Alaska, la bruja buena de la movida

Alaska, la bruja buena de la movidaAlaska es una cantante hispanomexicana, icono de la movida madrileña.
Alaska, la bruja buena de la movida

Alaska es una cantante hispanomexicana, icono de la movida madrileña.

Es famosa por su personalísima estética. “Todo lo que me gusta es contra natura”, dice. Es una de las pocas personas a las que, carne de reality, se las sigue viendo auténticas. “Siempre he pensado que, no escondiendo nada, nada tienen contra ti”.

Hasta que ella llegó a nuestras vidas, las brujas morían en la hoguera y eran malas, malísimas. Terribles. Pero fue dejarse ver en la tele de nuestra infancia y conseguir que las maldades de la quisquillosa bruja Avería recibieran un contragolpe de ingenio.

Ufana, vital, con otro punto de vista, ahí estaba Olvido Gara ensanchando nuestro mundo, con sus rastas, su ropa superpuesta y rota y su maquillaje punk, en las antípodas de las presentadoras edulcoradas de los programas infantiles, con su bola de cristal en lugar de micrófono.

Nosotras veíamos nuestro futuro en esa bola: éramos electroduendes, y ella una bruja buena (léase inteligente), porque comenzábamos a comprender que a veces lo que la educación nos señala como ejemplo es precisamente lo que no sirve de tal y que ser bueno tiene mucho que ver con ser honesto y asumir las consecuencias. Y en eso Alaska es un ejemplo.

Su vida

Olvido Gara Jova nació en Ciudad de México en 1963, hija de Manuel Gara López, un exiliado asturiano que intentaba rehacer su vida como joyero, y de la cubana América Jova Godoy, a quien su primer marido, un torero mexicano, abandonó un buen día: “Se fue a torear a Colombia y ya no regresó”.

De estas dobles raíces, Alaska explica: “Tener padres de distinto país te marca. Ahora que tanto se vende la pluralidad, lo nuestro se produjo de forma natural. Y esto es muy rico. Mi madre era la liberal, la sociable, mientras que mi padre –el republicano exiliado– era un pequeño dictador. Estos contrastes te ayudan a formarte una mente menos cuadriculada”. 

Hasta los diez años vivió en México, donde disfrutaba de series como Star Trek, Los Munsters, Perdidos en el espacio, I love Lucy... y de su gran ídolo: David Cassidy.

Pero, en 1973, emigró con sus padres y su abuela materna a Madrid. Y fue un duro golpe. Su padre miraba esa España y se decía: “¿Y yo luché por esto? ¡Esto está lleno de ladrones!” (obviamos comentarios).

Él regresó a México, pero ellas se quedaron. Lou Reed, David Bowie, los libros de Eduardo Haro Ibars, el poeta de la movida, y hasta un curso de estética que hizo con su madre (“siempre desde lo glam”) terminaron de quitar grisura a ese panorama y de definir su gusto. A los 13 años, Alaska ya era Alaska: realiza el fanzine Bazofia, en el que por primera vez usa este nombre.

El comienzo de su carrera

En 1977 forma Kaka de Luxe, con -entre otros- El Zurdo, Carlos Berlanga, Nacho Canut..., todos tan padres de la movida como Enrique Tierno Galván, y tras la disolución del grupo, al año siguiente, Alaska y Los Pegamoides (a ver quién no ha canturreado Horror en el hipermercado y Bailando), que duró hasta 1982 y la aparición de Alaska y Dinarama.

En 1984, el éxito mediático de Alaska se disparó con La bola de cristal. “¡Por Orticón, Saticón y Vidicón! Nadie sabe como detener la inflación”; “¡Ergios, watios y turbinas, produzco crisis y ruinas!”; “Viva el mal, viva el capital”, gritaba la bruja Avería.

Obviamos, de nuevo, los comentarios. Porque esa bruja, de la que no teníamos que reírnos, se parece mucho a ciertos señores de negro, de los que  -casi seguro- Alaska se ríe.

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