
¿Cuántos tóxicos tomas cada día?
Aceite de palma, arsénico, metales pesados, fertilizantes, hormonas… ¿Sabes qué tóxicos tomas en los alimentos que consumes habitualmente?
Aunque te preocupes por llevar una dieta sana, seguramente de algunos de estos compuestos no podrás librarte. Descubre qué hay detrás de los alimentos (y bebidas) que consumes de forma habitual.

El arsénico es un compuesto químico presente de forma natural en el suelo y el agua. Por eso, muchos vegetales tienen pequeñas cantidades de arsénico.
La cuestión es que el arroz tiene entre 10 y 20 veces más arsénico que otros alimentos y, al contrario de lo que se pensaba, no desaparece durante la cocción. En función de la variedad y la zona de producción, estos niveles son mayores o menores. Según los expertos, el Basmati es la variedad con menos cantidad de esta sustancia.

La polémica ha vuelto tras el veto de algunos supermercados a este aceite, que es perjudicial para la salud. Sin embargo, si miras las etiquetas, verás que el aceite de palma está en todas partes: en galletas, bollería, patatas, pizzas, panes…
A pesar de ser un ingrediente insano, rico en grasas saturadas y relacionado directamente con problemas de corazón, el aceite de palma es el aceite más usado en el mundo. Está presente en la mayor parte de alimentos procesados que encontramos en el mercado.

La acrilamida es un compuesto que resulta a partir de la cocción, a temperaturas superiores a los 120 ºC, de los alimentos ricos en hidratos de carbono (que tienen asparagina y azúcares).
En 2013 la Unión Europea publicó un informe con recomendaciones sobre los niveles de acrilamida a los que exponer a la población. La Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea (EFSA) también ha estudiado el tema en los últimos años y, aunque no lo ha considerado como un peligro para la salud pública, sí ha dado recomendaciones concretas para reducir la cantidad de este compuesto que se debe consumir, si se quieren evitar posibles problemas de salud.
Una nueva investigación realizada en Reino Unido por Changing Markets ha llegado a la conclusión de que una de cada cinco marcas de patatas chips tiene niveles peligrosos de acrilamida. Estudió 92 marcas de patatas de las más consumidas por los británicos y detectó niveles muy elevados de esta sustancia.

El agua, una bebida básica para nuestra supervivencia, tampoco se libra de pasar por esta lista.
Metales pesados –entre ellos el plomo-, cloro, polonio, restos de fertilizantes e, incluso, restos de algunos medicamentos llegan en cada vaso de agua que bebemos. Diferentes estudios y análisis han demostrado que el agua embotellada no tiene diferencias significativas con respecto al del grifo.

El glutamato monosódico (E621) es, como su propio nombre indica, la sal sódica del ácido glutámico. Es un aminoácido presente de forma natural en buena parte de alimentos, especialmente en los alimentos ricos en proteínas.
Aporta un quinto sabor (ni dulce, ni salado, ni ácido, ni amargo) es el llamado ‘umami’. Es muy usado en la industria alimentaria para equilibrar y armonizar el sabor de los platos preparados (en sopas, carnes rojas, pescados y determinadas verduras).
El E-621 está considerado por diferentes agencias alimentarias dcomo un aditivo inocuo por lo que no se han establecido unos límites máximos de consumo.
Sin embargo, un estudio realizado en la Universidad Complutense de Madrid en ratas indicó que el consumo de este aditivo aumenta el hambre y la voracidad un 40 %. Los expertos aseguraron que en humanos, su inhibición farmacológica puede inducir pérdidas de peso. Lo que ayudaría a luchar contra la epidemia de sobrepeso y obesidad que vivimos.
¿Te suena la sensación de comer algo y a cada bocado querer más y más? Ahí podría estar la clave.

Las hormonas, principalmente los estrógenos, aceleran el crecimiento de los animales. Mucho se ha hablado sobre esta práctica en el ámbito ganadero, con el objetivo de reducir los tiempos de crecimiento o aumentar su producción, como ocurre con las vacas y la producción de leche.
Estas hormonas permanecen en los alimentos cuando llegan a la carnicería, por lo que pueden ser absorbidas por quien los come.
Es un tema controvertido puesto que diferentes estudios han alertado de los potenciales riesgos que supone tomar productos con alto contenido en hormonas.
Sin embargo, un estudio realizado por un comité mixto FAO/OMS de expertos en aditivos alimentarios concluyó que la cantidad de residuos que se ingieren a través de carne de animales tratados con estas sustancias es muy inferior a la cantidad de hormonas producida por las personas, por lo que, en principio, no tienen un efecto tóxico. Aunque sí que es un tema que hay que vigilar y controlar.

El mercurio es un metal pesado que, como consecuencia de un mar cada día más contaminado, está presente en pescados de gran tamaño -como el atún o el pez espada-, que están al final de la cadena alimenticia.
El mercurio es perjudicial para desarrollo neurocognitivo, pudiendo producir daños en el sistema nervioso, digestivo e inmunitario.
Las embarazadas, mujeres que dan el pecho y niños menores de tres años deben tener especial cuidado con el consumo de estos pescados. La Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) aconsejan que estos grupos opten por pescados con bajas concentraciones de este metal.
La FDA ha elaborado un listado con la cantidad adecuada que se recomienda consumir y la frecuencia con que conviene consumir cada tipo de pescado.
Es importante no olvidar que, por su alto contenido en ácidos grasos saludables, los diferentes pescados deben formar parte de nuestra dieta diaria.

Lo primero que hay que hacer, para intentar llevar una dieta sana y equilibrada, es ser consciente de que existen estos aditivos y compuestos que están presentes en los alimentos que consumimos a diario. Con la información en la mano, resultará más fácil reducir el riesgo de exposición.
Un estudio del Instituto Federal de Tecnología (ETH) en Suiza demostró que algunos contaminantes son casi inevitables. Aunque se cuide especialmente la dieta y se opte por cocinar en casa la mayoría de cosas, siempre se consume alguno.
Los expertos recomiendan mirar siempre las etiquetas de los productos que incluyen nuestra cesta de la compra. De esta manera se podrán evitar determinados componentes como el aceite de palma (una normativa de 2004 obliga a especificar si lleva este tipo de grasa).
Los alimentos orgánicos reducen el consumo de pesticidas hasta en un 80 %.
Buena parte de las sustancias tóxicas, están en alimentos procesados, por lo que para evitar estas sustancias, lo mejor es apostar por productos frescos.