¿Cuánto pesan tus sentimientos?

Los sentimientos negativos pesan más y nos hacen sentir cargados, lentos, tristes y pesimistas, mientras que los positivos nos quitan peso de encima y nos hacen sentir ligeros y felices.

Los sentimientos negativos pesan más y nos hacen sentir cargados, lentos, tristes y pesimistas, mientras que los positivos nos quitan peso de encima y nos hacen sentir ligeros, felices y optimistas. Por eso, te proponemos un juego vital que consiste en dar a cada sentimiento un peso en gramos. Apúntalos a lo largo del día y por la noche los sumas y compruebas tu peso emocional. ¿Te apuntas?

¿Eres consciente del impacto que tienen los sentimientos en tu vida? ¡Qué cargada me siento cuando me enfado con mi hermana! ¡Qué peso acabo de quitarme de encima al reconciliarme con mi mujer!... Es importante darse cuenta de que lo que sentimos nos condiciona a la hora de tomar decisiones, de actuar y de avanzar. Siempre que predominen los sentimientos negativos, veremos las cosas desde el pesimismo, tendremos la sensación de que arrastramos un peso y esto nos generará dificultades a la hora de aprovechar las buenas oportunidades cuando se presenten. Las ocasiones pasan por nuestro lado y debemos estar receptivos para cazarlas al vuelo. En cambio, si los que más pesan en tu balanza particular son los sentimientos positivos, tendrás propensión a vivir la vida con optimismo y eso propiciará que veas con más claridad las situaciones favorables, y que puedas exprimirlas al máximo.

Igual que se dice que la fórmula de oro de un buen matrimonio es no acostarse nunca enfadados, nadie debería irse a la cama sin saber hacia dónde se ha inclinado su balanza emocional ese día, y sin quitarse los gramos de más.

Emoción y sentimientos no son lo mismo

Cada día suceden una gran cantidad de acontecimientos que despiertan en nosotros emociones de todo tipo, es decir, reacciones que sentimos en el cuerpo frente a un determinado estímulo externo. Estas emociones ponen en marcha nuestro cerebro, que, al empezar a pensar sobre ellas, construye lo que llamamos sentimientos.

Veamos dos ejemplos para mostrar la diferencia entre emoción y sentimiento:

-Eva acaba de enterarse de que su hermana se ha quedado embarazada. Siente una punzada en la boca del estómago, una emoción que le crea un fuerte malestar. Lo primero que le viene a la cabeza a raíz de esa emoción es el tiempo que lleva ella intentándolo sin éxito y se pregunta cómo puede ser que su hermana haya dado en la diana tan pronto y ella no tenga suerte. Ese tipo de pensamientos acaban desembocando en un sentimiento de envidia, de frustración o incluso de ira, muchas veces inconsciente.

- Alicia acaba de recibir la noticia de que su hermana se ha quedado embarazada. Siente un gran júbilo, una alegría que recorre todo su ser, irradiando su cuerpo de emoción. ¡Va a ser tía! Esa idea le hace saltar de alegría, un sentimiento que la colma de felicidad. Es la misma noticia o situación para ambas, pero es recibida de forma totalmente distinta. La emoción puede dar lugar a sentimientos que nos acompañarán durante solo unos minutos o que, por el contrario, pueden arraigar y permanecer más tiempo con nosotros, siempre y cuando les sigamos dando cuerda.

Proponemos a continuación un pequeño juego. Ahora que somos conscientes de que lo que sentimos importa (¡y mucho!), vamos a otorgarle un peso simbólico en gramos a algunos de los sentimientos negativos y positivos más importantes. Veremos así si nuestra balanza emocional está equilibrada. De este modo, podemos hacernos una idea de la carga que estamos llevando a la espalda o, al contrario, de la descarga que generamos con cada sentimiento positivo.

Vamos a confeccionar diariamente dos listas (durante una semana). En la primera apuntaremos los sentimientos positivos en una columna y en otra (a su derecha), el peso correspondiente a cada uno. En la segunda lista apuntaremos los sentimientos negativos y, como en la anterior, el peso. Al final de cada jornada podemos sumar el resultado de las dos listas y ver hacia dónde se inclina nuestra balanza. También sabremos si nos vamos a dormir con algún kilo de más o de menos.

Negativos:

Enfado:. +75g Tristeza: +100g Frustración: +150g Ofensa: +200g Desconfianza: +200g Inferioridad: +200g Superioridad: +200g Soledad: +250g Celos: +300g Control: +350g Envidia: +400g Rabia: +500g Ira: +500g Impotencia: +550g Crítica: +600g Resentimiento: +600g Culpabilidad: +650g Inseguridad: +700g Baja autoestima: +750gMiedo: +850g

Positivos:

Tranquilidad: -100g Satisfacción: -100g Humildad: -100g Alegría: -200g Disponibilidad: -250g Esperanza: -300g Fidelidad: -300g Armonía: -400g Gratitud: -400g Amistad: -400g Serenidad: -400g Valor: -450g Seguridad: -500g Paz: -550g Ilusión: -600g Confianza: -600g Felicidad: -700g Equilibrio: -700g Amor: -1.000g Perdón: -1.200g

El hecho de que el sentimiento resulte negativo, y por lo tanto pesado, no excluye el que tengamos razones para sentirlo. Por ejemplo, la tristeza por la pérdida de un familiar es una emoción lógica pero no quita que nos pese y que debamos salir de ella para poder seguir adelante. A veces es sencillo detectar qué sentimiento recorre nuestro cuerpo, pero en otras ocasiones no está tan claro. Por eso, este juego nos ayuda analizar también los pensamientos, es decir, aquello que nos pasa por la cabeza en esos momentos. Es normal que a veces sintamos alguno de los sentimientos negativos nombrados anteriormente u otros que no están en la lista. Todos pasamos por situaciones que nos llevan a sentirnos mal. Pero si la mayoría de los días acaban con un valor positivo (es decir, con gramos de más, con dominio de sentimientos negativos), es momento de hacer algo al respecto.

Paso 1: lo primero de todo es tomar conciencia de que se están teniendo sentimientos negativos. Puede parecerte de Perogrullo, pero mucha gente no se percata de que criticar a los demás o enfadarse con alguien carga de una negatividad que impacta directamente sobre la forma de afrontar el resto de acontecimientos del día o de la semana. A veces puede parecer divertido sentarse en una terraza a hacer 'salsa rosa' con las amigas, pero al final todo ese cúmulo de “peso” acaba engordándonos y generando después cansancio o mal humor. Es preciso tomar conciencia de que cada sentimiento negativo está añadiendo un peso extra a nuestro cuerpo.

Paso 2: lo siguiente será empezar a trabajar con tu forma de pensar. No se debe pretender erradicar todos los pensamientos negativos como por arte de magia porque, si llevamos tiempo alimentándolos, lo más normal es que emerjan a su aire en determinadas situaciones. Los hemos automatizado, así que si aparecen, no te sientas mal por ello pero tampoco les des más fuerza. Simplemente, deja que pasen por tu mente y se vayan. Dedícate unos días a este ejercicio, con un poco de voluntad verás que pronto lo consigues.Si trabajamos el desenganche a los pensamientos negativos, los sentimientos que éstos generan tendrán mucha menos fuerza y será momento de pasar al siguiente nivel.

Paso 3: consiste en modificar esos pensamientos negativos, ya sin fuerza, por otros más satisfactorios. Veamos cómo. Cada pensamiento negativo tiene otro positivo que lo desarma. Debemos encontrar cuál sirve en cada caso. Por ejemplo, María tiene el pensamiento “no voy a poder”, que se repite cada vez que tiene que iniciar algo nuevo, y eso le crea una gran inseguridad. El pensamiento contrario, que sería “voy a poder”, no le sirve porque no se lo cree. Sin embargo, se da cuenta de que el pensamiento “voy a hacer todo lo posible” le inspira más y se siente bien con él. Debemos buscar ese contrapensamiento y, cada vez que aparezca el pensamiento negativo, repetir tres veces el positivo con la intención de sustituirlo. Poco a poco, iremos liquidando los negativos y cada vez saldrán menos. Como es muy útil ayudarse con algo más visual, te ayudará escribir en una hoja el pensamiento negativo tachado y al lado el positivo. Para ir más lejos, podemos escribir una lista de pensamientos positivos y repetirlos cada día al levantarnos por la mañana y al acostarnos por la noche. Como en los mantras budistas, la repetición es lo que convierte a los pensamientos en creencias.

Paso 4: si lo positivo gana por goleada, ¡celébralo! Es importante que cuando hagamos las cosas bien nos auto-reforcemos (cena romántica, plan familiar divertido...). La cuestión es felicitarse por los logros y, si es posible, dejarlos anotados, sacar una foto de recuerdo, compartirlos con los seres queridos. No dejemos que los buenos sentimientos pasen desapercibidos.

Por: Silvia Llop

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