
8 razones para tomar grasas
No desequilibran la báscula ni son tan malas como parecen. Descubre las grasa buenas.

Como explica la experta en naturopatía alimentaria, Elena Hernández del centro Solnatura, las grasas son el combustible del organismo (contienen 9 calorías por gramo, frente a las 4 calorías que poseen hidratos y proteínas). Un aporte moderado es necesario porque sacian, evitan bajones y reparan tejidos. “Lo ideal es repartir las raciones a lo largo de la jornada y tomar una dosis de las buenas en la cena, ya que durante el sueño hay una restauración tisular”.

La llamada grasa visceral rodea y preserva órganos vitales como el corazón, el hígado, los intestinos y los riñones para que no sufran daños. Cuando hay un porcentaje elevado de ésta se pone en riesgo la salud. Para frenarla, haz ejercicio, reduce el consumo de alcohol y enriquece el menú con fibra.

Son necesarias para la producción de sustancias esteroides y su déficit se traduce en infertilidad o falta de deseo sexual. En este sentido son fundamentales los ácidos grasos esenciales Omega 6 (linoleico) y Omega3 (alfalinolénico). “Son aquellos que deben suministrarse a través de la dieta, ya que nuestro organismo no es capaz de sintetizarlos”. Habría que ingerir entre 12 y 22 g. al día. ¿Cómo alcanzar la ingesta? Con un puñado de frutos secos, 100 g de sardinas o 1 cucharada de aceite.

El 60 % del cerebro es grasa. Para su buen funcionamiento, toma ácido linoleico, (ayuda a que las células cerebrales crezcan y conecten), y evita las trans (aquellas modificadas por la industria con hidrógeno) que pueden impedir la correcta formación de las membranas neuronales. “Las primeras las encontrarás en aceites vegetales, frutos secos al natural, aguacate, semillas y pipas de girasol”, dice la experta.

Transportan, almacenan y favorecen la disponibilidad de las vitaminas liposolubles. En concreto la A, que protege la visión, y también de la D que cuida el sistema inmunológico. ¿Su principal fuente en la dieta? El aceite de hígado de bacalao; pero la D también se sintetiza (por la acción del sol) a partir del colesterol presente en la piel. La grasa también favorece la asimilación de la E, presente en aceite de oliva, cereales, frutos secos y vegetales, y de la K, que refuerza los huesos y asegura una adecuada coagulación.

El consumo de ácidos grasos Omega 3, que se encuentran, entre otros alimentos, en pescados azules, marisco y algas, dentro de una dieta equilibrada, ayuda a controlar los niveles de presión arterial.

Bajo la piel, hay grasa subcutánea. Ésta evita que el cuerpo pierda calor y lo hace resistente ante los cambios bruscos de temperatura.

Los lípidos forman parte de las membranas celulares y contribuyen a la generación de nuevo tejido. Además, la vitamina A de la grasa ayuda a reparar mucosas y piel y favorece la resistencia ante una infección.

Las saludables son mono y poliinsaturadas (Omega 3 y 6 y ácido oléico) y se encuentran en el aceite de oliva, frutos secos y pescado azul. Éstas cuidan la salud cardiovascular. Por otro lado, están las ‘malas’ (saturadas y ‘trans’). “Las últimas se deberían eliminar y limitar la toma de las saturadas (grasa animal y aceite de coco y de palma), porque favorecen el colesterol y el aumento de peso”.