Las formas más originales de versionar las torrijas y que sigan estando igual de buenas
Te habrán venido a la cabeza las de vino al leer el titular, pero verás cuando sepas que también puedes bañarlas en chocolate o en dulce de leche...
Alguien me dijo una vez mientras disfrutaba como un niño pequeño con una torrija que la receta era toda una alegoría de la época del año en la que se comen desde tiempos inmemoriales porque en realidad lo que me estaba comiendo era una especie de pan resucitado. No le faltaba razón porque esta es una de las mejores definiciones que he escuchado sobre el pan duro que se utiliza en cocina cuando ya no hay quien le meta mano ni siquiera después de tostarlo.
Lo que sí es la torrija a todas luces es el elemento vertebrador de la Semana Santa en España, probablemente lo único de esta celebración que no genera división entre católicos y ateos. Como mucho, la división aparece cuando alguien decide variar la receta tradicional, pero un plato no es mediático si en pleno no hay nadie que le haya buscado las vueltas, algo que no ocurre en el caso de la torrija, como te vamos a demostrar a continuación.
Pan, leche, huevos, aceite, canela y azúcar son los seis ingredientes de la versión canónica, que solo acepta el cambio del azúcar por miel, típico en algunas regiones, y la variedad de aceite, ya que hay quien prefiere que sea de girasol para que el sabor no se note tanto en el resultado final. A partir de esta base, hay muchos momentos del camino en el que aparecen posibles bifurcaciones que llevan a destinos menos populares pero igual de disfrutables siempre y cuando las torrijas queden crujientes por fuera y jugosas por dentro.
Cambia el tipo de pan
Muy temprano, antes incluso de empezar el cocinado, se presentan la mayoría de opciones que puedes probar para versionar las torrijas. Puedes alternar el pan, algo por lo que tu abuela te daría un capón probablemente. Ya sabemos que ellas se oponen con fervor a esos panes especiales que se venden para hacer torrijas. Bueno, en realidad se oponen a todo lo que no sea pan duro del día anterior. Pero lo cierto es que -lo decimos susurrando para que no nos oigan- con un pan tipo brioche también quedan muy ricas.
Si prefieres aprovechar el pan duro que tienes en casa, en la infusión de la leche, que suele llevar azúcar y canela, puedes incluir ralladura de limón, un toque cítrico que también puedes potenciar al final, cuando las bañes en azúcar y canela justo antes de comértelas. Parece un pequeño matiz, pero se nota bastante en el sabor.

torrijas
Cambiar el tipo de pan es una forma sutil de salirte de la receta tradicional, pero hay vías mucho más explícitas de hacerlo. Una de las más conocidas es cocinar torrijas de vino tinto, para lo cual debes preparar una infusión a base de esta bebida alcohólica, ralladura de naranja -o limón si te gusta más-, canela y azúcar que necesita reposar mucho más tiempo que la de leche -solo hace falta que se temple un poco-.
En vez de leche o vino, también puedes bañar las torrijas en otros tipo de bebidas, como por ejemplo las leches vegetales. Cualquiera de todas las que hay en el mercado es válida, aunque evidentemente cambiará también el sabor en función de la que uses. Si además de la leche sustituyes el huevo por harina integral de fuerza y maicena, te quedarán unas torrijas veganas de rechupete.
Y para terminar, una pequeña batería de ideas para que los fanáticos de determinados ingredientes y productos se vuelvan locos en cuanto lean que estos se pueden incorporar a la receta de las torrijas. El chocolate, blanco o negro, se puede fundir aparte y cuando esté templado puedes bañar en él las torrijas, por un lado o por los dos. Total, de perdidos al río, ¿no?
Hace tiempo vi que la repostera Eva Arguiñano hacía lo propio pero en dulce de leche, y en otra ocasión me topé con una versión de torrijas empapadas en horchata. Nunca me atreví a hacerlas así, pero según escribo esto la idea va tomando forma en mi cabeza… Habrá que probar, ¿no?