Navidades, ésas fechas maravillosas en las que toda la familia se reúne y se hace balance del año. Durante las últimas dos semanas del mes de diciembre y la primera del mes de enero, familiares y amigos paralizan sus vidas para protagonizar esos entrañables encuentros que no se producen durante el resto del año. Pero, ¿qué sucede con esas otras personas para los que estos días son un momento para recordar a los que no están?
Aunque la cara vista de la Navidad sean las luces, los abrazos y las interminables sonrisas, una gran parte de la sociedad vive del otro lado (el menos divertido) de esas fechas. Si es la primera Navidad que vivimos en ausencia de un ser querido conoceremos, por primera vez, eso que se denomina el ‘Síndrome de la silla vacía’.
La silla es la protagonista de este síndrome ya que precisamente cuando nos sentamos a la mesa en esas típicas cenas de Navidad es cuando más notamos la no presencia del ser querido que no está. Pena, rabia, angustia, las emociones que nacen en esta situación son variopintas y, aunque es casi imposible hacerlas desaparecer, podemos intentar sobrellevarlas ayudando a nuestro ánimo. ¿Cómo se sobrelleva una ausencia en Navidad?
Lo más importante es dejar aflorar los sentimientos (no guardar las emociones ante la tristeza del familiar ausente), buscar ayuda tanto en amigos y familiares como por parte de especialistas. Una vez hemos localizado el dolor y nos hemos apoyado en las personas adecuadas, es recomendable cambiar las rutinas ya que, hacer algo diferente a lo que estábamos acostumbrados con esa persona que ya no está, nos ayudará a variar el centro de atención. Es conveniente mirar al problema de frente y no abusar de medicamentos que maquillen nuestro estado emocional (las medicinas nos ayudan, pero en exceso agravan la situación).
Para finalizar es necesario tener en cuenta dos factores importantes. Refuérzate en lo positivo (acciones y palabras que nos animen a ver la parte buena de las cosas) y ten presente que superar no es olvidar, se puede recordar con alegría lo vivido con esa persona que ya no está sintiéndonos afortunados de haberlo tenido cerca de nosotros.