
10 preguntas sobre alergia primaveral
En plena época de alergia, respondemos a tus dudas.

En España hay 8 millones de alérgicos al polen. La mayoría son personas en edad pediátrica o adultos jóvenes. Se considera que un 80 % de los pacientes tiene síntomas antes de los 20 años.
Lo más habitual es ser alérgico a varios tipos de polen. La alergia puede aparecer por primera vez en la edad adulta, pero no es lo habitual. “En la mayoría de los casos debuta en la infancia, aunque hay personas que inician sus síntomas ya mayores e incluso en edad avanzada, pero es mucho más raro”, precisa el doctor Luis Moral, coordinador del Alergia Respiratoria y Asma de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (seicap.es).

El polen de las gramíneas es el más prevalente a nivel mundial (supone el 20 % de la superficie vegetal). “Esto se debe a que son una de las familias de plantas más extensas y la primera en importancia económica a nivel mundial”, explica la doctora Arantza Vega, jefe de la sección de Alergia del Hospital Universitario de Guadalajara y miembro de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (seaic.org).
¿Es igual en todo el país?
Depende de la zona, hay pólenes que tienen más o menos importancia. Esta primavera la incidencia será leve en Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Comunidad Valenciana, Cataluña, Murcia y Baleares; moderada en Madrid, las dos Castillas, Extremadura, Aragón, Navarra y La Rioja; e intensa en Andalucía.

Depende del área. En la Comunidad de Madrid los meses de mayo y junio son los de mayor incidencia, por ejemplo. Pero en cada zona tendrá que ver con el tipo de polen implicado. El ciprés se deja notar más en enero y febrero, el olivo en mayo y junio o las palmeras de febrero a abril.
¿Es más dañino en el campo?
Curiosamente, no. El polen de ciudad causa ahora más alergias que el de campo. Las gramíneas crecen de modo espontáneo en bordes de las carreteras, descampados y lo que conocemos como “malas hierbas” en los parques.
Además, las partículas de emisión diésel producidas por vehículos, calefacciones y emisiones industriales crean un ambiente hostil al que las plantas reaccionan de manera defensiva, según explica la SEAIC. Los pólenes de zonas contaminadas generan nuevas proteínas llamadas “de estrés”, que tienen mayor capacidad de causar alergia.

Sí. La polución puede favorecer la acción lesiva del polen. Las partículas diésel (muy pequeñitas) se adhieren a los granos de polen que actúan como transportadores dentro del sistema respiratorio.
Dañan la mucosa y dan lugar a una inflamación local que facilita la entrada a los alérgenos. Aumentan la reactividad de los bronquios en personas con predisposición al asma y modifican la respuesta inmunológicadel organismo frente al polen.

La alergia al polen puede producir enfermedad alérgica respiratoria. El asma se presenta en el 30-60 % de los pacientes, detalla la doctora Vega. Pero no siempre es así. Hay personas que se ven más afectadas en nariz y ojos, pero no en los bronquios. “No es cuestión únicamente de dónde llega el polen, sino de cómo reacciona la mucosa”, precisa el doctor Moral.

El aumento de la temperatura global y las agresiones medioambientales modifican el ciclo natural de algunas especies permiten la mayor expansión de otras (como la salsola, una planta adaptada a la desertización) y hacen que el polen sea más alergénico. Contaminación y temperaturas extremas, además, son lesivas para el aparato respiratorio.

Se calcula que solo se vacuna entre un 20 y un 30 % de las personas con alergia, un porcentaje muy pequeño, pese a las recomendaciones de los alergólogos. La inmunoterapia es adecuada para cualquier paciente con independencia de su edad. Consulta tus síntomas con el alergólogo y sigue su consejo.

La SEAIC sotiene que la vacuna es capaz de curar la alergia al polen. El paciente “dejará de ser alérgico progresivamente mientras se vacuna y esos cambios se mantendrán tras terminar la vacunación”, apunta la doctora Vega.
¿Qué sucede sin vacuna?
Los síntomas seguirán apareciendo periódicamente y, en algunos casos, empeorarán. El paciente podrá hacerse alérgico a más sustancias (pelo de animales, ácaros, mohos); y en el caso de los niños habrá una mayor progresión a asma bronquial. Solo un 8 % de las personas alérgicas al polen dejan de serlo de forma espontánea.