Niños en Verano. Es Buen Momento Para...
... que descubran otras culturas, tomen contacto con la naturaleza o logren más independencia, abandonando el uso del pañal o haciendo un cursillo de natación. En la educación de los hijos...
... que descubran otras culturas, tomen contacto con la naturaleza o logren más independencia, abandonando el uso del pañal o haciendo un cursillo de natación. En la educación de los hijos no hay vacaciones.
Aún queda mucho verano por delante para que los niños aprendan mil cosas y disfruten con aquellas experiencias que no tienen oportunidad de vivir durante el curso escolar. Por eso "no vale improvisar, levantarse a cualquier hora o matar el tiempo con ocupaciones inútiles; ni dejar que pasen la tarde entera en el 'tontódromo' del lugar del veraneo. Organizar actividades es responsabilidad de los padres", afirma Luis Prats, autor del libro Educar con éxito (Ed. Belacqua). "Los meses de vacaciones dan para mucho: para aprender u olvidar, disfrutar o aburrirse, mejorar o empeorar...", explica este educador.
Fomentar su autonomía.
El verano es, sin duda, una época excelente para que el niño dé un paso más en el camino hacia su propia autonomía. Si tiene más de 18 meses ya puede comenzar a dejar el pañal, aunque es conveniente que siga usándolo por las noches y durante la siesta. El hecho de que lleve menos ropa es más cómodo para cambiarle si se le escapa el pis. El ciclo estival también es un periodo adecuado para que los pequeños aprendan a nadar. Casi todas las piscinas, públicas y privadas, organizan cursillos de natación en estos meses. Alentar que los hijos sean más sociables es, asimismo, un buen reto para los padres, sobre todo si los niños van a compartir tiempo y espacio con abuelos, tíos, primos o nuevos amigos.
Abrirse al mundo.
La naturaleza es una gran fuente de aprendizaje para los niños. No es extraño que muchos que viven en ciudades no sepan que los tomates nacen en las matas. Por eso, pasar unos días en el campo es una oportunidad perfecta para que tomen contacto con animales domésticos o con la agricultura de la zona. Si el viaje es al extranjero, los padres pueden aprovechar para contar a sus hijos que en el mundo hay otras culturas y razas. Conocer la diversidad les hará ser más tolerantes. Y, de paso, pueden estimular sus sentidos en forma de juego. La vista, observando paisajes y personas; el olfato, reconociendo olores nuevos; el oído, aprendiendo canciones de otros pueblos; el gusto, probando alimentos no habituales, y el tacto, apreciando la textura de la arena, las rocas o de unos azulejos.
¡Todos al campo!
Pasar unos días de vacaciones en un entorno rural puede ser muy instructivo para los niños. Algunos tomarán por primera vez un pollito en sus manos; otros comprobarán que la leche no aparece por arte de magia en los 'tetra bricks' sino que la producen las vacas. Si no tiene familia en algún pueblo, bastará con una excursión de fin de semana.