Niños. ¡Se Eternizan por la Mañana!
Son las 8:00 de la mañana de cualquier día de colegio. “¡Corre, venga! ¡Date prisa! ¿Tanto te cuesta beber la leche? ¿Cuándo podremos llegar puntuales y sin enfadarnos?”. Es desesperante comprobar que...
Son las 8:00 de la mañana de cualquier día de colegio. “¡Corre, venga! ¡Date prisa! ¿Tanto te cuesta beber la leche? ¿Cuándo podremos llegar puntuales y sin enfadarnos?”. Es desesperante comprobar que cuanto más gritas, más lento parece ir el niño. ¿Cómo evitar la batalla campal de cada mañana? Para que salgan de casa puntuales cada día el descanso nocturno es fundamental, pero también lo es establecer un horario de actividades y que logren cumplirlo. Rocío Ramos-Paúl (Supernanny), terapeuta familiar, psicóloga experta en Educación Infantil y directora del centro BIEM, nos cuenta por qué ocurre esto y la forma de resolverlo.
1. Calcular lo que duermen. “¡Un ratito más, por favor!” Cuando un niño remolonea demasiado o tarda mucho en levantarse es que ha descansado mal. Hay que calcular si duerme lo suficiente (10-11 horas hasta los 12 años). Si no salen las cuentas, es que tiene que acostarse antes. Toma nota: las horas de irse a la cama y de despertarse se relacionan más directamente con el rendimiento escolar que el tiempo total de sueño.
2. Enseñarles a priorizar. Los niños tienden a dejar todo para el último momento, simplemente porque nadie les suele marcar un horario de actividades, pero, cuando los padres les enseñan a organizarse el tiempo de forma adecuada y les dan las herramientas necesarias para regularizar su día a día, cambian de actitud. No pretendas que, en un momento, desayune, recoja, haga la cama, prepare la cartera, se asee, elija la ropa, se vista y termine alguna tarea de las que quedaron inacabadas el día anterior. Tantas obligaciones nada más empezar el día angustian a cualquiera y dan sensación de fracaso, incluso antes de empezar a cumplirlas. Por ello hay que enseñarles a priorizar, ya que muchos saben lo que hay que hacer pero no por dónde empezar. Desayunar, vestirse y asearse puede ser un buen principio. Si prepara la cartera y la ropa del día siguiente antes de acostarse, evitará prisas y disgustos de última hora. Decidir qué hacer y en qué orden (ver cuadro de la página siguiente) y convertirlo en normas a cumplir facilitará el inicio de la mañana. Aunque los primeros días parezca que se ha instaurado el caos en la familia, en poco tiempo se verán las ventajas de una casa organizada.
3. Avisarles con antelación. Algunos niños tienen dificultades para pasar de una actividad a otra. Por ejemplo, están desayunando y no ven el momento de levantarse para ir a vestirse, o están jugando y no logran dejarlo para ir a lavarse los dientes. Avisarles les ayuda a hacerse a la idea: “En cinco minutos tienes que empezar a vestirte”. Al darles un tiempo para cada tarea y para, una vez acabada ésta, pasar a la actividad siguiente, se consigue que aprendan a dar un ritmo concreto a cada una: “A las 8:50 se acaba tu tiempo para desayunar y tendrás que empezar a vestirte”.
4. Eliminar distracciones. Nada más empezar el día se 'enchufan' a los dibujos de la tele porque desayunan mejor, porque se despiertan sin protestar tanto o porque así les vas haciendo todo y llegáis a la hora. No lo justifiques más. Cambia de tónica y descubre que utilizar la tele como premio, cuando ya se han realizado las tareas, da mejores resultados.
5. Premiar sus esfuerzos. Despertarse a toque de corneta y empezar una intensa actividad nada más saltar de la cama no agrada a nadie, y por eso muchas veces los niños posponen sus obligaciones. Para animarlos a esforzarse, premia lo que más les cuesta: “Si todos los días tienes tiempo para hacer tu cama antes de ir al cole, el domingo montaremos en bici juntos”; “si te vas a la cama a tu hora toda la semana, el viernes podrás quedarte a ver una película con nosotros hasta más tarde”. Junto con el premio, hay que hacer hincapié en las ventajas que tiene hacer las cosas siguiendo un horario. “¿Ves? Has desayunado, te has vestido y te has lavado sin distraerte y te ha dado tiempo a jugar un rato, ¡y no nos hemos enfadado! Es genial.” Esta es la mejor forma de que obedezca: porque quiere y no porque se lo mandan.
Si todo lo anterior no consigue disminuir el conflicto matutino, entonces es mejor ser realista: hay niños lentos, igual que hay adultos lentos. Puede que, en vez de desesperarse, baste con adelantar la hora de despertarlos.
Así hay que actuar para evitar la pereza matutina. Conseguirlo requiere entrenamiento:
-Prepararse para el día siguiente. Conviene que organice la cartera y la ropa antes de irse a dormir.
-Acostarse antes. Si tarda en levantarse es que ha descansado mal. Calcula si duerme lo suficiente.
-Apagar la tele. Si le has acostumbrado a que se 'enchufe' a los dibujos porque así desayuna mejor o se despierta sin protestar tanto, cambia de tónica: es mejor utilizar la televisión como premio cuando ha acabado.
Cómo hacer un horario.
Bajo estas líneas te mostramos un ejemplo práctico de organización. Apunta cada día si logra o no llevar a cabo las tareas y explícale qué pasaría si cumple el horario: “Si acabas pronto de desayunar, podrás ver los dibujos, jugar o hacer lo que prefieras hasta que nos vayamos al cole"; "si llegamos puntuales toda la semana, el viernes por la noche elegirás una peli para verla juntos", etc.
-De 8 a 9: Desayunar, vestirse, lavarse. Si acaba pronto, hasta las 9 tendrá tiempo para él.
-A las 9.10: Salir de casa.
-A las 20: Preparar la cartera y la ropa del día siguiente, baño.
-A las 20.30: Cenar, recoger la mesa. Si acaba antes de las 21.30, jugar hasta la hora de apagar la luz.
-A las 21.30: Apagar la luz.