautas de Rocío Ramos-Paúl (supernanny) psicóloga experta en Educación Infantil y directora de www.superpapas.es, una web interactiva para resolver cualquier duda relacionada con la educación infantil.

Las vacaciones nos encantan a todos, pero por definición son excepcionales, para alivio de los padres y regocijo de los hijos. Y, cuando acaban, nos gusta volver a la rutina. Tanto mayores como pequeños necesitamos un poco de orden en nuestra vida cotidiana, porque nos da seguridad y luego nos permite disfrutar con más intensidad de los días de ocio y descanso. “Mamá, ¿cuándo empieza el cole?”, “papá, ¿crees que habrán vuelto mis compañeros de clase?”. Preguntas como estas dejan patente que ellos también echan de menos sus costumbres. Aunque el tan traído y llevado síndrome posvacacional parece cosa de adultos, los niños también lo sufren. Claro que nos llevan ventaja, porque se amoldan mejor a los cambios, pero aun así no se libran de pasar un corto periodo de adaptación. De repente se acabó cenar fuera, acostarse tarde, jugar e investigar lugares nuevos; y ver a los padres más relajados en cuanto a la hora del baño, el orden de los juguetes o las comidas.

En la playa estaban todo el día descalzos sin oír “ponte las zapatillas”; en el pueblo no pasaba nada si pedían “un ratito más, porfi” para quedarse en la calle con otros niños; al comer por ahí se les permitía elegir siempre (aunque se inflaran de filetes con patatas fritas). Sin olvidar los helados de media tarde, las atracciones de feria, las noches de parque o las de juegos con papá y mamá, hacer las cosas sin prisa, las siestas, los cines de verano, acampar en el jardín o dormir en casa de amigos. En definitiva, durante muchos días han disfrutado de todas esas excepciones que les harán recordar los veranos de la infancia como periodos maravillosos, y cuando esto termina cuesta asumirlo.

Volver a casa y retomar los hábitos del invierno es duro, sobre todo si los pequeños quieren mantener el ritmo estival. “Al baño y a cenar”, dice María a sus dos hijos tras el regreso. “No, es muy pronto, espera a que acabe de jugar”. Primera lucha. Cuando esta madre consigue que se bañen y cenen (una hora más tarde de lo habitual), viene el segundo round. “A dormir”. “Pero ¿no te has dado cuenta de que todavía es de día? ¡No tenemos sueño!”.

¿Cómo hacerles entender que las vacaciones se han acabado? A los adultos nos queda el consuelo de saber que el año que viene habrá más, pero ellos, en la mayoría de los casos, no tienen capacidad para entender que deberá pasar muchísimo tiempo hasta que vuelvan a disfrutar de tantos días seguidos de libertad y asueto.

No podemos evitarles este periodo de adaptación, y es bueno que sea así (las cosas tienen un principio y un final y las excepciones refuerzan la necesidad de la norma), pero sí es posible facilitarles la transición hacia lo cotidiano. Tendrás que adoptar una actitud de mando y ser paciente hasta que entiendan que “regresa la rutina”. Empieza unos días antes de la vuelta al cole. No importa que no estés en casa, porque vas a centrarte en horarios y hábitos.

-La hora de dormir: adelanta de 10 a 15 minutos diarios el momento de acostarse, de forma que poco a poco se vaya acercando a las 21:00 o 21:30 horas habituales. Ellos no notarán ningún cambio brusco y tú, con este sistema, te ahorrarás un disgusto todas las noches.

-La hora de la comida: si se acuestan antes, no será difícil volver a marcar el horario habitual. Haz reaparecer el menú diario, pide que permanezcan sentados hasta que terminen el plato y, sobre todo, disminuye las chucherías que suelen tomar entre comidas en las vacaciones.

-Que retomen el hábito de empezar y terminar algunas tareas. Si durante el verano no han disfrutado de juegos con dibujos, puzles o libros, conviene que empiecen con ello d enuevo. La mañana es el mejor momento del día para hacerlo, porque además les facilitará la adaptación al horario escolar que tendrán que cumplir en breve.

-Recuérdales sus responsabilidades, pero poco a poco. Puedes comenzar por que vuelvan a poner la mesa los dos primeros días (y ser más permisiva con preparar la ropa de después del baño). Una vez que recuperen la rutina de la comida, sigue con la del baño, y así sucesivamente.

-Anúnciales que el curso empieza y que hay que organizar la mochila, el material escolar, los libros... Esto les anticipa lo que está a punto de llegar y les ayuda a asimilar el cambio.

Cuando vuelven de vacaciones, los niños parecen estar ‘asilvestrados’, según los padres. Pero, si en casa les proporcionamos rutinas que cumplir, unos pocos días bastarán para volver a la normalidad. Eso sí, será un periodo lleno de negativas y protestas porque ¿a quién no le cuesta aceptar que se ha acabado lo bueno?

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