Del mismo modo que existen muchas plantas beneficiosas, también hay plantas que son tóxicas y algunas las tenemos muy cerca, en casa. Más vale conocerlas.
Difembaquia: ¡Cuidado, que pica!
Existen muchas especies de difembaquia y es perfecta como planta de interior porque no requiere mucha luz, crece rápidamente y es muy vistosa. Lo malo es que contiene gran cantidad de oxalato cálcico, que si se ingiere o se está en contacto con la savia, provoca sobre todo picazón, enrojecimiento de las mucosas y en ocasiones pérdida de la voz durante unas horas. Otras plantas comunes que contienen oxalato de calcio son, por ejemplo, las calas, la colocaisa (oreja de elefante) y la alocasia, también llamada manto de Eva.
La adelfa es una especie perenne y de floración frecuente, por lo que es muy habitual verla en las zonas ajardinadas de las ciudades. Sus hojas, flores, tallos y semillas son altamente tóxicos. Contiene un glucósido cardiogénico que, en pequeñas dosis, produce taquicardia y en mayor cantidad genera arritmia, paro cardíaco y, eventualmente, la muerte. Se cuenta que un regimiento de Napoleón utilizó estacas de este arbusto para asar lo que habían cazado y decenas de soldados murieron intoxicados.
Hay alrededor de 700 especies distintas de filodendro que se adaptan a casi todos los climas, por eso es una planta tan común en los hogares. Todas las partes de la planta raíces incluidas, son venenosas ya que contienen, al igual que la difembaquia, cristales de oxalato cálcico. Los efectos que produce su ingestión son similares a los de la difembaquia, aunque el filodendro en grandes cantidades provoca convulsiones y pérdida de consciencia y deja secuelas como insuficiencia hepática o renal crónicas. El filodendro puede provocar la muerte.
No hay planta trepadora más popular que la hiedra. De hojas perennes siempre verdes, es muy fácil de reproducir por esquejes. La hiedra tiene muchas propiedades: es antirreumática y vasodilatadora; sirve para el tratamiento contra la celulitis y las varices y también como analgésico, siempre en uso externo (decocciones de sus hojas o cataplasmas). Por vía interna es altamente venenosa, sobre todo sus frutos o bayas, cuya ingestión produce vómitos, diarreas, sudor frío... Pueden resultar abortivos y causar la muerte por colapso respiratorio.