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Mac&cheese, el plato americano que deberías probar

No todo son hamburguesas y perritos calientes en la gastronomía estadounidense.

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Por mucho que hayas mejorado en la cocina en los últimos años, de vez en cuando apetece retroceder en el tiempo y preparar, previo antojo, alguna de esas recetas que te recuerden a tu época de estudiante en piso compartido o a fin de semana sola en casa cuando tus padres se iban de viaje. ¿Con cuál de todos aquellos clásicos para salir del paso te quedarías? Nosotras lo tenemos claro, la pasta. Con tomate, con queso, con pollo o con lo que hubiera por la nevera. Para que estés preparada si te vuelve uno de estos antojos y que no tengas que inventar sobre la marcha, te traemos la receta perfecta para estos casos: los mac&cheese estadounidenses.

Es importante el origen, porque cuando se trata de salvar la papeleta, el recetario de Estados Unidos es uno de los mejores recursos gastronómicos. La hamburguesa, las costillas a la barbacoa o el bagel son buenos ejemplos de ello, pero lo es todavía más esta versión yankee de la pasta rápida. El nivel de dificultad de la receta es asequible incluso para aquellos que solo pisen la cocina para comer, así que pocos platos son más efectivos que este. 

No sirve cualquier tipo de pasta

Macarrones con queso (Foto: iStock)

Macarrones con quesoMacarrones con queso (Foto: iStock)

Misterio tienen poco, fundamentalmente la salsa, porque el resto no dejan de ser unos macarrones cocidos. Para esto, basta con seguir las instrucciones de tiempo que venga en el paquete de la pasta -¡mejor quedarse corto que pasarse!- que tengas en casa y no cometer los errores clásicos de los no italianos al cocinar este producto, como por ejemplo bañarla en agua fría después de ser escurrida. Eso sí, que sean cortos; en Estados Unidos usan los conocidos como coditos, pero también pueden ser tipo conchas, como las que comías de pequeña en el colegio.

Confiando en que esto no tengas problema en hacerlo, vamos directamente al grano de esta receta, la salsa. Se trata de una bechamel con queso, ni más ni menos, cocinada en el mundo de la gastronomía como salsa Mornay. Esta variedad de la bechamel se hace añadiendo en medio de esta elaboración tradicional el queso rayado, aprovechando el calor para que este se funda.

No es obligatorio usar un queso en concreto; de hecho, lo más acertado es utilizar alguno que sea del gusto de quien lo cocine y, sobre todo, de quien se vaya a comer los macarrones. Incluso puedes usar dos, uno que aporte la cremosidad, como el emmental o el gruyère, y otro que haga lo propio con el sabor, tipo parmesano, cheddar curado o manchego.

Optes por una combinación u otra, siempre queso rallado a mano. De esta forma te asegurarás de conseguir los dos aspectos que diferencian unos buenos mac&cheese de unos regulares: untuosidad e intensidad de sabor. 

Por último, aunque hay personas que prefieren no gratinarlos, es difícil renunciar a la capa superior crujiente que deja el horno. Para ello, guarda un poco más del queso rallado utilizado para la salsa con la que has bañado los macarrones y espárcelo por encima de estos junto a un par de cucharaditas de pan rayado. A nosotros nos gusta el toque final de horno -a 180º- hasta con los macarrones bolognesa después de rallarles el queso.

En tu mano está hacerlo o no, al igual que añadirle alguna hierba al gusto, un detalle que no es parte de la receta clásica de los mac&cheese. No pasa nada por innovar un poco mientras no se entere algún estadounidense

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