Estrategias para Educar. ¿Es Bueno Premiarle?
Rocío Ramos-Paúl (Supernanny), psicóloga y experta en Educación Infantil, reflexiona sobre cómo y cuándo hay que utilizar las gratificaciones con los niños. Si quieres que tu hijo comience...
Rocío Ramos-Paúl (Supernanny), psicóloga y experta en Educación Infantil, reflexiona sobre cómo y cuándo hay que utilizar las gratificaciones con los niños. Si quieres que tu hijo comience a realizar una conducta y que se repita hasta que se convierta en una rutina, debes favorecer que surja; y eso se consigue premiándole cada vez que se produce. Veamos cómo hacer para que los premios sean una estrategia eficaz para educar.
Una recompensa a su gusto
Elige una o dos pautas que quieras que empiece a hacer o lleve a cabo con más frecuencia. Por ejemplo: vestirse y desvestirse solo. Al principio, para que funcione, decide el premio con el niño. Es fundamental que le guste a él, no que supongas que le va a apetecer. Si le encanta ver dibujos animados antes de acostarse, puedes permitirle que los vea durante más tiempo los días que cumpla con lo pactado, es decir, que se vista y desvista solo.
El premio debe corresponder en intensidad a la conducta realizada. No es proporcionado comprarle una bici cada vez que haga lo que le has pedido, pero sí dejar que vea sus dibujos favoritos cinco minutos más.
Las recompensas, además, tienen que concederse casi inmediatamente después del comportamiento, de manera que, si ve los dibujos por la tarde, decidiremos un premio que pueda recibir después de ponerse el pijama. En nuestro ejemplo: jugar un rato con papá o mamá a lo que el pequeño elija.
Hasta aquí lo más probable es que el niño cumpla su parte sin muchos problemas, pero todavía no ha aprendido a hacerlo sin recompensa, es decir, no ha generalizado el comportamiento. Entonces tendrás que hacer lo siguiente: cuando lleves alrededor de 15 días con esta estrategia, retira poco a poco los premios, puesto que el objetivo es que lleve a cabo la conducta sin recibir nada a cambio. Para conseguirlo tienes que aplicar los siguientes pasos, sin saltarte ninguno.
Cuando compruebes que la actuación aparece frecuentemente, los premios pasan a concederse una vez a la semana y, poco después, cada 15 días. En nuestro ejemplo: cuando el niño se vista y desvista toda la semana, el viernes elegirá actividad y papá o mamá jugarán con él.
Hábito adquirido
Ahora comienza la etapa más complicada, pero la más importante. Se trata de que la recompensa aparezca de vez en cuando, sin un intervalo fijo, ni de tiempo ni de frecuencia. En nuestro ejemplo: de repente, un viernes, sacamos un juego para toda la familia, especificándole que se debe a que nos gusta que se ocupe de vestirse solo. Si sigues esta táctica, un día descubrirás que tu hijo ya realiza de forma cotidiana el comportamiento. ¡Estupendo!, nuevo hábito adquirido. Ya no harán falta premios pero, ojo, que toda esta información te será útil en cuanto tengas que gestionar la aparición de una nueva conducta.
Y aunque el aprendizaje y su generalización estén conseguidos, no olvides alabar su proceder de vez en cuando. A nadie le amarga un dulce, y a los niños les encanta escuchar de boca de sus padres piropos a su buen comportamiento. Los pequeños se pasan el día aprendiendo, y señalarles que nos gusta su esfuerzo es un buen sistema para que logren sus objetivos.
Un abrazo: la mejor opción
Hay una gran variedad de premios que puedes utilizar.
-Materiales: desde las golosinas hasta un videojuego. Son todos aquellos que implican darle algo al niño, incluido el dinero de la paga. Es el top ten de los más pequeños.
-De actividad: organizar un plan que le guste. Ir al cine o jugar juntos a los videojuegos. Pequeños y mayores se pirran por hacer cosas excepcionales.
-Que otorgan privilegios: concederle una ventaja (permitirle que salga más tiempo con sus amigos) o liberarle de una tarea (no tener que ordenar el armario).
-Intercambiables: lo que obtiene son puntos que, sumados, le permiten conseguir un premio mayor. Siete puntos pueden ser un buen motivo para ir al cine. Aunque con diez podemos sacar las bicis por el campo. Esta variedad les enseña a demorar el deseo y funciona, sobre todo, con los más mayores.
-Alabanzas o reconocimientos: atenderle especialmente, decirle lo que nos gusta que haga las cosas, darle besos y caricias cuando lleva a cabo una conducta. Es, sin duda, el que mejor funciona; por ello, hay que intentar que esta recompensa aparezca siempre a la vez que cualquiera de las anteriores.
Cómo elegir la recompensa más adecuada para tu hij@
Su edad y la dificultad para adquirir el nuevo hábito es fundamental a la hora de elegirla:
1. Afectiva. Darle un beso o hacerle una caricia cuando consigue realizar las tareas que le pides es el mejor de los premios. Hay que ofrecerlo siempre, a cualquier edad.
2. Material. Es la preferida de los peques, pero no por ello hay que comprarle algo desproporcionado al mérito mostrado. Unas chuches, cromos o pequeños juguetes están bien.
3. De actividad. Ir al cine, jugar con ellos al fútbol, a las cartas o a los videojuegos . A los pequeños les gusta compartir tiempo con papá y mamá, y a los mayores más aún.