Revista Mía

¡Mi Hijo ha Llegado Bebido!

Tiene que llegar a casa a las 23:30. Son las 00:30 y tu hijo o hija no ha vuelto. Cuando oyes que abre la puerta, te sientes aliviada, pero descubres que ha bebido. Es la primera vez que ocurre y no sabes...

Tiene que llegar a casa a las 23:30. Son las 00:30 y tu hijo o hija no ha vuelto. Cuando oyes que abre la puerta, te sientes aliviada, pero descubres que ha bebido. Es la primera vez que ocurre y no sabes cómo afrontar la situación. La psicóloga y terapeuta familiar Rocío Ramos-Paúl (Supernanny) te aconseja cómo actuar. Lo primero: frena tus ganas de saber qué ha bebido y con quién ha estado. Espera a la mañana siguiente para hablar.

CÓMO ACTUAR

Los últimos estudios han descubierto que se empieza a beber en torno a los 14 años. Por eso, hay que hablar mucho con ellos sobre el tema aprovechando películas, comentarios sobre iguales que han bebido... o contando experiencias propias.

El consumo de alcohol es un desafío con el que los adolescentes ponen a sus padres en guardia. Los hijos no piensan en los riesgos, porque creen que ‘controlan’. Y, mientras, a los padres les toca convencerlos de que existen sustancias tóxicas y que el alcohol es una de ellas, y que eso significa que envenena el organismo y que el cuerpo debe eliminarlo.

La presión del grupo, ‘el puntito gracioso que te da’, evadirte de preocupaciones o ligar más son algunas de las razones que les llevan a consumir alcohol. La actuación de los progenitores es fundamental.

Si te encuentras en la situación de los padres de Clara, toma nota:

1. Frenar el primer impulso. Habla con tu hijo cuando se den las condiciones adecuadas: esto supone frenar el primer impulso y evitar que el enfado hable por ti. A pesar de las ganas de indagar sobre qué ha pasado, con quién ha estado o qué ha bebido, habrá que preguntarle si necesita algo y acompañarlo a la cama, indicándole que mañana, cuando se sienta mejor, hablaréis de lo ocurrido.

2. Escuchar su versión de los hechos. A la mañana siguiente, habrá que encontrar el momento propicio para hablar de lo sucedido la noche anterior. Es importante escucharle. Recuerda que se trata de una conversación, no de un interrogatorio. Utiliza preguntas abiertas (aquellas que no se pueden responder con monosílabos): “Me gustaría escuchar qué hiciste ayer con tus amigos”. Tu actitud tiene que transmitir seriedad, así que siéntate a su lado, mira a tu hijo o hija a los ojos con gesto circunspecto y, en un tono especialmente bajo, anúnciale que ha llegado el momento de afrontar la situación.

3. Anunciar y cumplir la sanción correspondiente. Es fundamental enumerar las normas que ha quebrantado y las consecuencias de su comportamiento: “Has llegado tarde y bebido. El próximo fin de semana no podrás salir y durante la semana te encargarás de sacar la basura”. Pero evita castigos desproporcionados, a pesar de tu enfado.

¿Y SI NO QUIERE HABLAR?

Cuéntale cómo te sientes: “Ayer me asusté cuando no llegabas. Al verte aparecer bebido, me enfadé. Me gustaría que me lo contaras, me relajaría mucho”. Evita en todo momento juicios de valor del tipo: “Eres un irresponsable”.

QUÉ APRENDEMOS

La experimentación con el alcohol es frecuente en los adolescentes y debe generar la alarma justa. Eso sí, el consumo puede llevar a la adicción y tu hijo tiene que aprender a decir ‘no’.

De todas formas, no es un tema que pueda zanjarse con una única conversación; hay que seguir con la educación de todos los días, pues nada les protege más que los propios recursos personales.

Además, los chavales deben saber que hasta alrededor de los 20 años el cuerpo está en proceso de desarrollo físico y hormonal, lo que lo hace más vulnerable a tener una intoxicación. Es decir, el alcohol afecta en mayor medida a un organismo que todavía está sin madurar.

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